La velocidad del cambio en Cuba

 |  26 de septiembre de 2014

La velocidad del cambio en Cuba frustra a muchos, dentro y fuera de la isla. El impulsor de la transición, el presidente Raúl Castro, es víctima de su estilo. “Un verdadero líder no es un buscador, sino un forjador de consensos”, afirmaba Martin Luther King. El menor de los Castro lo quiere hacer todo por consenso, confiesa un antiguo alto cargo de la administración exterior cubana. “Y eso es difícil: la democracia tiene sus problemas”, sentencia con ironía.

Castro no querría dar ningún paso en falso. “Después de todo, su hermano está vivo”, añade esta fuente. El objetivo del dirigente cubano es evitar que al primer traspiés las reformas aprobadas se tambaleen. Le queda poco tiempo, al menos para estándares cubanos: al llegar al poder en 2006, anunció que se retiraría en febrero de 2018. Entre las reformas pendientes para este año y el próximo, destacan la concesión de autonomía a las empresas estatales y la unificación de las monedas.

El reto de las monedas lo resumen bien Carmelo Mesa-Lago, catedrático en la Universidad de Pittsburgh, en este artículo para el último número en Política Exterior. Desde 1995 circulan dos monedas en Cuba: el peso nacional (CUP) y el peso convertible (CUC) o chavito. La tasa de cambio fijada por el gobierno a la población es de 25 pesos nacionales por un chavito, pero en el sector empresarial el CUP es igual al CUC. Esto crea distorsiones: los trabajadores reciben su salario en pesos nacionales, mientras que parte de sus gastos es en convertibles. Además no se puede determinar la eficiencia de las empresas, o la rentabilidad y competitividad de las exportaciones.

El gobierno ha planeado la unificación en dos etapas: primero en el sector empresarial y después en la población. En marzo de este año aprobó, vía resolución, un cronograma para la unificación de ambas monedas en el sector empresarial: el CUC se devaluará y desaparecerá, mientras que el CUP se apreciará hasta igualarlo y será la única moneda futura. “La resolución es extremadamente compleja y difícil de entender incluso para expertos –reconoce Mesa-Lago–. El cronograma no se ha revelado, se ignora cuándo será el ‘día cero’, cuál será el índice de precios para revaluar el CUP, así como la eliminación del CUC en el área empresarial”.

En otras palabras, las de Carlos Alonso Zaldívar, embajador de España en La Habana entre 2004 y 2008, Cuba tiene “un sistema económico disparatado”. “No intenten entender en qué medida es socialista o capitalista, nadie lo sabe –explica Zaldívar en esta entrevista en Política Exterior–. Es un agregado incoherente de ocurrencias”.

 

Tierra de oportunidades… ¿perdidas?

Los cambios en el contexto internacional favorecen a Cuba, si no en el terreno económico, sí en el político. El país ha ido cosechando capital político en los últimos años gracias a su habilidad diplomática, explica Carlos Arzugaray, de la Universidad de La Habana. Y se pregunta si los dirigentes cubanos serán capaces de traducir estos créditos políticos en beneficios económicos tangibles. Por ejemplo, diversificar las relaciones en materia de comercio, inversiones, cooperación y turismo, a fin de evitar la dependencia en uno solo o en un pequeño número de socios externos, “una debilidad estructural tradicional de la economía cubana”, señala Arzugaray.

Un español buen conocedor de la realidad cubana cree que el tiempo corre en contra de Cuba. Compara el país caribeño con El Vaticano, dos pequeños Estados que han conseguido hacer oír su voz en los asuntos internacionales. “Ambos negocian bien porque el tiempo está de su parte, no cambian de gobierno –explica esta fuente–. Ahora Cuba ha perdido eso, son como los demás, al ponerse Castro una fecha de caducidad”. Según esta tesis, Cuba habría perdido una buena oportunidad, tenían la historia de su parte y ya no. “A Castro las cosas le van a resultar dificilísimas en el terreno internacional”, concluye.

En el plano interno, la realidad del cambio, sin embargo, parece terca. La última entrada del blog Paquito el de Cuba celebraba que hubiesen sacado del closet político el Código de Familia, al incluirlo en la lista de legislaciones sujetas a cambio y con prioridad para el país. El anteproyecto propone reconocer legalmente las uniones entre personas del mismo sexo. “Enhorabuena por esta positiva reacción que esperemos indique una voluntad política por recuperar el tiempo perdido, en un terreno donde Cuba podría liderar también en América Latina y el Caribe, y no estar a la zaga como hasta ahora”, afirma Francisco Rodríguez, autor del blog, quien se define como martiano y periodista, comunista y gay, ateo convencido y supersticioso ocasional.

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