“El señor Noda puede resultar un Yoda, pero es mucho más probable que acabe simplemente en Nada…”. El tono en la mayoría de los comentarios al artículo del semanario The Economist sobre el nuevo primer ministro japonés, Yoshihiko Noda, es similar. Con seis primeros ministros en los últimos cinco años, los japoneses se hacen pocas ilusiones sobre la perdurabilidad del séptimo.
Noda, de 54 años, se enfrenta a una serie de desafíos formidables, tanto internos como externos. Para empezar, la elección del nuevo primer ministro ha ahondado en la fractura de su partido, el gobernante Partido Democrático de Japón (PDJ), con varias facciones en pie de guerra. Asimismo, las divisiones en el Parlamento japonés son profundas, lo que se traduce en bloqueos constantes. Para cerrar este círculo endiablado, el descontento popular con la clase política se agudiza cada día que pasa, debido a la mala gestión por parte de ésta de los desastres del 11 de marzo.
A estos problemas políticos hay que sumar la situación de la economía japonesa, que no despega y se ve lastrada por el déficit, la deuda y la deflación. Mientras, el yen continúa su escalada, minando la capacidad exportadora del país.
Para lidiar con tal escenario, Noda promueve la idea de una gran coalición entre el PDJ y el principal partido de la oposición, el Partido Liberal Democrático. El nuevo primer ministro aboga por una subida de impuestos, a pesar de que el país no acaba de salir de la recesión. En el PDJ muchos se oponen a un cambio de política fiscal.
Además de enfrentarse al creciente desequilibrio fiscal japonés, Noda debe acabar con la crisis atómica de Fukushima, reorganizar el suministro energético y tomar una decisión sobre el futuro de la energía nuclear. A lo que se añade la reconstrucción de la devastada costa del noreste, donde decenas de miles de personas evacuadas continúan viviendo fuera de sus casas. El coste de tal empresa se estima en más de 300.000 millones de dólares.
Dada la experiencia con sus antecesores en el cargo, las esperanzas en torno a Noda no son elevadas. La inestabilidad política y la continua rotación de primeros ministros son una de las razones que ha llevado a la agencia de calificación de riesgo Moody’s a rebajar la nota crediticia de Japón, la tercera economía del mundo. En 2010, el país se vio superado como la segunda economía mundial por China.
Política Exterior
La revista Foreign Affairs tilda a Noda de moderado, aunque aclara que dentro del PDJ, de centro-izquierda, sus posiciones tienden a ser más realistas que las de sus compañeros. En algunos temas, Noda se ha revelado como un halcón. Sirva como ejemplo su defensa de la tesis de que los criminales de guerra japoneses, condenados por un tribunal de las fuerzas aliadas tras la derrota de Japón en la Segunda Guerra Mundial, no son en realidad criminales. Su insistencia en esta idea el pasado 15 de agosto ha enturbiado las relaciones con la vecina Corea del Sur.
Todos los vecinos de Japón celebrarán elecciones o procederán a un cambio de líderes en 2012, por lo que los siguientes meses de Noda en el cargo requerirán una diplomacia bien calibrada. Entre las cuestiones más delicadas, las relaciones con una China que en los últimos tiempos se ha mostrado más combatida con Japón. Para contrarrestar el creciente peso del dragón chino, Noda se ha mostrado partidario de estrechar aún más las relaciones con Estados Unidos.
Para más información:
Florentino Rodao, “La penúltima reinvención de Japón”. Política Exterior núm. 76, julio-agosto 2000.
Peter F. Drucker, “En defensa de la burocracia japonesa”. Política Exterior núm. 66, noviembre-diciembre 1998.
Fernando Delage, “El fin del modelo japonés”. Política Exterior núm. 66, noviembre-diciembre 1998.
Sheila Smith, “Japan’s New Prime Minister”. Foreign Affairs, agosto 2011.