Desde los albores de la transformación del modelo energético, la política ambiental internacional gira en torno a la amenaza del fin de los combustibles fósiles. El escenario energético global se encuentra en proceso de dividirse entre Estados que son capaces de adaptarse a los cambios en el mercado de la energía y Estados que no. Esto es lo que los expertos llaman “resiliencia energética”. En esta narrativa geopolítica emergente, la India es un punto clave a la hora de delimitar los planes globales de descarbonización.
El sector energético indio se está expandiendo rápidamente. Tras anunciar su compromiso internacional de disminuir la explotación de recursos fósiles para ayudar a reducir el cambio climático, India se ve obligada a tomar medidas para reducir su dependencia de esta fuente energética. Por eso el país se encuentra, según las declaraciones del Foro de la Energía de Viena ante “el mayor proyecto de transformación energética del mundo”.
Sin embargo, son varias las incertidumbres que rodean a un proyecto que para algunos peca de ambicioso. La cuestión está en cómo la India va afrontar los nuevos desafíos a medida que su desarrollo industrial, económico y demográfico se aceleren. India se cuenta entre las diez mayores economías del mundo y cuenta con más de 1.300 millones de habitantes, lo que supone casi el 18% del planeta.
Cerca de tres cuartas partes de la energía primaria del país se cubren mediante combustible fósil: carbón, petróleo y gas natural. El primero ha sido siempre la espina dorsal del sistema eléctrico indio, representando casi el 80% de la energía total que el país produce. Además, convertir el carbón en energía representa una décima parte de la producción industrial india y supone una gran fuente de ingresos para los gobiernos estatales en zonas empobrecidas.
Debido al crecimiento económico y demográfico que está teniendo lugar en la India, se estima que, de cara al futuro, la demanda energética crecerá más deprisa que en cualquier otro país. India presenta un ritmo de crecimiento demográfico del 1,19% anual, lo que llevará al país a ser el más poblado del mundo para 2040. Por ello, no sorprende que los cálculos apunten que el consumo energético indio será el doble cuando lleguemos a ese año.
El sector de la electricidad tiene un papel fundamental en el desarrollo energético y económico. Sin embargo, el propio sector presenta una preocupante distribución financiera y una baja inversión en infraestructuras, llegando a ser insuficiente en muchas regiones. Los datos indican que casi un 16% de la población vive sin acceso a la electricidad, lo que equivale a más de 200 millones de personas
El rompecabezas del carbón
Para cumplir sus objetivos tanto económicos como energéticos, el carbón va a seguir siendo una pieza clave. Así, la India se encuentra en una dinámica dual, donde garantizar la calidad y disponibilidad del carbón es fundamental para aplicar las estrictas normas de emisión.
El Centro de Ciencia y Medio Ambiente de Nueva Delhi, asegura que, para que el desarrollo no se estanque, se debe continuar emitiendo más dióxido de carbono. Tanto que la producción de carbón podría llegar a duplicarse, emitiendo unas mil millones de toneladas anuales. De hecho, ya el año pasado, la India consumió 27 millones de toneladas adicionales de carbón, un aumento casi el 5%, lo que ocasionó el primer aumento en el consumo mundial de carbón en cuatro años, según BP.
El problema radica en que, si la tendencia actual de consumo de carbón se prolonga y la India sigue continua el camino tradicional en que las emisiones aumentan a la par que el nivel de vida, resultará desastroso no solo para los indios sino para todo el planeta.
Pongamos el ejemplo del otro bastión de la renovación energética. En China, entre 1980 y 2017, mientras el PIB per cápita del país aumentó de 194 dólares a 8.826, sus emisiones aumentaron de las 1,49 toneladas anuales a más de seis, según cifras del Banco Mundial y el CAIT. Ahora China es el primer emisor de carbono del mundo. En 1980, las emisiones de carbono per cápita en la India fueron de 0,39 toneladas anuales, aumentando en 2016 a 1,92 toneladas por habitante. Su PIB per cápita, que en el año 1980 estaba en 293 dólares, aumentó en 2017 a 1939.
Evolución del PIB indio y chino per cápita en dólares. Fuente: Banco Mundial
Se espera que la población india aumente en otros 400 millones durante las próximas tres décadas, llegando a 1.700 en 2050. Por tanto, si la India sigue la tendencia china, añadirá unos 5.415 millones de toneladas de carbono a la atmósfera cada año. Así, suponiendo que se cumplan las previsiones, la India tomaría el relevo de principal motor de las emisiones de CO2.
Este crecimiento minaría los esfuerzos por limitar las emisiones de carbono en otras partes del mundo. Si la dependencia carbónica en la India no se soluciona, el resultado, desastroso, no dependerá ni siquiera de los esfuerzos que hagan EEUU o China por reducir sus emisiones.
Como contrapunto, la inversión en energía nuclear y renovable en India no para de aumentar, de forma que representarán casi la mitad de la capacidad eléctrica para 2040. Lo que está claro es que al carbón y las energías renovables les queda tiempo conviviendo. La India, en definitiva, es un ejemplo destacado del reto que supone despegarse por completo de la energía fósil.