#ISPE: Esperando la cuarta revolución industrial

 |  31 de octubre de 2012

 

Esta semana en Informe Semanal de Política Exterior: ¿el fin del crecimiento?

La más larga recesión que se ha abatido sobre varias economías desarrolladas en muchas décadas y, en los mejores casos, la más débil recuperación que se recuerde desde los años treinta han generado un sentimiento de pesimismo e incertidumbre entre muchos economistas. Según las últimas previsiones del Fondo Monetario internacional (FMI), el crecimiento del PIB global será este año solo del 2,5%, frente al 4,1% de 2010.

La última teoría atribuye el origen de la crisis a una causa estructural profunda: los acelerados aumentos de la productividad asociados a las sucesivas revoluciones industriales podrían haber alcanzado su fin definitivo. En un estudio publicado por el National Bureau of Economic Research de Estados Unidos, Robert J. Gordon, economista de la Northwestern University de Chicago, se atreve a enunciar la herejía económica suprema al asegurar que un ciclo de crecimiento sostenido, que ha durado 250 años, ha terminado y no se reanudará en un futuro previsible. Aseverar que el progreso económico perpetuo es utópico puede parecer inaudito, pero en sus célebres Ensayos, Michel de Montaigne ya se había preguntado: “¿Cuántas cosas que solamente ayer considerábamos artículos de fe nos parecen ahora meras fábulas?”.

Según Gordon, los beneficios de las grandes innovaciones tecnológicas de las tres primeras revoluciones industriales (las activadas por las máquinas de vapor y los ferrocarriles entre 1750 y 1830; por los motores de combustión y la electricidad entre 1870 y 1900; y por los semiconductores desde 1960), han quedado atrás y no hay posibilidades de que se vuelvan a repetir.

Cada una de esas tres revoluciones fue seguida de periodos de expansión económica, especialmente en los 80 años comprendidos entre 1890 y 1972. Pero tras alcanzar su apogeo en los 25 años posteriores a 1945, desde entonces los aumentos de la productividad han sido muy inferiores. Entre 1996 y 2004 hubo un ligero repunte debido a los avances de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), pero crearon una prosperidad efímera cuyos efectos ya se han desvanecido.

Al fin y al cabo, el crecimiento económico ha sido en la historia más una excepción que la regla: entre 1300 y 1700 fue prácticamente nulo. Ese patrón se rompió desde mediados del siglo XVIII, pero nadie puede asegurar que se haga permanente.

De hecho, recuerda Gordon, las mejoras anuales en la esperanza de vida fueron tres veces mayores en la primera mitad del siglo xx que en la segunda. Duplicar el estándar de vida en Estados Unidos requirió un siglo, entre 1800 y 1900; 28 años entre 1929 y 1957 y 31 años ente 1957 y 1988. Pero volverlo hacer, asegura, requerirá un lapso que se prolongará entre 2007 y 2100. En otras palabras: no habrá un cuarta revolución industrial. EE UU se enfrenta a un entorno económico, tecnológico y demográfico que podría reducir su tasa de crecimiento a un 0,2% anual en los próximas décadas, una décima parte de la tasa registrada entre 1860 y 2007.

Muchos de los datos que aporta el estudio son extrapolables a Europa, sobre todo los referidos al aumento de las desigualdades y a los efectos de la globalización y de los avances de las TIC en la deslocalización industrial.

Diversos economistas califican de “especulativas” las tesis de Gordon, pero elogian el rigor de las pruebas estadísticas e históricas que aporta. David Autor, por ejemplo, economista del Instituto Tecnológico de Massachusetts, sostiene que los campos más promisorios de la innovación tecnológica en las próximas décadas están en la biotecnología y la medicina, pero admite que tendrán escasos efectos en los estándares de vida medios. Si esas previsiones se cumplen, los países ricos, que han basado su modelo social en un ciclo virtuoso de crecimiento y estabilidad política, podrían estar entrando en una nueva era en la que niveles de vida decrecientes alimentarán el descontento social y la deslegitimación de las instituciones políticas.

 

Para más información:

The Economist, «Manufacturing: The third industrial revolution». artículo, abril 2012.

 

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