“Históricamente, la evolución de la Alianza Atlántica ha sido el producto de una lenta y laboriosa adaptación a nuevas realidades, más que el resultado de un designio estratégico a largo plazo”, afirma Antonio Ortiz, el que fuera asesor político en el gabinete del secretario general de la OTAN entre 2004 y septiembre de 2010.
El 20 de noviembre, en desafío claro a los designios de la historia, la Alianza aprueba en Lisboa su nuevo Concepto Estratégico, que sustituye al adoptado en 1999. Desde entonces y como suele, la OTAN ha tratado de adaptarse de manera constante a unas condiciones estratégicas que cambian de forma acelerada. A los ataques terroristas del 11-S siguió la intervención en Afganistán, donde la misión de la Fuerza de Asistencia de Seguridad en Afganistán (ISAF, en sus siglas en inglés) continúa. De hecho, es Afganistán y su alargada sombra el tema que marca el debate en esta última cumbre atlántica, cuestión táctica y operativa más acuciante que cualquier asunto estratégico.
¿Las futuras operaciones de la OTAN se parecerán a la misión de ISAF o bien se trata de una misión única e irrepetible?, se pregunta Ortiz. Lo cierto es que ninguna operación de la OTAN ha sido igual que la anterior. “Es posible que esta ‘guerra de necesidad’ ponga fin al intervencionismo liberal surgido en los años noventa tras la tragedia de los Balcanes. Más allá del voluntarista discurso oficial, existe un profundo desencanto y escepticismo ante los límites, incluso ante la inutilidad, del impresionante esfuerzo civil y militar en el país centroasiático”, expone Ortiz, en la actualidad destinado en la misión de la Unión Europea en Ramala.
Otra cuestión clave que discutirán en Lisboa los jefes de Estado y de gobierno de la Alianza Atlántica es la apertura hacia Rusia, a la que se califica de socio preferente. La Alianza necesita dar cabida a Rusia y así poder rediseñar una nueva arquitectura de seguridad en Europa. Los temas de cooperación van desde el desarrollo de una nueva estrategia de disuasión nuclear a la lucha contra el terrorismo y el crimen organizado.
Por supuesto, el tema estrella no desaparece: la presentación del nuevo Concepto Estratégico. En él se definen las funciones de la Alianza, los riesgos a los que se va a enfrentar (como titula The Economist: menos dragones y más serpitentes en el camino), el ámbito geográfico de su actuación, el proceso de consultas entre Estados miembros y las modalidades de cooperación con terceros. Todo ello requerirá una serie de reformas de organización y capacidades para adaptar la OTAN a la nueva estrategia, asuntos que también será discutidos en la capital portuguesa.
Sin duda, una cumbre sustanciosa y crítica sobre la que se han escrito numerosos análisis e interpretaciones, entre ellos los incluidos en el último número de Política Exterior, de noviembre-diciembre de 2010. A continuación les presentamos un listado de documentos de referencia. Y es que la OTAN no se reinventa todos los días.
Para más información:
Antonio Ortiz, «OTAN: crisis, guerra y otros desafíos». Política Exterior núm. 138, noviembre-diciembre 2010.
Belén Lara, «OTAN, EE UU y armas nucleares en suelo europeo». Política Exterior núm. 138, noviembre-diciembre 2010.
José María Treviño, «El futuro de la OTAN después de la cumbre de Lisboa de 2010». Real Instituto Elcano, noviembre 2010.
VV AA, «El Concepto Estratégico de la Alianza Atlántica y los intereses nacionales: propuestas para la cumbre de la OTAN en Lisboa». Real Instituto Elcano, octubre 2010.
Roland Flamini, «Asia Central y la logística de la guerra afgana». Política Exterior núm. 136, julio-agosto 2010.
José María Robles Fraga, «Año decisivo para Af-Pak». Política Exterior núm. 133, enero-frebrero 2010.
The Economist, «The future of NATO: Fewer dragons, more snakes». Artículo, noviembre 2010.
Andrew R. Hoehn y Sarah Harting, «Risking NATO. Testing the Limits of the Alliance in Afghanistan». Rand Corporation, noviembre 2010.