Andrés Allamand en el aniversario de la Fundación Microfinanzas BBVA, 2022. Madrid, España. GETTY.

‘Iberoamérica no es una comunidad imaginaria’

Hablamos con Andrés Allamand, Secretario General Iberoamericano, sobre el concepto de Iberoamérica, la relación con Europa, EEUU e China y sobre los temas que más preocupan a los latinoamericanos y europeos.
Luis Esteban G. Manrique
 |  15 de mayo de 2024

En los tiempos que corren, no es fácil ser secretario general de la Comunidad Iberoamericana de Naciones, un difuso colectivo histórico-étnico-cultural formado por 19 repúblicas latinoamericanas surgidas de las revoluciones atlánticas de finales del siglo XVIII y principios del XIX y dos países europeos, España y Portugal, sus antiguas metrópolis, además de Andorra, que hoy triplican la renta per cápita de sus socios americanos: 8.900 dólares, frente a los casi 30.000 de los dos países ibéricos.

Como en otras regiones del Sur Global, América Latina y el Caribe (ALC) están inmersos en un proceso de revisión histórica de su pasado para “de-colonizarlo” y en el que tiene un papel activo el papa Francisco, que en 2022 rescindió la llamada “doctrina del descubrimiento” –surgidas de las bulas Dum diversas (1452), Romanus pontifex (1455) e Inter Caetera (1493)– que legitimó la conquista y colonización europea de territorios no gobernados por cristianos.

Según la declaración vaticana, las potencias coloniales “manipularon” las bulas en función de sus intereses. En países de tradiciones orales y leyendas que mezclan recuerdos y mitos, el pasado nunca es del todo pasado. En Conquista y colonia (1950), Octavio Paz señaló que bajo las formas occidentales latían las antiguas creencias y costumbres de las culturas precortesianas pero a las que el catolicismo había marcado a fuego en sus pasiones, virtudes y pecados.

Las posesiones ultramarinas ibéricas, escribe, estaban diseñadas para durar, no para cambiar. Hasta que las revoluciones de 1776 en las 13 colonias inglesas de América del Norte y  1789 en Francia difundieron desde California a la Tierra del Fuego unas ideas que aceleraron la desintegración de la Monarquía Hispánica y la secesión del imperio de Brasil de Portugal.

Antonio José de Sucre y sus generales tras la Batalla de Ayacucho, 9 de diciembre de 1824, Perú, pintura de Martín Tovar y Tovar (1827-1902). GETTY.

El ciclo del bicentenario iniciado en 2010, concluyó el pasado 9 de diciembre, del bicentenario de lo que los peruanos llaman la “victoria de Ayacucho”: la batalla de 1824 que cerró las guerras de la independencia. Según escribe Marie Arana en su Bolívar (2013), Ayacucho fue para los ejércitos bolivarianos y sanmartinianos su Yorktown, Waterloo y Leipzig, todo junto, por la participación de tropas peruanas, venezolanas, neogranadinas, rioplatenses y chilenas en las huestes patriotas.

Varios de los oficiales veteranos del ejército Real del Perú –los ayacuchos como los llamaban sus enemigos–, tuvieron un papel de primera línea durante la regencia de Baldomero Espartero (1840-1843): Jerónimo Valdés, José de Canterac, Ramón Rodil… Según escribe Adrian Shubert en El pacificador (2018), Espartero demostró su valía militar en suelo peruanos, donde amasó una pequeña fortuna y formó una densa –y útil– red de camaradas de armas y aliados políticos.

En 1974, con motivo del sesquicentenario, el general Juan Velasco Alvarado convocó en Lima una cumbre presidencial de países bolivarianos y sanmartinianos. El presidente Carlos Andrés Pérez llevó en la delegación venezolana a un grupo de cadetes de la academia militar de Caracas entre los que se encontraba un veinteañero Hugo Chávez, que nunca olvidó a sus maestros, los oficiales nacionalistas de izquierdas de la junta militar peruana (1968-1980).

 

Luces y sombras

El medio siglo transcurrido desde 1974, deja un escenario signado por los colores claro-oscuros. En uno de sus últimos artículos, Sergio Ramírez, llevado por el drama que vive su país, incide en los matices sombríos: migraciones impulsadas por la violencia y la pobreza, frustración social por la falta de oportunidades, la corrupción de gobiernos de todo signo político, regímenes autoritarios –Cuba, Venezuela, Nicaragua– y crimen organizado disputando al Estado el control de extensos territorios.

Como resultado, en las últimas 16 elecciones, con las excepciones de Paraguay y Nicaragua, ha ganado la oposición. Al mismo tiempo, abundan las oportunidades. En 2023, México superó a Canadá y China como mayor socio comercial de EEUU gracias al near-shoring que promueve Washington para reducir la vulnerabilidad y extensión de su cadenas de suministro. Mover un contenedor de desde Vietnam a Seattle, por ejemplo, toma más de un mes. Desde Guatemala, solo una semana.

En 2022, la inversión extranjera directa en ALC alcanzó los 224.000 millones de dólares, 55% más que en 2021. El 38% procedió de EEUU y el 39% de la UE. Entre 1980 y 2022 Chile aumentó su PIB per cápita 206%, seguido por Colombia (108%), Perú (74%), Brasil (38%), Argentina (26%) y México (22%).

América Latina es ya el cuarto mayor inversor en España, con un stock de 48.631 millones de euros (2021), según un estudio de la Universidad de Alcalá. Multilatinas como las mexicanas Cemex y América Móvil (México), Latam (Chile/Brasil), Mercado Libre (Argentina), AJE Group (Perú), Nutresa (Colombia), JBS, Vale (Brasil)… tienen capitalizaciones bursátiles de varios miles de millones de dólares.

 

Entrevista con Andrés Allamand

Andrés Allamand, exministro de Defensa y Exteriores de Chile, es el tercer latinoamericano en ocupar el cargo de secretario iberoamericano después del uruguayo Enrique V. Iglesias y la costarricense Rebeca Grynspan. Desde el principio nos advierte que su cargo definido en el Estatuto de la Segib es de apoyo “institucional, técnico y administrativo” a la comunidad, lo que le impide pronunciarse sobre la situación política interna de los países miembros.

Pregunta. Bernard Shaw decía que EEUU y Gran Bretaña eran dos países separados por el mismo idioma, algo que también se podría decir de latinoamericanos y españoles, que tienen recuerdos muy distintos de su pasado común. En España a veces se utiliza el término Iberoamérica como sinónimo de América Latina y no como una suma de sus 22 países miembros. Iberoamérica o Hispanidad son términos que nunca aparecen en el lenguaje –oficial o coloquial– de los latinoamericanos. Benedict Anderson decía que las comunidades humanas no son realidades objetivas sino “imaginadas”. No existen si no se cree en ellas…

Respuesta. La Comunidad Iberoamericana surgió en 1991 por un concepto distinto a Hispanoamérica y Latinoamérica y que nombra a la confluencia de los países de lengua española y portuguesa de ambos hemisferios. Popularizar el término iberoamericano es una de nuestras tareas pendientes. Pero no creo que seamos una comunidad imaginaria. Su vitalidad se muestra en las cumbres bianuales de jefes y jefas de Estado y en una multiplicidad de redes que abarcan los más distintos sectores de nuestras sociedades civiles. La comunidad es un entramado de relaciones que integra un encuentro empresarial, un foro parlamentario y una organización de gobiernos locales, la Unión de Capitales y Ciudades Iberoamericanas.

P. Un tejido de organismos públicos y civiles a ambos lados del Atlántico…

R. Esa es la palabra correcta. Si queremos fortalecer la comunidad debemos trabajar en distintos canales. En la cumbre de Santo Domingo del año pasado, se aprobó una carta de principios y derechos en entornos digitales, otra medioambiental, una hoja de ruta de seguridad alimentaria y un comunicado sobre la arquitectura financiera internacional.

P. No son buenos tiempos para la Francophonie o la Commonwealth. Los países de la antigua Françafrique han expulsado a las tropas francesas, con lo que ha dejado de existir de facto. En 2022, Barbados se convirtió en una república y exigió a Londres reparaciones por la esclavitud…

R. Nosotros nos basamos en dos conceptos que forman parte de nuestro ADN. Todas las resoluciones se adoptan por consenso en plena horizontalidad entre los países miembros. Aquí no hay un primus inter pares. Yo no veo que existan tensiones equiparables a las que Ud. menciona, más allá de que puedan haber divergencias académicas en relación al pasado. La fluidez con la que España y Portugal cooperan con los países de la región es notable.

P. Sin embargo el pasado siempre se inmiscuye. Hace poco, Maduro dijo que hace 200 años “tocó organizar un ejército y llegar hasta Ayacucho para expulsar a los colonialistas”. Las declaraciones de Ernest Urtasun ante las Cortes sobre los planes del ministerio de Cultura para superar el “marco colonial” de los museos españoles fueron contestadas por diputados del PP y Vox que dijeron en las Cortes que España no tenía nada que descolonizar porque nunca había tenido colonias. Ya en el reinado de Carlos III (1759-1788) los funcionarios de la corte comenzaron a usar el término para referirse a las posesiones americanas en lugar de “reinos”.

R. Desde la Segib evitamos, en virtud de nuestra función, inmiscuirnos en debates contingentes. Yo lo que veo es una voluntad muy fuerte de los 22 países de fortalecer la comunidad, sin que ello signifique obviar algunas interpretaciones que puede haber con respecto al pasado. Hay sobre todo una voluntad de futuro, una convicción de que la comunidad puede ser un actor relevante en el escenario internacional a partir de los elementos que la configuran: historia, cultura, lengua…

Nuestra comunidad funciona ininterrumpidamente desde 1991 sin deserciones o exclusiones. Siempre ha sido posible que adoptemos acuerdos, resoluciones y tratados por consenso. Es un rasgo singular que no se da en otras organizaciones multilaterales y que habla muy bien de lo que somos. En las cumbres se producen intercambios con idas y venidas, pero nada resquebraja la cohesión interna.

P. La polarización está deteriorando muchos vínculos políticos. Javier Milei ha llamado “comunista asesino” a Gustavo Petro, Venezuela ha cerrado su espacio aéreos a aviones argentinos y Ecuador ha asaltado la embajada mexicana en Quito…

R. Más allá de las hipérboles, los mandatarios valoran sobre todo la metodología de las cumbres tanto como su propia existencia por las oportunidades que brindan para el diálogo directo.

P. América Latina está sumida en una grave crisis de inseguridad. En el último lustro se ha cuadruplicado la tasa de homicidios. ¿Qué puede hacer la Segib al respecto?

R. Vamos a tratar de forma intensa el que se ha convertido en el problema número uno de la región: la inseguridad y la lucha contra el crimen internacional. En América Latina no existen casi conflictos fronterizos pero sí de violencia interna. La región tiene el 8% de la población mundial pero el 30% de los asesinatos.

P. ¿Cómo se debe reaccionar?

R. En primer lugar, con políticas públicas que aborden las razones estructurales que favorecen el delito, entre ellas el reclutamiento de jóvenes por las bandas, que se aprovechan de la informalidad y el desempleo. No hay una bala de plata. Hay que trabajar en prevención y rehabilitación, además de control. Vamos reforzar una mayor coordinación policial entre los 22 países de la comunidad.

P. La inseguridad está generando descontento y desconfianza hacia la democracia. El “modelo Bukele” no deja de atraer admiradores desde Tegucigalpa a Buenos Aires, incluidos procesos judiciales sin garantías y su estética represiva, con presos exhibidos en posturas humillantes.

R. Las personas esperan con razón que el Estado les garantice su seguridad personal. Como sus repuestas son insuficientes, la democracia sufre por la frustración ciudadana. Desde hace 15 años viene cayendo su apoyo, pero no porque exista menos convicción en sus valores sino porque las personas no consideran que los Estados estén a la altura, con lo que se genera un círculo vicioso. Los Estados deben reaccionar siempre al amparo de la ley.

P. Lo que nos lleva a Venezuela. El premier, Gustavo Adrianzén dijo ante el Congreso peruano que el venezolano Tren de Aragua es el enemigo público número 1 de su país.

R. Eso confirma que estamos ante un fenómeno transnacional que requiere una respuesta transnacional…

P. Y la cooperación del gobierno de Caracas…

R. Obviamente…

P. Tanto Petro como Lula han criticado la inhabilitación de las dos Corinas, Machado y Yoris, a las elecciones venezolanas del 28 de julio, natalicio de Hugo Chávez. Petro dijo que hay que defender los derechos políticos a elegir y ser elegido sin tener en cuenta las ideologías. Si no hay observadores internacionales y se comete un fraude, se van a crear serias tensiones entre Caracas y Washington. Si una comunidad no comparte valores democráticos fundamentales, su utilidad puede verse en entredicho.

R. Venezuela forma parte de nuestra comunidad. Siempre resaltamos que las elecciones deben ser limpias, transparentes, participativas y sometidas a observación internacional. Nos gustaría que Venezuela se ajustara a esas normas.

P. El acuerdo entre la UE y Mercosur se lleva negociando desde 1999 y cada vez parece más lejano. Según escribe Andrés Malamud en Política Exterior, el proteccionismo europeo se esconde “detrás de los árboles” y que atribuye al miedo de Francia a la competencia agroindustrial brasileña y argentina.

R. Para América Latina es difícil de entender la eternización de las negociaciones. Cuando un proceso lleva más de 20 años, algo no funciona. Si se culminó el acuerdo con Chile y debería suceder lo mismo con México. Soy optimista sobre las relaciones euro-latinoamericanas. Hace dos años, Josep Borrell decía que la región no estaba en el radar de Bruselas. Hace unos meses –y en esto tiene un gran mérito la presidencia española de la UE– en la cumbre de Bruselas entre la UE y la Celac, Ursula von der Leyen dijo que Europa aspira a ser el “socio preferente estratégico” de ALC.

P. En una reciente conferencia en la Segib, Ud. se refirió al “triángulo escaleno” que existe entre EEUU, la UE y ALC. ¿Qué quiere decir?

R. La región no quiere verse atenazada por la pugna entre Estados Unidos y China.  Yo digo que el triángulo es escaleno porque la conexión entre los vértices-UE-ALC y EEUU no es la que sería propia en un triángulo equilátero. El lado de la UE y EEUU es profundo e intenso; el lado entre la UE y América Latina y el Caribe vive un relanzamiento, lo que no ocurre con el lado entre EEUU y ALC. En los  círculos académicos estadounidenses  se percibe una demanda de políticas más asertivas hacia la región.

P. En la cumbre de Mercosur en Puerto Iguazú, Lula dijo que al bloque sudamericano no le interesan los acuerdos que lo condenen al “eterno papel” de exportadores de materias primas. En Brasil, las manufacturas suponen hoy solo el 10% del PBI, frente al 30% en los años ochenta.

R. América Latina no quiere volver al extractivismo. No se trata de exportar litio sino baterías para vehículos eléctricos. Para ello se necesita financiamiento, tecnología, inversiones y expertise que Europa puede aportar. La digitalización de la economía está mostrando nuestro enorme talento empresarial. Tenemos unicornios y fin-techs que generan valor y empleo de calidad. Mercado Libre vale hoy en bolsa 64.000 millones de dólares.

P. Existe una cierta decepción en Washington y Bruselas en cuanto a la postura regional sobre Ucrania. En la ONU la mayoría de sus países han votado a favor de las resoluciones que condenaron la invasión rusa, pero ninguno se ha querido sumar a las sanciones contra Rusia.

R. Europa necesita aliados. Borrell recuerda siempre que ALC y la UE suman un tercio de los votos de la Asamblea General. La UE fortalece su estatura estratégica si afianza sus vínculos con la región y ALC su gravitación internacional. Hay una sinergia evidente. En Bruselas se adoptó una resolución de rechazo a la invasión rusa suscrita por todos los  países salvo uno. Pero los países latinoamericanos nunca han tenido una política exterior común, entre otras cosas por razones geopolíticas. La distancia entre Arica y Punta Arenas, las dos ciudades más al norte y al sur de Chile, es similar a la que existe entre Lisboa y Moscú, por ejemplo. Y eso hay que asumirlo.

P. En noviembre, aprovechando su asistencia a la cumbre de la APEC en Lima, Xi Jinping inaugurará el megapuerto de Chancay, una inversión de 3.500 millones de dólares de COSCO y su socio local, la minera Volcán, que acortará 15 días la ruta marítima a Shanghái desde la costa sur suramericana. Naturgy y ENI han vendido sus activos en Chile y Perú a la China Southern Power Grid International.

R. Lo que necesita la región no es menos China sino más Europa y EEUU. En todo caso, ya no va a haber alineamientos automáticos como durante la guerra fría, lo que no significa neutralidad o equidistancia sino una geometría variable.

P. En The clash of civilizations (1996), Samuel Huntington no consideró a ALC como parte de la civilización occidental pese a su catolicismo y lenguas romances. En términos geopolíticos, la región forma parte del Sur Global como, India, Indonesia o Suráfrica. ¿Cómo lo ve usted?

R. Culturalmente, formamos parte de Occidente. Sea como fuere, los países van a tener políticas exteriores cada vez más autónomas y equidistantes.

P. En el último lustro, Chile tuvo los mayores incendios forestales de su historia y Argentina y Uruguay sus peores sequías. En Panamá, el descenso del nivel del lago Gatún por la sequía ha forzado a reducir el tráfico del canal interoceánico. ¿Cuál es el papel de ALC en la lucha contra el cambio climático?

R. Si hubiese que decirlo en una sola frase: No es posible contribuir a conjurar la amenaza existencial que es el cambio climático sin nuestro aporte. Tenemos más del 25% de los bosques tropicales, un tercio del agua dulce y la mitad de la biodiversidad del planeta. Aquí también hay una paradoja. Pese a que sus emisiones de gases de carbono son comparativamente bajas, la región es una de las más afectadas por el cambio climático por los desastres naturales. La carta ambiental iberoamericana aborda esas contradicciones, que deben resolverse supranacionalmente, como muchas otras cosas.

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