La denominación Boko Haram es una declaración de intenciones. Ha sido traducido en numerosas ocasiones de una manera algo simplista como “la educación occidental está prohibida”. Esta traducción no es del todo correcta, ya que si bien Haram se puede traducir del árabe como “prohibición”, una incorrecta interpretación ha llevado a afirmar que Boko deriva de una alteración del término Book, libro en inglés. Sin embargo, en la lengua hausa Boko significa “lo falso, inauténtico o fraudulento” y, por extensión, puede traducirse como “cualquier lectura o escritura que no está conectada con el islam”.
Así, en un intento de erradicar cualquier tipo de “educación occidental”, Boko Haram se ha marcado como uno de sus objetivos prioritarios los ataques a instalaciones educativas, al profesorado y a los estudiantes, generando una alarma pública y mediática tanto a nivel local como internacional.
Los ataques a las escuelas alcanzaron relevancia internacional en abril de 2014, cuando el grupo secuestró a más de 200 estudiantes de secundaria en Chibok, para convertirlas en esclavas sexuales. Suscitó una ola de indignación internacional, con la campaña viral #BringBackOurGirls, que llegó hasta la Casa Blanca.
Sin embargo, la presión mediática fue disminuyendo a medida que pasaba el tiempo. Lo que no evitó que el grupo terrorista siguiera obcecado en erradicar la propagación de la educación occidental. Sus matanzas y la destrucción de las instalaciones educativas, así como el secuestro de los estudiantes y el personal del sistema educativo continúan a día de hoy. Amnistía Internacional eleva ya a 2.000 las mujeres y niñas secuestradas por Boko Haram desde enero de 2014, la mayoría de ellas convertidas en esclavas sexuales.
Solo en Nigeria, cerca de 600 profesores han sido asesinados desde el inicio de las actividades terroristas del grupo. El clima de inseguridad ha hecho que cientos de profesores y empleados de los centros educativos, en especial en las regiones de norte y noreste, hayan abandonado sus puestos de trabajo. Nigeria Union of Teachers tiene constancia de que más de 19.000 profesores han sido desplazados, mientras que 272 han perdido la vida a manos de los ataques de Boko Haram solo en el estado de Borno .
Por otra parte, los niños viven con miedo ser las próximas victimas. Temen ser secuestrados y utilizados como terroristas suicidas, lo que les está llevando a abandonar las aulas.
Según Unicef, más de 2.000 escuelas permanecen cerradas en la región donde Boko Haram actúa: Nigeria, Camerún, Chad y Níger. Cientos de centros educativos han sido atacados, saqueados o incendiados en ataques terroristas. Algunas escuelas, especialmente en la ciudad de Baga, en el norte del Estado nigeriano de Borno, llevan más de dos años cerradas.
Al destruir las escuelas y universidades, el grupo extremista está saboteando los esfuerzos del gobierno de Nigeria para mejorar la educación en el noreste del país, que durante años ha tenido las tasas de escolarización más bajas de todo el país. Por su parte, Naciones Unidas estima que la violencia y los ataques contra la población civil han obligado a un millón de niños a abandonar la escuela. Esta “asombrosa cifra” es el resultado de un conflicto que está suponiendo golpe mortífero para el sistema educativo de la región.
El millón de niños que ha abandonado su escolarización a causa del terrorismo de Boko Haram, se suma a los estimados 11 millones de niños en edad de escolarización primaria que estaban fuera de la escuela en Nigeria, Camerún, Chad y Níger antes del inicio de la crisis.
Los ataques contra los alumnos, los profesores y los edificios demuestran el desprecio del grupo terrorista por el derecho a la educación. Estos ataques constituyen crímenes de lesa humanidad, tal como se define en el artículo 7 del Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional. El derecho de los niños a la educación ha sido severamente vulnerado en el noreste de Nigeria, llegando en muchos casos a ser completamente erradicado debido a los frecuentes ataque y la inseguridad. Todos los actos de violencia perpetrados por Boko Haram y otros grupos constituyen delitos en el ordenamiento jurídico nigeriano. El gobierno de Nigeria se enfrenta al difícil reto de prevenir y perseguir estos ataques.
Las consecuencias a largo plazo pueden ser muy graves, ya que el impacto psicológico será profundo. Para los estudiantes que escaparon de la muerte, para quienes sufrieron heridas graves o vieron a sus compañeros de clase ser tiroteados, no resulta fácil coger la mochila y regresar a la escuela tan pronto se vuelva a abrir. Si el miedo lleva a muchos niños a negarse a volver a la escuela, Boko Haram estará ganando la batalla.