La mayoría de la población en Egipto, el país más poblado de Oriente Próximo (80 millones y medio de habitantes, una edad media de 24 años), no ha conocido a otro líder además de Hosni Mubarak, quien el próximo 4 de mayo cumplirá 82 años, 30 de ellos en la cúspide del poder.
Mubarak llegó al poder en circunstancias excepcionales. Mientras presenciaba un desfile militar junto a Anuar el Sadat, un grupo de soldados abrió fuego y arrojó granadas contra la tribuna de autoridades, provocando la muerte del presidente egipcio y de otras ocho personas. Al día siguiente, la Asamblea proclamaba a Mubarak candidato a la presidencia de la república, puesto en el que fue confirmado por referéndum popular con un 99% de los votos unos días después. El 14 de octubre de 1981 tomaba posesión del cargo.
Las circunstancias de su caída pueden ser excepcionales también, en contra de los previsto por numerosos analistas, quienes venían pronosticando un abandono por defunción de la poltrona presidencial. Mubarak ha gobernando con mano de hierro el país, con tres décadas de Estado de excepción a sus espaldas. La represión y el fraude electoral han convertido al sistema político egipcio en uno de los menos evolucionados de entre los Estados árabes, ya sean monarquías o repúblicas.
La comunidad internacional, no obstante, ha encontrado en Mubarak y su actitud moderada y conciliadora de cara al exterior (y en especial en torno a los conflictos en Oriente Próximo) un aliado estratégico, en especial Estados Unidos e Israel, y por extensión los países europeos. De ahí lo que los analistas denominan la trampa de la estabilidad y la seguridad, y el escaso éxito de los esfuerzos estadounidenses y europeos a la hora de promover la democracia en el país.
Todo eso está cambiando en las últimas semanas. Una ola de protestas asuela la región del Norte de África y Oriente Próximo, en lo que recuerda a los movimientos que se vivieron a finales de los ochenta en Europa del Este previos a la caída del telón de acero.
Un gran número de ciudadanos egipcios han decidido que el lema “Más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer” ya no funciona. Las manifestaciones en contra del régimen se suceden. El ex director del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) y premio Nobel de la Paz en 2005, Mohamed el Baradei, exige a Mubarak que abandone el país antes del viernes 4 de febrero para “evitar un baño de sangre”, mientras se posiciona como uno de los principales candidatos para liderar la transición.
El primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, afirma que “se ha acabado el tiempo en que los gobiernos sobreviven con la represión”. Y la secretaria de Estado de EE UU, Hillary Clinton, ha abogado por una transición pacífica y ordenada, mientras los 27 ministros de Asuntos Exteriores de la Unión Europea, presididos por Catherine Ashton, insisten en la idea de una transición ordenada basada en un gobierno de amplia base.
Para más información:
Randa Achmawi, «Egipto busca su futuro». Afkar/Ideas núm. 24, invierno 2009-2010.
Khalil al Anani, «El papel de los Hermanos Musulmanes». Afkar/Ideas núm. 24, invierno 2009-2010.
Samir Radwan, «¿Está saliendo Egipto de la crisis?». Afkar/Ideas núm. 24, invierno 2009-2010.
Tewfik Aclimandos, «De Sadat a Mubarak». Afkar/Ideas núm. 24, invierno 2009-2010.
Jean-Pierre Filiu, «¿Vive el islam una nueva edad de oro?». Política Exterior núm. 139, enero-febrero 2011.
Gamal Soltan, «La política exterior egipcia en la encrucijada». Afkar/Ideas núm. 24, invierno 2009-2010.
Hala Mustafa, «Después de la tormenta: el dilema de la paz en Egipto». Afkar/Ideas núm. 24, invierno 2009-2010.
Hala Mustafa, «¿Cambiará Egipto de escenario político?». Política Exterior núm. 135, mayo-junio 2010.
Sarah Ben Nefissa, «Egipto: gobernanza, sociedad civil y política». Afkar/Ideas núm. 24, invierno 2009-2010.
Ignacio Gutiérrez de Terán y Jorge Fuentelsaz, «El Egipto de Mubarak: esclerosis reformista y crisis económica». Política Exterior núm. 125, noviembre-octubre 2008.
Entrevista con Gamal al-Banna, hermano del fundador de los Hermanos Musulmanes, «Pensamiento político islámico contemporáneo en Egipto». Afkar/Ideas núm. 17, primavera 2008.
Ricard González, «Democratización e islamismo». Política Exterior núm. 113, septiembre-octubre 2006.
Omayma Abdel Latif, «Egipto: los compromisos de cambio de Mubarak». Política Exterior núm. 110, marzo-abril 2006.
Kristina Kausch, «¿Por qué Occidente debe renunciar a Egipto?». Fride, mayo 2010.
Richard Haass, «Egypt’s Need for Presidential Change». Council on Foreign Relations, febrero 2011.
Foreing Policy, «Pharaoh’s End». Artículo, febrero 2011.
Javier Valenzuela, «¿Cómo enterrar a la momia?». El País, febrero 2011.
Michele Dunne, «Too Late for Reform Now”. Arab Reform Bulletin, enero 2011.
La caida de Hosni Mubarak en Egipto, como la de Ben Ali en Tunesia hace semanas,demuestra la enfermedad de aferrarse en el poder que tienen la mayoria de los presidentes Africanos por no querer dejar el poder con honor y entrar en la puerta grande de la historia de sus respectivos paises, por otro lado los dictadores Africanos y de Oriente proximo, no han sabido construir instituciones fuertes del Estado,ni fomentar la democracia como sistema de garantia de estabilidad politica en beneficio de todos,ni han sabido preparar el relevo generacional para modernizar sus paises,y construir un Estado de Derecho, lamentablemente lo que mas han hecho es permanecer en el poder de forma indefinida,e incluso algunos declarandose presidentes vitalicios, arrebaracion y disparates para una mente sana y civilizada,lo que mas han hecho ha sido comportarse como semidioses, institucionalizando la corrupcion en todas las esferas del Estado,la cosa publica se convierte en asunto privado familiar para enriquecerce,hasta organizando sucesiones dinasticas, excluyendo a muchos actores politicos para participar en la vida politica, organizando elecciones fraudulentas para legitimar sus poderes autocraticos dictatoriales e incluso tribales y regionales con unos votos de 99,99% de sufragios cifras inimaginables en una pura democracia pluralista.
Los vientos de cambios que soplan en el Magreb, deben alcanzar todo los rincones donde todavia hay regimenes dictatoriales y acabar con ellos,tiempos de hombres fuertes de dictadores esta caduco y obsoleto en el s.XXI, por otro lado, los dictadores blasfeman las democracias, todos sus partidos politicos se llaman partidos democraticos sin saber el significado ni cumplir esta palabra sagrada es sus terminos nobles, que es la democracia, el poder del pueblo.
La comunidad internacional tiene el deber de trabajar con las fuerzas democraticas reales del mundo para erradicar estas lacras de dictaduras en el mundo actual, ya que sus causas relantizan el desarrollo y progreso economico, social,y cultural y el respeto de los derechos humanos en el mundo. Con la era de las comunicaciones actuales que hacen que el planeta tierra sea una aldea global interplanetaria, y la interdependecia de las Naciones, es imperativo que las fuerzas democraticas del mundo pongan en la agenda global para democratizar el mundo,con el mismo esfuerzo que se empleo para descolonizar el mundo o precisamente de los paises del trercer mundo, hoy llamados paises en via de desarrollo, es inconcebible que de los 6 mil millones de seres humanos en la tierra solo 1 millar viven en regimenes democraticos. Los derechos humanos deben primar sobre los interes economicos y politicos.
Viva la democracia.