Guerra contra el terror 2.0: Irak y Siria

 |  15 de septiembre de 2014

El “hastío aislacionista” del que habla Jaime de Ojeda en este artículo de #PolExt161 ha durado poco en la Casa Blanca. De nuevo, Oriente Próximo demanda su cuota de protagonismo en la política exterior de Estados Unidos y su porción fija de recursos militares. Antes de lo imaginado, el ejército de EE UU regresa a Irak, sumido en el caos, e interviene por primera vez en la guerra civil siria, después de tres años resistiéndose. ¿El culpable? Un viejo enemigo, el yihadismo internacional, en esta ocasión bajo las siglas EIIS (Estado Islámico de Irak y Siria, ISIS en inglés) o Estado Islámico a secas. En otras palabras: Al Qaeda.

¿Regresa la guerra contra el terror como la conocimos en época de George W. Bush? El presidente de EE UU, Barack Obama, autorizó el 10 de septiembre ataques aéreos por primera vez sobre Siria, así como más ataques sobre Irak, y habló de “destruir” al EIIS. Pero se cuidó de describir la campaña como una guerra abierta y prefirió hablar de operación antiterrorista. “Aquí se da una inconsistencia –afirma Nicholas Kristof en The New York Times–. Antiterrorismo es el enfoque correcto, pero es poco probable que destruya al EIIS más de lo que lo ha hecho con los talibanes”. Kristof aprueba ampliar la campaña militar contra el EIIS a Siria, pero solo si sus objetivos son más modestos: contener y debilitar al grupo terrorista. Al terrorismo, viene a decir el columnista de The New York Times, no se le destruye en el campo de batalla, sino en el de las ideas.

Sin tropas sobre el terreno, para aprovechar los ataques aéreos y recuperar territorio será necesario contar con socios locales. En el caso de Irak, las fuerzas armadas iraquíes y las kurdas desempeñarán esta tarea. En el de Siria, correspondería a los grupos rebeldes moderados, con la salvedad de que, tras años de guerra, cada vez quedan menos de estos. En toda guerra civil las zonas grises desaparecen: a medida que el Ejército Libre de Siria perdía terreno, el Estado Islámico se ha convertido en la segunda fuerza armada del país tras el ejército de Bachar el Asad. El dictador sirio se frota las manos ante la posibilidad de que su principal enemigo sea barrido de la guerra.

 

Irak, ¿cementerio de la ambición americana?

Como explica Marc Bassets en El País, Irak ha definido buena parte de la política exterior de la primera potencia mundial desde la caída del bloque soviético. “Nadie escapa de Irak –afirma Bassets–. Y allí nadie vence nunca del todo. Peter Baker, corresponsal en la Casa Blanca de The New York Times, ha definido el país como ‘el cementerio de la ambición americana’”. Como expone Jesús A. Núñez Villaverde en este artículo en #PolExt161, “las fuerzas centrífugas son ya desde hace tiempo más poderosas que las centrípetas, sin que la represión generalizada o la cooptación de aliados circunstanciales (kurdos y suníes) sirvan para cementar un fragmentado país donde la mayoría de la población percibe al gobierno central como irremediablemente sectario”.

En ese entorno caótico, Al Qaeda se mueve como pez en el agua. La organización terrorista puso un pie en Irak en 2004, tras la invasión de EE UU y la caída del régimen de Sadam Husein. Liderada por el jordano Abu Musad al Zarqawi, compañero de armas de Osama bin Laden en Afganistán, Al Qaeda en Irak sembró el terror con atentados indiscriminados durante dos años. En 2006, Zarqawi fue asesinado mediante uno de los bombardeos selectivos realizados por las tropas estadounidenses. Un año después, EE UU comenzó una escalada bélica, mediante el incremento sustancial de tropas sobre el terreno, y el grupo terrorista desapareció de la primera plana, mientras Irak recobraba cierta estabilidad.

Bajo la denominación de Estado Islámico de Irak y Siria reaparece en 2013 en el escenario bélico sirio. Cuenta con un nuevo líder, Al Bagdadi, y desde el comienzo dan muestras de ambición y audacia. Un ejemplo: no dudan en contravenir las órdenes de Ayman al Zawahiri, sucesor de Bin Laden al frente de Al Qaeda, que exige a Bagdadi que deje el campo sirio en las manos de la rama local de la red terrorista, el Frente Al Nusra. Ignorando la orden, el EIIS amplia su radio de acción no solo a las provincias sirias del Este, sino también a Alepo, llegando a realizar acciones puntuales en la costa mediterránea.

Con una imagen de grupo altamente disciplinado y operativo, el EIIS incorpora a combatientes de diferentes procedencias (incluyendo ciudadanos occidentales) hasta los 15.000 efectivos armados, según estimaciones de junio de 2014. Según Núñez Villaverde, este éxito no es ajeno al interés de Arabia Saudí por financiar a grupos yihadistas suníes que, en Siria e Irak, pretende utilizar como punta de lanza para revertir la ventaja que Irán va cobrando en su afán por convertirse en el líder regional.

El 29 de junio, el EIIS proclama el califato. Apenas tres meses después, el autoproclamado Estado Islámico abarca un tercio de Siria y la cuarta parte de Irak, un área con más de seis millones de personas. Se financia, entre otros canales, por medio del contrabando de petróleo. Y según las últimas estimaciones de la CIA, el grupo contaría con entre 20.000 y 30.000 combatientes, el doble de lo calculado en junio.

Buena parte de sus líderes son veteranos y exoficiales de las fuerzas de elite de Sadam Husein. Por el momento, ha demostrado poder enfrentarse simultáneamente a los grupos rebeldes sirios, a los kurdos iraquíes y sirios, a los islamistas del Frente Al Nusra y a los ejércitos de Damasco y Bagdad. Sin embargo, en términos militares, según Núñez Villaverde, “es evidente que el Estado Islámico no dispone de medios suficientes para mantenerse en fuerza en el territorio en el que ahora ha extendido sus brazos”. Su afán de protagonismo y de conquista les habría llevado a sobreextender su despliegue hasta un punto que lo hace insostenible a medio plazo.

 

Coalición internacional

Una colación internacional, liderada por EE UU, busca acelerar ese proceso de repliegue del que habla Núñez Villaverde y convertir el medio en corto plazo. Más de 30 países han acudido a la llamada de Washington. En la Conferencia Internacional sobre la Paz y Seguridad en Irak celebrada el 15 de septiembre en París, los 30 países asistentes se han comprometido a poner en marcha medidas necesarias para luchar contra el Estado Islámico. Entre ellas, bombardeos aéreos, colaboración de servicios secretos, ayuda humanitaria o control de fronteras para evitar llegadas de combatientes extranjeros.

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