#ISPE: Tendencias globales 2030

 |  8 de enero de 2013

 

Esta semana en Informe Semanal de Política Exterior: globalización.

Cada cuatro años, el Consejo Nacional de Inteligencia de Estados Unidos, integrado por las 16 agencias de inteligencia, prepara un informe sobre sus previsiones globales a 20 años vista. El más reciente, Global trends 2030: Alternative worlds, se presentó el pasado noviembre y es un compendio de 166 páginas de datos bien elegidos, incisivos análisis y descriptivos escenarios estratégicos.

Según el informe, en 2030 la economía y el gasto militar y en I+D asiáticos superarán a los de Estados Unidos y la Unión Europea, lo que configurará un “mundo multipolar de redes y coaliciones internacionales” que se parecerá más al concebido por Thomas Hobbes que al de Immanuel Kant. Pero, advierte, si actúan ahora, cuando aún representan juntos el 50% del PIB mundial, Washington y Bruselas pueden fijar los estándares globales que otras potencias, incluida China, deberán seguir. En cinco años, podría ser demasiado tarde. Para nadie era un secreto que la Pax Americana, que comenzó en 1945, terminaría inevitablemente en las primeras décadas del siglo XXI. Los nuevos equilibrios globales se vienen gestando desde las reformas lanzadas por Deng Xiaoping en 1978 y la desaparición de la Unión Soviética en 1991.

Lo novedoso es que, por primera vez, Washington admite que en las próximas décadas pasará a ser solo un primus inter pares junto con las grandes potencias mundiales. Pero EE UU tendrá una baza decisiva para mantener su influencia mundial: la independencia energética que le otorgarán los hidrocarburos no convencionales, especialmente el gas y el crudo de esquisto (shale gas y tight oil), que han hecho que el volumen de las reservas dependa hoy más de la tecnología que de la geología. Esos enormes yacimientos ya están activando una revolución económica, industrial y geopolítica.

Si América del Norte expande su capacidad productiva un 3% anual, en 20 años podría superar a Oriente Próximo como primer proveedor mundial de energía. Solo la provincia canadiense de Alberta alberga 175.000 millones de barriles de petróleo en sus arenas bituminosas (tar sands). Rusia será el país más afectado por ese proceso. Mientras que en 2007 necesitaba que el barril de crudo costara 37 dólares para equilibrar su presupuestos, ahora necesita un precio alrededor de los 117 dólares. Las reservas rusas están en gran parte en zonas de Siberia difíciles y caras de explotar.

Si EE UU fuese capaz de exportar gas licuado a Europa a precios competitivos, la geopolítica atlántica daría un vuelco, impidiendo al Kremlin usar sus exportaciones de gas como un instrumento de presión política. Por su parte, Oriente Próximo seguirá siendo uno de los mayores exportadores de energía durante décadas, pero los más interesados en la estabilidad y seguridad de sus suministros pasarán a ser India y China, que se harán más vulnerables a choques energéticos externos. Dado que Australia, Canadá y Brasil también aumentarán notablemente su producción energética, podrán exportar a los países de Asia-Pacífico, haciéndolos menos dependientes de China.

El informe del Consejo Nacional de Inteligencia también señala que la emergente clase media global se convertirá en un actor económico y social de primer orden, lo que fortalecerá sistemas políticos que les garanticen derechos civiles y libertades, por lo que un supuesto “consenso de Pekín”, basado en principios autoritarios, tendrá cada vez menos atractivo como modelo. Entre los países que contarán con potentes clases medias emergentes están Indonesia, Brasil, Colombia, India, Nigeria, Suráfrica y Turquía. Según el informe, el terrorismo integrista islámico declinará a medida que movimientos islamistas moderados lleguen al poder por vías democráticas. La “primavera árabe” parece ser una primera prueba de ese proceso.

Los mayores peligros son medioambientales. La creciente escasez de agua va a ser un condicionante geopolítico de primera magnitud en este siglo. India y China juntas tienen el 37% de la población mundial, pero solo el 10,8% del agua dulce del mundo. Más de 260 cuencas fluviales, que acogen en sus orillas al 40% de la población mundial, son compartidas por dos o más países. Según el informe “Global Water Security” de la Agencia Nacional de Inteligencia de EE UU, la demanda mundial de agua aumentará hasta los 6,9 billones de metros cúbicos en 2030, un 40% más que el actual suministro.

 

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