A pesar de que el consejero de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Jake Sullivan, expresó su decepción por la decisión de los Estados miembros de la Unión Europea de seguir adelante con el Acuerdo Integral de Inversión con China en diciembre de 2020, la expectativa de consulta de la UE no fue correspondida cuando EEUU se retiró unilateralmente de Afganistán este verano. Poco después, la puesta en marcha de la estrategia europea para el Indo-Pacífico en septiembre se vio ensombrecida por el bombazo del anuncio de la formación de la alianza de seguridad (AUKUS) entre Australia, Reino Unido y EEUU.
Estos acontecimientos refuerzan los argumentos a favor de una mayor autonomía estratégica europea, sobre todo en el amplio escenario del Indo-Pacífico, que se está convirtiendo cada vez más en el centro de atención mundial. Sin embargo, el camino hacia una mayor influencia regional de la UE no será nada fácil.
La competencia entre EEUU y China y la estabilidad regional
A medida que la rivalidad entre EEUU y China se agudiza, el reto al que se enfrenta Europa se ha hecho más evidente. El pacto trilateral entre Washington, Londres y Camberra ha hecho que la implicación de EEUU en el Indo-Pacífico pase de la mera cooperación en materia de seguridad a la consolidación de bloques de alianzas, aunque sea sobre una base ad hoc.
Este cambio aparente entre una estrategia para equilibrar el ascenso de China a una donde prima el esfuerzo directo de contención agrava los dilemas derivados de la postura regional de Washington, en la que preservar la primacía de EEUU es un fin en sí mismo. El objetivo de la administración presidida por Joe Biden de perseguir una competición responsable será probablemente difícil de cuadrar con los enfrentamientos agudos sobre Xinjiang, Hong Kong y Taiwán. Con razón o sin ella, la negativa de China a aceptar cualquier crítica sobre estas cuestiones subraya su deseo de ser tratada como un árbitro legítimo del orden internacional.
Deficiencias del enfoque Indo-Pacífico de la UE
Más allá de la percepción de que la UE es un actor externo –Europa es el único continente que no tiene costa en los océanos Índico o Pacífico–, hay dos obstáculos importantes que obstruyen una “tercera vía” europea sólida y constructiva entre los caminos marcados por EEUU y China.
En primer lugar, el dilema comercio-seguridad resultará difícil de sortear. Muchos europeos pueden sostener que un enfoque centrado en el comercio proporciona un complemento útil a las prioridades más orientadas a la defensa de Washington, reforzando el impacto colectivo de la asociación transatlántica en la región indo-pacífica. Sin embargo, EEUU también puede percibir que una estrategia europea que anteponga el comercio y el crecimiento a la seguridad cimentaría inadvertidamente la posición central de China en los asuntos regionales.
Como alternativa, la UE podría hacer hincapié en la fuerza militar. La seguridad y la defensa ya ocupan un lugar destacado en la estrategia del Indo-Pacífico, con la operación Atalanta ofreciendo un exitoso precedente de compromiso europeo en este frente. Además, la inclusión del Indo-Pacífico dentro del recientemente lanzado Strategic Compass o “brújula estratégica”, un documento que pretende “establecer una visión estratégica común para la seguridad y la defensa de la UE” en los próximos dos lustros, no es desdeñable.
«Sigue siendo difícil prever que la UE desempeñe un papel de seguridad los mares de Asia que se aproxime a las capacidades de EEUU o China»
Sin embargo, sigue siendo difícil prever que la UE desempeñe un papel de seguridad los mares de Asia que se aproxime a las capacidades de EEUU o China. Según algunas predicciones militares, un enfrentamiento por Taiwán es una posibilidad real en los próximos cinco años, mucho antes de que la UE consiga reforzar su presencia regional.
Así pues, con independencia de la dimensión de la estrategia indo-pacífica que los Estados miembros decidan enfatizar, persistirán los interrogantes sobre el futuro de la alianza transatlántica. Una división del trabajo en la que EEUU aporte el poder militar y la UE asuma la responsabilidad del comercio y el crecimiento puede parecer atractiva para los europeos de mentalidad atlantista. Pero esto no eliminará las sospechas de Washington sobre la búsqueda de una postura regional más independiente por parte de Europa, ni resolverá el dilema del socio menor de la UE.
Los europeos pueden contentarse con el reciente y tardío apoyo de la administración de Biden a la autonomía estratégica europea de forma complementaria a la de la OTAN, expresada como un medio para desactivar el feo del AUKUS con Francia. Pero asumir una mayor responsabilidad en la gestión de la seguridad cerca de casa y desarrollar las capacidades para proyectar el poder en un vasto teatro como el Indo-Pacífico son dos propuestas totalmente diferentes.
En segundo lugar, no es nada seguro que la extensión geográfica que va desde el mar Rojo hasta Tasmania y el estrecho de Bering pueda considerarse una única región, el “Indo-Pacífico”. Esto también es cierto en el sentido económico, con la profundización de las relaciones económicas entre el este y el sureste asiático sin réplica con la misma intensidad en el sur de Asia, como demuestra la decisión de India de no adherirse a la Asociación Económica Integral Regional (RCEP, por sus siglas en inglés), un bloque comercial, por otra parte, de poca profundidad. En general, las deficiencias de la nomenclatura “Indo-Pacífico” subrayan el hecho de que la construcción es, en esencia, sobre todo política y relacionada con la seguridad y, por tanto y en última instancia, no inclusiva.
Repensar el concepto del ‘Indo-Pacífico’
Los subsistemas de seguridad que se encuentran en el supercontinente euroasiático está cada vez más enmarañados. Que el AUKUS pueda poner en peligro un pacto de seguridad franco-griego demuestra cómo la evolución de un rincón de Eurasia puede repercutir en el rincón opuesto. La multipolaridad ha permitido ampliar geográficamente el espacio en el que los Estados consideran las cuestiones de seguridad. Sin embargo, esto no garantiza que pueda forjarse una comunidad megarregional, basada en normas compartidas de considerable amplitud y profundidad.
En este frente, sigue siendo visible una brecha entre los objetivos deseados por Europa y el pluralismo inherente a Asia. En la cumbre de la ASEM celebrada la semana pasada en Camboya, mientras el presidente del Consejo de la UE, Charles Michel, hablaba de nociones de gran alcance como el “orden internacional basado en normas” y la “región Indo-Pacífica”, la declaración de la presidencia de la ASEM no mencionó esta controvertida nomenclatura y solo se refirió al “sistema comercial multilateral basado en normas, cuyo núcleo es la Organización Mundial del Comercio”.
La adopción por parte de la UE de una estrategia para el Indo-Pacífico supone un paso importante, proporcionándole a los Estados miembros un canal adicional a través del cual ejercer su influencia regional. Pero si el Indo-Pacífico es poco más que una abreviatura de la contención de China, entonces la comprensión europea del concepto debe desarrollarse más si se quiere que sirva como una herramienta adecuada para avanzar en la autonomía estratégica de la UE, sobre todo teniendo en cuenta el ambicioso horizonte temporal establecido a través de la brújula estratégica.
Artículo publicado originalmente en inglés en la web de CEPS.
Considero poco probable que la UE pueda tener influencia política real en la ASEAM, dada la fuerte presencia de China en la región.
Sin duda que EE.UU busca con el AUKUS fortalecer su predominio en la región con el objetivo preciso de contener el avance de China, respaldando política y militarmente a Taiwan.
Cualquier alianza en la región debe tomar en consideración la fortaleza de India tanto en la región Indo-Pacifico como a nivel mundial.
Saludos cordiales desde Caracas-Venezuela.