Por Pablo Colomer.
La niebla de guerra es una metáfora acuñada por el militar prusiano Karl von Clausewitz (1780-1831) que refleja la incertidumbre en la que queda envuelta toda acción militar, que debe ser dirigida “prácticamente a oscuras, lo que, por añadidura, como la niebla y la luz de la luna, otorga con frecuencia a las cosas un contorno exagerado y una apariencia engañosa”.
La guerra civil en Libia prosigue con los vaivenes propios de una campaña compleja y caótica. A 1 de abril de 2011, las fuerzas del régimen de Muammar el Gaddafi han recuperado, por segunda vez, el enclave estratégico de Ras Lanuf, y marchan nuevamente hacia Bengasi, la capital rebelde.
La OTAN ya ha tomado los mandos de toda la operación (ataques contra objetivos terrestres, zona de exclusión aérea y embargo de armas), bautizada como Operación Protector Unificado, cuyo objetivo principal, de acuerdo con la resolución 1973 del Consejo de Seguridad de la ONU, es proteger a los civiles de la amenaza de ataque por parte de las tropas leales a Gaddafi. ¿Cuál es el alcance del mandato? Éste es lo suficientemente nebuloso como para dotar al comandante de la operación, el teniente general Charles Bouchard, de una cierta discrecionalidad. Parece que la flexibilidad de la colación internacional será lo que determine finalmente el alcance de las acciones militares.
Para Robert McNamara (1916-2009), secretario de defensa estadounidense durante gran parte de la guerra de Vietnam, la niebla de guerra significa que la guerra es tan compleja que la habilidad para comprender todas sus variables queda mas allá de la capacidad de la mente humana. “Nuestro juicio, nuestra comprensión, no son los adecuados –afirma McNamara–. Y matamos gente innecesariamente”. Por el momento, un representante del Vaticano en Trípoli ha denunciado la muerte de al menos 40 civiles en los bombardeos sobre la capital libia por parte de la aviación aliada.
En el frente político, la coalición internacional busca la manera de acabar con el régimen de Gaddafi tras la conferencia de Londres sobre el futuro del país, celebrada el 29 de marzo. A dicha conferencia asistieron representantes de 36 países y cinco organizaciones internacionales. Entre los temas de la agenda estaba analizar la situación militar sobre el terreno, dar un impulso político a coalición internacional que apoya la intervención militar, estudiar las necesidades de ayuda humanitaria de la población libia y analizar la estrategia política de futuro en el país, para evitar que una eventual marcha de Gaddafi cree un vacío de poder.
Un representante del Consejo Transicional Interino Libio, Mahmoud Jabril, estuvo en la capital británica entrevistándose con algunos líderes de la coalición internacional. Los representantes del movimiento rebelde han garantizado en un comunicado la celebración de elecciones justas sin la presencia del dictador. Su aspiración principal es crear un “Estado moderno, libre y unido”. De momento, el ministro de Asuntos Exteriores libio, Mussa Kussa, ha sido uno de los primeros miembros del círculo de Gaddafi en abandonar el barco. La coalición ha dejado la puerta abierta a que el propio Gaddafi no comparezca ante el Tribunal Penal Internacional acusado de crímenes contra la humanidad si acepta dejar el país.
Tras la conferencia de Londres, se acordó la creación de un grupo de contacto formado por representantes de los países participantes, encargado de la dirección política en coordinación con Naciones Unidas, la Unión Africana, la Liga Árabe, la Organización de la Conferencia Islámica y la Unión Europea. El grupo mantendrá una primera reunión en Doha (Catar), uno de los pocos países árabes que participan directamente en la acción militar.
La insurrección en Bengasi comenzó el 17 de febrero. Un mes después, con la ciudad a punto de sucumbir bajo la bota de Gaddafi, una colación países europeos, árabes y norteamericanos decidió intervenir. Tras una semana de avances, los rebeldes, una amalgama heterogénea de colectivos autóctonos con escasa formación militar, vuelven a estar a la defensiva. ¿Qué podemos esperar de esta guerra engañosa, como todas las guerras?
Todo aquello que la niebla de la guerra sustraiga a la clara visión deberá ser adivinado por el talento o quedar librado a la suerte, según Clausewitz. El futuro de Libia, por el momento, sigue en el aire.
Para más información:
Luis Martínez, “Libia: de la amenaza islamista a la revolución”. Afkar/Ideas núm. 29, primavera 2011.
Haizam Amirah Fernández, “El regreso de Libia”. Política Exterior núm. 111, mayo-junio 2006.