Irak, un país descabezado

 |  18 de agosto de 2014

Este domingo Barack Obama notificó formalmente ante el Congreso de Estados Unidos las operaciones militares de apoyo aéreo a Irak para recuperar la presa de Mosul, en manos del Estado Islámico (EI). Tras el envío de ayuda humanitaria por aire y la participación en la operación para liberar a los yazidíes de las montañas Sinjar, la implicación estadounidense es una muestra más del descontrol que impera en Irak, donde se pierden territorios y vidas a diario.

Haidar Al Abadi será el nuevo primer ministro en sustitución de Nuri Al Maliki, quien se ha resistido a abandonar el cargo pese a que el presidente kurdo, Fuad Masum, junto con la mayoría de diputados de su partido, el chií Dawa, decidiera retirarle su apoyo en favor de Al Abadi. La disputa política es una vuelta de tuerca a la ya compleja situación que vive Irak. Al Maliki rodeó Bagdag con cuerpos de las fuerzas especiales haciendo temer un golpe de Estado que nunca llegó, acusó a Masum de violar la constitución y ha llevado el caso ante el Tribunal Federal. En este proceso ha pasado de ser cabeza de lista a un problema para su partido y las fuerzas políticas y religiosas del país. Mientras, Al Abadi representa la posibilidad de un gobierno de unidad que aglutine de nuevo a los suníes frente al autoritarismo y sectarismo de Maliki, facilitando la lucha contra el avance del EI.

Al Abadi está respaldado en los planos nacional e internacional tanto por Dawa como por los ayatolás de Irak e Irán, Ali Al Sistani y Ali Jamenei, quienes en sus discursos han enfatizado la necesidad de un cambio en el gobierno.

Irán y Estados Unidos perciben a Al Maliki como el desencadenante de las conquistas de EI en Irak debido a su extremo sectarismo contra suníes y kurdos. Ambos países quieren fuera a Al Maliki e incluso Barack Obama ha establecido un nuevo gobierno sin él como condicionante a la ayuda militar para combatir al EI.

EI sigue vengando la represión que experimentaron los suníes tras la caída de Sadam Hussein y la represión impuesta contra ellos por Al Maliki. La conquista de territorios en el país solo ha encontrado una resistencia: los peshmergas, las milicias del Kurdistán iraquí. Con el ejército iraquí en retirada, los peshmergas han tomado el control sobre Kirkuk y otras zonas ricas en petróleo. Sin permiso de Bagdag, los kurdos iniciaron su venta directa a Turquía. Los kurdos iraquíes, encabezados por su presidente, Masud Barzani, repentinamente convertidos en actores relevantes en la esfera internacional, no han dudado en reclamar de nuevo su independencia, hoy imposible sin el apoyo de Estados Unidos, que quiere un Irak unido para encarar al EI­. Los peshmergas son cruciales para la recuperación del terreno perdido en el país ­−la operación con apoyo aéreo estadounidense para liberar a los yazadíes de las montañas Sinjar ha sido desarrollada por estas milicias−.

Pese al  papel que juegan los peshmergas, EI no solo resiste sino que continúa avanzando y la semana pasada tomó varias aldeas en el nordeste, a poco más de 100 kilómetros de la capital. EI mantiene su fortaleza gracias a los millones de dólares que obtiene de la venta de petróleo a través de intermediarios procedente de las refinerías que controla, y gran parte de sus armas eran antes de propiedad estadounidense y kurda. Con este modus operandi, EI ha constituido una estructura pseudoestatal en las zonas conquistadas, reduciendo aún más el poder del gobierno de Bagdag.

Espiral de violencia

El paso de EI por cualquier zona deja siempre un rastro de violencia. Han muerto más de un millón de personas, a los que se suman los cientos de miles de refugiados, con EI imponiendo una durísima represión a las minorías étnicas y religiosas presentes en Irak que obstaculizan la consecución del retorno al glorioso tiempo de los primeros profetas del islam.

El EI ha logrado lo que nadie hubiera pensado hace unos meses, que Estados Unidos vuelva a implicarse en Irak, aunque de modo limitado: sus tropas se encargarán de proporcionar ayuda humanitaria y apoyo aéreo para evitar el posible genocidio de minorías como en el caso yazidí. En las últimas semanas ha sido la población yazidí la que ha levantado el interés internacional, con Reino Unido, Francia y Australia anunciando su participación en su liberación. Pero Estados Unidos busca un compromiso mayor para la operación militar y ha conseguido que Francia  y Reino Unido anuncien el envío de armas a los kurdos. Alemania, por su parte, da el visto bueno a la intervención estadounidense como única vía para detener a EI, pero hace oídos sordos a las peticiones de armas de Barzani. Turquía podía arriesgarse a apoyar a los peshmergas y mejorar así su estancada posición en la región.

El EI sigue hundiendo la ya de por sí malograda Siria, y conduce a Irak a una espiral de desgobierno y terror. El retraso en la formación del nuevo gobierno iraquí y la falta de unidad en el Consejo de Representantes siguen debilitando al Estado, que militarmente depende de los independentistas kurdos y del apoyo internacional. Hay esperanza para Irak, pero a día de hoy Bagdag no tiene poder sobre su destino.

 

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