La cumbre extraordinaria de ayer le dio la razón tanto como se la quitó a Angela Merkel, la canciller alemana. Por un lado, Alemania logró el objetivo de que la banca privada participe “voluntariamente” en el segundo plan de rescate a Grecia, mediante el aplazamiento del cobro de los bonos griegos que tienen las entidades en sus carteras. Se trataría de lo que el blog de The Economist sobre finanzas, Schumpeter, llama “un default con otro nombre”, tabú tan temido por el presidente del Banco Central Europeo (BCE), Jean Claude Trichet.
El modo concreto en que la banca participará en el segundo plan de rescate a Grecia está todavía por determinar. La cantidad rondará los 50.000 millones de euros. Los expertos prevén que las agencias de calificación consideren esto como un default selectivo, esto es, una suspensión de pagos parcial. Los riesgos de dicha consideración son importantes, pero no tan terribles como el BCE temía en un primer momento. “Las agencias de calificación pueden utilizar esa palabra si quieren, pero Grecia pagará todas sus deudas”, aseguró el presidente francés, Nicolas Sarkozy, al término de la cumbre. Para remachar el ataque a las agencias, en la declaración conjunta se afirmaba que “debería reducirse la dependencia de las calificaciones crediticias externas en el marco regulador de la UE”.
Merkel tuvo que ceder, no obstante, en otro de los grandes tabúes de la crisis de la zona euro. Se trata del impulso de lo que algunos líderes europeos ya han llamado el “Fondo Monetario Europeo”. Esto es, la ampliación de las funciones del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF), el fondo de rescate europeo de 440.000 millones de euros. Los líderes europeos acordaron capacitar al FEEF para que conceda préstamos preventivos, recapitalice bancos y compre deuda en los mercados. Gracias a estas nuevas funciones, el FEEF pasaría a ser una institución activa y no, como hasta ahora, un depósito inerte. La UE se dota así de más instrumentos de intervención económica capaces de enfrentarse a las emergencias financieras.
Los acuerdos no se quedaron ahí, por lo que la cumbre sorprendió a los más escépticos por el alcance de sus medidas. Entre las más destacadas, más allá del propio plan de ayudas públicas a Grecia valorado en 109.000 millones de euros, la mejora de las condiciones de los préstamos. Los tipos de interés bajan de más del 5% al 3,5%, y el plazo de vencimiento sube desde los 7 años y medio hasta un mínimo de 15 y un máximo de 30, con un período de gracia de 10 años. En resumen, dinero más barato y más tiempo para devolverlo. Y no sólo para Grecia, también para Irlanda y Portugal.
Los ánimos solidarios estaban tan altos en la cumbre que en un momento dado se llegó a hablar de un “Plan Marhsall europeo” para Grecia. La declaración final no recogía dicha etiqueta, pero sí hacía mención a “una estrategia global en favor del crecimiento y la inversión en Grecia”.
“Acogemos favorablemente la decisión de la Comisión de crear un grupo especial que colaborará con las autoridades griegas con el fin de centrar los fondos estructurales en la competitividad y el crecimiento, la creación de empleo y la formación –reza la declaración final de la cumbre–. Movilizaremos fondos de la UE e instituciones como el Banco Europeo de Inversiones en pro de este fin y del relanzamiento de la economía griega. Los Estados miembros y la Comisión movilizarán inmediatamente todos los recursos necesarios para proporcionar asistencia técnica de carácter excepcional con objeto de ayudar a Grecia a aplicar sus reformas”.
Antes de lanzar las campanas al vuelo, cabe recordar, como subrayan los observadores menos apasionados, que la cumbre ha expuesto solo “unos principios de actuación”. Tras la declaración de intenciones debe venir la aplicación de las mismas, lo que no estará exento de tensiones. Algunos expertos consideran que para que el FEEF pueda llevar a cabo sus nuevas funciones necesitará más fondos de los que actualmente dispone. ¿Estará Alemania dispuesta a ampliar el bolsillo del “Fondo Monetario Europeo”? Además, asuntos clave como los eurobonos han quedado aparcados.
La zona euro, por el momento, vuelve a respirar y ganar tiempo. Los fantasmas de la crisis, sin embargo, están lejos de haber sido despedidos.
Para más información:
José Enrique de Ayala, «Carta de Europa: Estrangulamiento económico de los países periféricos». Política Exterior núm. 142, julio-agosto 2011.
Ulrike Guérot y Mark Leonard, «Conseguir la Alemania que Europa necesita». Política Exterior núm. 142, julio-agosto 2011.
Wolfgang Münchau, «¿Es posible que Martin Feldstein tenga razón?». Política Exterior núm. 135, mayo-junio 2010.
La zona euro se aleja del abismo y está tomando decisiones, que no acciones (todavía), de gran importancia en pos de la creacíón de una verdadera unión económica europea que nos proteja de la especulación de los mounstros financieros como el FMI, el Banco Mundial, las agencias de renting, etc.
No obstante, esto trae nuevos fantasmas: ¿y si se desencadena una guerra financiera entre el Fondo Monetario Internacional y las Agencias de Renting EEUU VS el Fondomo Monetario Europeo y las Agcias. de Renting europeas?
No obstante, y aunque escudarnos en nuestras propias instituciones financieras me parece una solución de corte algo «nacionalista», es un paso para poder defendernos de ellos y poder dedicarnos, después, a defendernos de nosotros mismos.