La descalificación de las agencias de calificación

 |  15 de julio de 2011

La crisis de deuda soberana en la zona euro ha vuelto a situar a las agencias de calificación de crédito en el centro del escenario. No para bien, desde luego, como viene sucediendo desde que estalló la crisis financiera en 2007. La máxima calificación que otorgaron a los ahora conocidos como “bonos basura” pesa como una losa sobre su reputación. Estas calificaciones tan favorables contribuyeron al colapso del mercado inmobiliario estadounidense, epicentro de la crisis. Desde entonces, su capacidad de análisis ha sido cuestionada seriamente por todo tipo de públicos.

Los últimos en sumarse a la función, con la energía de los recién llegados, son los dirigentes de la Unión Europea. Los líderes europeos se quejan de que las agencias infravaloran de manera sistemática la deuda de la zona euro. La calificación de Grecia, Irlanda y Portugal al nivel de “bono basura” es prueba de ello. Según el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, parece haber determinados prejuicios en los mercados a la hora de evaluar cuestiones específicas relacionadas con Europa. Otros dirigentes van más lejos acusando a las agencias de trato preferencial con Estados Unidos.

Tres grandes agencias controlan más del 90% del mercado de calificaciones de empresas y países. Se trata de las estadounidenses Standard & Poor’s, Moody’s y Fitch. Su labor consiste en otorgar calificaciones que contribuyan a mejorar la información que hay en los mercados sobre un determinado producto financiero o la deuda de un país. En base a estas notas de solvencia, los inversiones deciden dónde poner su dinero.

Para otorgar esas calificaciones, las agencias se basan en numerosos factores. Nicolas Véron, investigador Bruegel, un think tank con sede en Bruselas, lo explica en relación a la decisión de Moody’s de rebajar la nota de Portugal. En este caso hubo una novedad significativa: la agencia tuvo en cuenta factores ajenos al propio Portugal, pero relacionados con la zona euro y la gestión de la crisis por parte de los dirigentes europeos. La confusión que reina en el Viejo Continente, reconoce Moody’s, alimenta la crisis, y no los prejuicios de las agencias.

En julio de 2010, Estados Unidos creó una Office of Credit Ratings para controlar mejor a las agencias y proteger a los inversores. La Unión Europea, a su vez, estableció a principios de 2011 una autoridad independiente conocida como la European Securities and Markets Authority, para regular las actividades de las agencias de acuerdo con los estándares europeos. Ahora los dirigentes de la UE hablan de crear una agencia europea de calificación independiente, para contrarrestar la influencia de las estadounidenses. Por el momento, la Comisión Europea se plantea un nuevo cambio en la regulación relativa a estas compañías para otoño.

Las agencias, a pesar de todo, se mantienen en el centro del escenario. Una razón de peso es la fuerza que reciben de las autoridades que tanto las critican. El Banco Central Europeo y la Reserva Federal estadounidense exigen sus calificaciones crediticias para todo tipo de entidades si quieren operar en la ventanilla del banco central. Según Sebastian Mallaby, investigador del Council on Foreign Relations, un think tank estadounidense, la solución se encuentra en mano de los gobiernos, pero no en el sentido que muchos creen. Una mayor regulación y más poder estatal frente a las agencias incitará a estas a contraatacar y ser más agresivas en sus calificaciones, dado su estatus de oligopolio. ¿La solución? Simplemente, dejar de dar tanta importancia a sus calificaciones.

Los inversiones deberán volver a hacer sus deberes antes de poner sus ahorros en cualquier sitio.

Para más información:

Council on Foreign Relations, “The Credit Rating Controversy”. Dossier, julio 2011.

 

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