La guerra en Libia se adentra en su séptimo mes y aún reina la incertidumbre en torno a un posible resultado. La comunidad internacional acepta que es posible que ni siquiera con el actual apoyo militar de la OTAN, el Consejo Nacional de Transición (CNT) pueda derrotar militarmente a Muammar el Gaddafi. La OTAN, mientras, se muestra firme. Una de las portavoces de la Alianza Atlántica, Carmen Romero, afirma: “El régimen de Gaddafi está cada vez más aislado. La pregunta no es si Gaddafi tendrá que abandonar el poder, sino cuándo”.
Por el momento, las operaciones de la OTAN prosiguen, y lo harán al menos hasta septiembre. Desde el comienzo de la operación “Protector Unificado”, el 31 de marzo de 2011, la organización ha efectuado 17.443 salidas, de las cuales 6.590 fueron ataques aéreos. El resto, operaciones de exclusión aérea y de apoyo al embargo marítimo. El 1 de agosto, por ejemplo, hubo 114 salidas, 48 de ellas ataques aéreos. Seis países efectúan estos ataques: Estados Unidos, Francia, Reino Unido, Noruega, Dinamarca y Bélgica.
Bajo este paraguas protector, los rebeldes luchan por avanzar en diferentes puntos del país. Según Félix Arteaga, investigador del Real Instituto Elcano, los rebeldes controlan el este del país y la zona del suroeste de Trípoli, pero no amenazan el control de los feudos leales al régimen. “Las fuerzas leales a Gaddafi ven mermar progresivamente sus suministros de combustible y municiones, por lo que ya no pueden llevar a cabo acciones militares de envergadura –afirma Arteaga–. Las fuerzas rebeldes tampoco pueden hacerlo aunque reciben asistencia técnica y armamento, por lo que el enfrentamiento armado se encamina hacia un guerra de desgaste en la que ambos bandos ponen más empeño en defender su territorio que en ocupar el del contrario”. A pesar de ello, apunta el analista, las tornas se van decantando poco a poco a favor de las fuerzas rebeldes.
Estas fuerzas, sin embargo, han sufrido un duro golpe en su cadena de mando cuyas consecuencias son imprevisibles. El 28 de julio, el general Abdel Fatah Yunis, jefe militar de la rebelión, era asesinado. Las circunstancias de su muerte no están claras. Yunis podría haber sido secuestrado por una facción armada rival. Los dirigentes del CNT indicaron en un primer momento, sin embargo, que el asesinato fue obra de un comando gadafista. Yunis había sido ministro del Interior y jefe de las fuerzas especiales bajo el régimen de Gaddafi, antes de unirse a la rebelión. La tribu de Yunis, los Obeidi, es la más importante del este de Libia.
En el frente diplomático, la comunidad internacional suma países que han pasado a considerar a los rebeldes como únicos representantes del país, para presionar así a Gaddafi a dejar el poder. El dictador libio, por el momento, aguanta el envite y se opone a cualquier negociación que tenga como precondición su abandono del poder, pues teme acabar siendo juzgado en la Corte Penal Internacional.
Según Arteaga, en estos momentos se mantienen contactos informales para garantizar la inmunidad ante la Corte Penal Internacional a los responsables libios a cambio de que se aparten del poder, tras ponerse en marcha un proceso político que legitime y determine la representación política detrás de cada parte. Una solución de compromiso que podría dejar intactos algunos rasgos del antiguo régimen, además de permitir a Gaddafi asegurarse un “exilio interior”.
Para más información:
José Enrique de Ayala, “La intervención internacional en Libia”. Afkar/Ideas núm. 30, verano 2011.
Jesús A. Núñez Villaverde, “Libia, un desbarajuste de difícil salida”. Política Exterior núm. 141, mayo-junio 2011.
Luis Martínez, “Libia: de la amenaza islamista a la revolución”. Afkar/Ideas núm. 29, primavera 2011.
Haizam Amirah Fernández, “El regreso de Libia”. Política Exterior núm. 111, mayo-junio 2006.
Bernard-Henri Lévy, “Reflexión sobre el asesinato de Yunis”. El País, agosto 2011.