Por Jaume Giné Daví.
El Parlamento ruso aprobó el 26 de noviembre de 2010 una declaración solemne en la que se pide perdón a Polonia por la masacre cometida en Katyn por la policía secreta soviética, cumpliendo una orden rubricada por Stalin. Es lo que esperaba y merecía el pueblo polaco. Han tardado 70 años. Pero, ¿qué ocurrió en los bosques de Katyn hace siete décadas?
En el verano de 1977 viajé por primera vez a la Unión Soivética. En mi trayecto desde Varsovia hasta Moscú hice una parada en Katyn, a unos 400 kilómetros de Moscú y cerca de Smolensk. Acogía un sobrecogedor monumento que recordaba el asesinato de los 21.857 polacos, entre militares y civiles, que habían sido internados en septiembre de 1939 en los campos soviéticos de Kozielsk, Starobielsk y Ostaszkow. Eran una parte significativa de la elite polaca. Recibieron, uno por uno, un frío y certero tiro en la nuca, enterrados luego en fosas comunes en Katyn, Járkow y Kalinin.
En Katyn, los guías rusos me explicaron la versión oficial soviética, que atribuyó la masacre a los nazis que invadieron la URSS el 22 de junio de 1941. Pero en 1977 ya era sabido que la verdad era otra. Un informe de la Cruz Roja Internacional denunció en 1943 la autoría soviética. Tras finalizar la guerra en 1945, Polonia cayó en la órbita soviética y sus fronteras movidas hacia el oeste. Solo en 1981, con la llegada de Solidarnosc, liderada por Lech Walesa, el país empezó a deshacer los nudos que le ataban a Moscú. Hasta entonces existió una gran ambigüedad y complicidad en Occidente, especialmente en una parte de la izquierda europea que prefirió cínicamente guardar silencio sobre los crímenes de la etapa estalinista.
Tuvieron que pasar cuatro décadas y caer la URSS para que, en 1990, el presidente ruso Mijail Gorbachov entregase a su homólogo polaco Wojciech Jaruzelski unos primeros documentos y se abriese una investigación oficial rusa para esclarecer lo ocurrido en Katyn. La fiscalía rusa, bajo la presidencia de Vladimir Putin, concluyó el caso en 2004. Algunos documentos ya habían ido desclasificados por el presidente Boris Yeltsin y publicados en Polonia y Rusia en los años noventa por algunos historiadores. Suficientes para confirmar que la masacre se produjo por una orden del 5 de marzo de 1940, rubricada por Stalin y ejecutada en abril y mayo por la NKVD, la policía secreta del régimen. Ocurrió antes de la invasión alemana. Algunos documentos del archivo estatal de Rusia fueron colgados en Internet el 28 de abril de 2010. La orden tomada por el presidente Dmitri Medvedev hacía referencia a la publicación de los documentos auténticos de la carpeta número 1 del Politburó del PCUS sobre “el problema” de Katyn. Pero la mayor parte de los documentos siguen clasificados como secreto de Estado.
Polonia ha pedido incesantemente a Rusia que se desclasifiquen todos los documentos. Medvenev no cierra tal posibilidad, pero sabe que ello podría provocar una reclamación internacional polaca contra Rusia. Varsovia considera que Katyn es mucho más que “un problema”. En 2005, el Parlamento polaco exigió que la masacre fuera calificada como un acto de genocidio. Estos delitos no prescriben jurídicamente. Las familias de las víctimas no han cesado de demandar a Moscú, incluso ante el Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo. Más que unas indemnizaciones económicas piden una reparación moral que pasa por desvelar, tras décadas de mentiras y silencios, toda la verdad. El pueblo polaco ansía conocerla. Pero también debería conocerla el pueblo ruso.
Moscú tiende puentes hacia la reconciliación. El 2 de abril, el canal de la televisión rusa “Kultura” emitió el film Katyn, del director Andrzej Walda, de 84 años, cuyo padre fue una de las víctimas de los fusilamientos de la NKVD. La película, un testimonio estremecedor de lo sucedido, fue emitida de nuevo el domingo 11 de abril en otra cadena y en un horario de máxima audiencia.
El 10 de abril de 2010, 70 años después de la matanza, un Tupolev en el que viajaban el presidente polaco Lech Kaczynski, su esposa, el jefe del ejército y el gobernador del Banco Central, entre otros dignatarios, se estrelló en los bosques de Smolensk. Las 96 víctimas del avión presidencial se dirigían precisamente a Katyn para honrar a los asesinados. Otra gran ironía de la historia. Los bosques que fueron testigos de la masacre de la élite polaca en 1940 volvieron a serlo en 2010 de la trágica muerte de los representantes de las más altas instituciones del país. Sin embargo, esta última tragedia ha acercado a los dos países, camino de la reconciliación. La presencia del hoy primer ministro Putin junto a su homólogo polaco, Donald Tusk, el 7 de abril en Katyn, en una sentida ceremonia en recuerdo de las víctimas, fue un gesto bien valorado por los polacos, aunque el presidente ruso no pidió disculpas.
Es posible que Polonia, que ya se reconcilió con Alemania, también lo haga con Rusia. No es tan fácil. El 1 de septiembre de 2009 se conmemoró en Gdansk el 70º aniversario del inicio de la Segunda Guerra mundial. Putin reabrió las heridas al intentar exculpar a su país de los orígenes del conflicto, lo que causó indignación en Polonia. Moscú tenía que condenar sin reservas los crímenes del estalinismo. Finalmente, el Parlamento ruso ha reconocido la culpabilidad de Stalin y ha pedido perdón a Polonia.
Han tardado 70 años.
Jaume Giné Daví es profesor de la facultad de derecho de Esade e investigador asociado a Igadi.
Todo esto que cuentas es la neo-versión «canónica» del mal llamado «POST-COMUNISMO», y lavado-revisionismo del grupo Gorvachov-Yeltsin gang, que está lejos de ser aceptado cómo «certeza» histórica y objetiva visión, y más bien una enorme «re-Constructo-ición» de las mentiras y propaganda de la GUERRA FRÍA; en su nueva étapa!!!!!!!
SALUT!!!!!
Addenda:
http://www.melibro.com/koba-el-temible-de-martin-amis/