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Bandera israelí junto a la bandera de la Unión Africana. GETTY

Israel regresa a África

Los países africanos han dejado atrás la ideología y abrazan el pragmatismo en sus renovadas relaciones con Israel, cuya meta ahora es volver a formar parte de la Unión Africana, colofón de su retorno político a un continente donde ya operan muchas de sus empresas.
Antoni Castel
 |  3 de febrero de 2022

Israel ha regresado a África, el continente con el que ya mantuvo estrechas relaciones en los años sesenta, cuando los dirigentes de los países recién independizados simpatizaban con el Estado hebreo creado en 1948. El regreso, concretado en los últimos años con el restablecimiento de relaciones diplomáticas, encuentros bilaterales de alto nivel y el desembarco de empresas israelíes –sobre todo de seguridad y tecnología agrícola– se debería oficializar de forma simbólica con la participación de Israel como miembro observador de la Unión Africana en la cumbre de la organización panafricana de Addis Abeba, entre el 5 y el 6 de febrero.

Sin embargo, la admisión, acordada por el presidente de la Comisión de la UA, Moussa Faki Mahamat, el 22 de julio del año pasado, se deberá discutir durante la cumbre. La admisión ha sido rechazada por países tan importantes como Argelia, que no reconoce el Estado de Israel; Túnez, Suráfrica, Zimbabue, Egipto y Nigeria, que critican que la decisión la tomara Faki Mahamat de forma unilateral, con el apoyo del presidente en ejercicio de la UA, Félix Tshisekedi.

En las últimas semanas, la diplomacia israelí se ha movilizado para buscar apoyos entre países con peso en la UA, como Senegal –cuyo jefe de Estado, Macky Sall, tomará el relevo de Tshisekedi en la presidencia de la organización–, Chad y Marruecos, con quien estableció relaciones diplomáticas en diciembre del 2020.

Israel había sido miembro observador hasta 2002, cuando la Organización de la Unidad Africana (OUA), creada en 1963 en Addis Abeba en la euforia por las primeras independencias, dejó paso a la Unión Africana. La expulsión de Israel fue una exigencia del impulsor de la nueva entidad, el líder libio Muamar Gadafi, cuya influencia era notable en muchas capitales africanas, sobre todo del Sahel y de pequeños países, necesitados de su ayuda financiera.

 

«La expulsión de Israel de la Unión Africana a principios del siglo XXI fue una exigencia del impulsor de la nueva entidad, Gadafi, cuya influencia por aquel entonces era notable en muchas capitales africanas»

 

En el caso de que se confirme la admisión, Israel habrá conseguido un importante éxito diplomático en un continente receptivo a las tesis palestinas. Miembro observador desde el 2012, la Autoridad Palestina asiste con regularidad a las cumbres, en las que interviene su presidente, Mahmud Abbas. En el momento de mayor ostracismo de Israel en África, a causa de la ruptura de relaciones diplomáticas por parte de numerosos países en respuesta a la guerra de Yom Kippur en 1973, llegó a intervenir ante la OUA el líder de la Organización de Liberación de Palestina, Yasir Arafat.

El regreso de Israel a la Unión Africana refleja, según destaca Rina Bassist en un análisis publicado en el Centro Moshé Dayan de la Universidad de Tel Aviv, los cambios políticos en las relaciones con Israel, basadas más en el pragmatismo que en la ideología. No obstante, su ingreso no significa que la UA deje de criticar la política israelí y de apoyar las resoluciones de condena de la ocupación. Bassist subraya que la experiencia demuestra que los países africanos con los que se han establecido relaciones diplomáticas y lazos comerciales siguen votando a favor de los palestinos en los foros internacionales.

Aunque la presencia en Addis Abeba ya representa un avance para los intereses israelíes, no se debe olvidar la hostilidad de dos países con un gran peso en África: Argelia y Suráfrica. En el caso de Argelia, porque interpreta como una afrenta el reconocimiento estadounidense de la marroquinidad del Sáhara a cambio del establecimiento de relaciones diplomáticas entre Marruecos e Israel. Argelia, receptivo por su propia historia anticolonial a la causa palestina, se erige como un firme defensor en la Liga Árabe del rechazo a la normalización con Israel. Con Suráfrica, las relaciones son tormentosas desde el fin del apartheid, en 1994, con la llegada al poder de Nelson Mandela. El Congreso Nacional Africano (CNA) no olvida el apoyo diplomático y militar de Israel al gobierno afrikáner, que aplicaba una política de segregación racial. En esa etapa, con Mandela en la cárcel, se consolidaron sólidos vínculos entre la dirección del CNA y Arafat.

La normalización con África es fruto, en gran parte, del empeño del anterior primer ministro, Benjamin Netanyahu, quien proclamó en su gira de 2016 por Uganda, Kenia, Ruanda y Etiopía el regreso de su país al continente. “Israel regresa a África”, declaró de nuevo unos meses después, en la cumbre de la Comunidad de Estados del África Occidental celebrada en Monrovia (Liberia). Cuando Netanyahu viajaba al cuerno de África, una región de alto valor estratégico, Israel ya había desembarcado con sus empresas de tecnología en irrigación y en seguridad y la Mashav, la agencia de cooperación creada por Golda Meir a finales de los cincuenta, concedido importantes ayudas. La Mashav, muy activa en África en los años sesenta, destina el 40% de su presupuesto al continente.

 

«Entre las 1.500 empresas israelíes presentes en África destacan las dedicadas a la mejora de la agricultura y las del sector de la seguridad»

 

Entre las 1.500 empresas israelíes, destacan las dedicadas a la mejora de la agricultura: Netafim, vanguardia a nivel mundial en la irrigación gota a gota, y LR Group, presente en Angola, República Democrática del Congo y Chad. Pero también las firmas de seguridad y empresarios como Eran Moas, radicado en Camerún, cabeza más visible de una diplomacia paralela bien conectada con el poder, en este caso con el presidente camerunés, Paul Biya, y la presidencia marfileña.

En seguridad, la joya es el grupo NSO, fabricante del programa espía Pegasus, cuya utilización contra defensores de los derechos humanos y periodistas de medio mundo ha sido denunciada por organizaciones sociales. También están presentes Elbit Systems, el grupo Mer y Verint, cuyos directivos mantienen estrechas relaciones con el ejército y los servicios de inteligencia. Según destaca Jeune Afrique, Athena GS3, una filial del grupo Mer, está dirigida por Shabtaï Shavit, que encabezó el Mosad entre 1989 y1996.

El objetivo de Netanyahu de regresar a África, cuyo rédito recoge su sucesor, Neftalí Bennett, no hubiera sido posible, sin embargo, si la coyuntura internacional no le hubiera sido tan favorable. Una vez rota lo que quedaba de la unidad árabe en la firmeza contra Israel con los Acuerdos de Abraham de septiembre de 2020 impulsado por la administración de Donald Trump, se cayeron las últimas resistencias africanas. Marruecos, que tiene influencia en África Occidental, aceptó el trueque de relaciones con Israel por la soberanía del Sáhara Occidental, que sigue siendo miembro de la Unión Africana. Presionado por Estados Unidos, Sudán, en crisis tras la expulsión del poder del presidente Omar al Bashir, aceptó el reconocimiento de Israel. Tan solo quedan en el bando del No cinco de los siete países árabes de África: Argelia, Túnez, Libia, Mauritania y Comoros. Y tres no árabes: Somalia, un Estado fallido de manual; Malí, distanciado de Francia tras la llegada de los mercenarios rusos de Wagner, y Níger.

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