Esta semana en Informe Semanal de Política Exterior: el huidizo negocio de Internet.
Las grandes compañías tecnológicas de Estados Unidos se han puesto estos días en el ojo del huracán por prácticas fiscales dudosas. Aunque la mayor parte de ellas –Apple, Google, Amazon, eBay…– lleva años sustrayéndose al pago de la mayoría de sus impuestos en los países donde operan, solo ahora han comenzado a concentrar la atención de la prensa internacional.
El cambio se debe a la súbita –y simultánea– embestida de varios gobiernos contra sus tácticas evasivas, el crecimiento de unas compañías que empiezan a facturar sumas billonarias y a la necesidad de los Estados de mayores ingresos tributarios. Las multinacionales utilizan su presencia en decenas de países, con centenares de filiales, para servirse de los complejos intrumentos de la “planificación fiscal”, entre ellos la famosa transfer pricing. Esa vía, dado que sus cadenas de producción y suministro se distribuyen a lo largo de muchos países, les permite elevar sus precios donde es más alta la fiscalidad (para reducir beneficios o registrar pérdidas) y hacer afluir las ganancias a plazas de baja presión impositiva y paraísos fiscales. Esas prácticas se han refinado sobre todo en Silicon Valley y alrededor de Internet. En ese campo, sus ingenieros financieros han demostrado ser tan innovadores e imaginativos como sus ingenieros informáticos. Al no tener operaciones físicas en los países donde sirven a su clientes, es más difícil rastrear sus redes de comercialización. Apple y Google, por ejemplo, tienen su sede europea en Irlanda. Por su parte, eBay utiliza Suiza y Holanda. El sistema se complementa con una red de empresas interpuestas en paraísos fiscales.
Ese juego ha durado demasiado. En una ofensiva no coordinada, la Comisión Europea, la OCDE, el G-20 y diversos países han comenzado a estudiar cómo ganarle la partida a los tahures. Y al hacerlo, han descubierto los múltiples fallos y resquicios de un modelo de globalización incontrolado.
El gobierno australiano ha encontrado que pese a que Google factura 200 millones de dólares en el país, declaró en 2011 pérdidas de 3,9 millones, por lo que solo pagó 74.000 dólares en impuestos. ¿Adónde van las ganancias? A Singapur, donde se procesan las operaciones asiáticas de Google. La compañía alega que sus operaciones en Australia son virtuales. Tanto que parecen moverse en una dimensión fiscal paralela, tan etérea que es inaccesible al fisco. La realidad es más prosaica: utiliza otras empresas para eludir los sistemas fiscales. Un reciente reportaje del New York Times reveló los intrincados mecanismos que se utilizan para explotar gaps fiscales entre los 50 Estados de EE UU. Apple, por ejemplo, creó una oficina en Reno (Nevada) con menos de 20 empleados para centralizar muchas de sus operaciones financieras. Dado que el impuesto de sociedades (corporate tax) en California es del 8,8% y en Nevada del 0,0%, con ello ahorra millones de dólares anuales en el pago de impuestos locales en California y otros 20 Estados.
Los llamados permanently reinvested earnings (PRE) permiten que las empresas mantengan sus beneficios sin repatriar y en paraísos fiscales a cambio de su promesa de reinvertirlos. Esa modalidad evasiva permitió a Microsoft ahorrarse 14.000 millones de dólares el año pasado.
Según la American Accounting Association, el 75% de las 1.100 mayores multinacionales del país hace trampas tributarias que le cuestan al fisco el 20% de sus beneficios en el exterior. El senador Carl Levin ha presentado el Stop Tax Haven Abuse Act y asegura que la suma defraudada por medio del pre es de 1,7 billones de dólares. Londres y Berlín, por su parte, han acordado trabajar juntos en el G-20 para cerrar los agujeros del sistema.
La soluciones no son fáciles. El Internal Revenue Service (IRS), la agencia fiscal federal de EE UU, ha tenido escasos resultados en su lucha contra el transfer pricing. Otros países buscan soluciones más expeditivas, como tasar directamente las ventas en Internet en lugar de los beneficios.
Para más información:
Charles Duhigg y David Kocieniewski, «The iEconomy: How Apple Sidesteps Billions in Taxes». The New York Times, abril 2012.