Globalización: ¿renacimiento industrial?

 |  7 de mayo de 2012

 

Esta semana en Informe Semanal de Política Exterior: sector industrial.

Según un reciente informe de Goldman Sachs (Achieving fiscal and external balance, marzo 2012), los países del periferia de la zona euro necesitan una depreciación real de su tipo de cambio para mejorar su competitividad y lograr una posición externa sostenible. Y dado que el euro no permite una devaluación, lo tienen que conseguir mediante un ajuste de sus precios y salarios, nada menos que del 35% en Portugal, del 30% en Grecia, del 20% en España y del 15% en Italia.

No es casual que esos cuatro países son los que más se han desindustrializado, debido a la competencia de la producción de potencias emergentes en una serie de sectores de tecnología media y baja. Alemania, en cambio, al concentrar su producción industrial en bienes de capital de alto valor añadido y haber mejorado su competitividad, ha podido beneficiarse de la globalización. A medida que los países emergentes crean clases medias de mayor poder adquisitivo, aumentan su consumo de bienes y servicios más sofisticados. En último término, los países del Sur de Europa no tienen otra salida que recuperar su sector manufacturero si no quieren convertirse en economías de servicios de poco valor agregado y dependientes de mano de obra barata.

No va a ser una tarea fácil, pero tampoco imposible debido a la llamada “tercera revolución industrial” que estará liderada por sectores como la robótica, nanotecnología, inteligencia artificial, biotecnología, baterías de litio, manufactura digital (impresión en 3D) y los nuevos materiales y aleaciones más resistentes y ligeros. Todo depende de que se actúe a tiempo.

El modelo alemán, basado en clusters tecnológicos y pymes familiares (Mittelstand), que hacen que el sector manufacturero represente el 50% de sus exportaciones y el 30% del PIB, frente al 16% de la media de la zona euro, es difícil de imitar. Casi la mitad de los estudiantes de secundaria alemanes asisten a cursos de formación para al menos uno de 344 oficios, desde curtidores a técnicos dentales, financiados por los sindicatos y la patronal.

Barack Obama está convencido que el declive industrial de Estados Unidos no es inevitable. Durante casi un siglo, su país fue el mayor productor de manufacturas del mundo, pero hoy está casi igualado con China. En los últimos 10 años, el empleo del sector cayó un 30%. En la actualidad, existe un consenso sobre la necesidad de revitalizar el sector para crear empleo.

En promedio, los trabajadores industriales ganan más que los del sector servicios. Las manufacturas contribuyen además a reducir los déficit comerciales y crean oportunidades en la “economía verde”. En EE UU, aunque las manufacturas solo representan el 11,7% del PIB, son responsables del 68% del gasto nacional en I+D y del 90% de las patentes. Los 33.000 empleados de Apple en Cupertino (California), por ejemplo, sostienen 171.000 empleos adicionales en el área circundante. De hecho, EE UU tiene la misma producción industrial en dólares que China con solo el 10% de su fuerza laboral en el sector. La economía estadounidense ha crecido cerca de siete veces desde 1947, mientras que la producción manufacturera lo ha hecho en la misma proporción.

La crisis del sector ha sido en el empleo. La industria empleaba a uno de cada tres trabajadores en 1950. Hoy son uno de ocho, debido, en buena medida, a los aumentos de productividad. En 1947 cada trabajador industrial producía alrededor de 35.000 dólares (constantes). Esa cifra se duplicó en 1980 y hoy es de 150.000 dólares. De hecho, EE UU está recuperando terreno.

Debido al alza de los costes laborales en China (20% anual) y en el transporte, el sector ha añadido 400.000 puestos de trabajo en los últimos dos años, el primer aumento sostenido desde los años noventa. Nuevos clusters como Silicon Valley acelerarán ese proceso de recuperación de empleo en diversos países desarrollados. Pero no hay tiempo que perder. En los últimos cinco años, Francia ha perdido 355.000 empleos en el sector manufacturero.

Philippe Varin, CEO de Peugeot, estima que en los últimos 10 años el coste de la hora laboral ha subido un 31% en Francia, frente al 19% en Alemania. En una reciente encuesta de la Comisión Europea, un 13% de las compañías alemanas admitieron no haber innovado nada entre 2006 y 2008. En Francia fueron el 47%. El déficit comercial francés fue de 70.000 millones de euros en 2011, una cifra récord. No es extraño que el 71% de los votantes socialistas y el 75% de los conservadores favorezcan medidas proteccionistas.

 

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