La eliminación de la malaria, y su eventual erradicación del planeta, es difícil pero posible. Un número cada vez mayor de países está avanzando hacia la eliminación de la malaria. En 2015, 33 países anunciaron menos de 1.000 casos de malaria y en 2016 la Organización Mundial de la Salud (OMS) identificó a 21 de estos países como capaces de alcanzar cero casos en 2020.
Se ha logrado mucho pero la financiación se ha estancado
La reducción sin precedentes en el número de casos y en la mortalidad por malaria registrada en los últimos 15 años ha sido posible gracias a un fuerte incremento en la inversión en malaria entre 2000 y el 2010. Sin embargo, en los últimos cinco años, la financiación se ha estancado. Así, en 2015, los recursos totales destinados a los programas de control y eliminación de la malaria alcanzaron 2.900 millones de dólares, menos de la mitad de los 6.400 millones identificados como necesarios por la Estrategia Técnica Mundial de la OMS contra la malaria. Por otro lado, la financiación de la investigación y el desarrollo de nuevas herramientas contra la malaria, con 611 millones de dólares dedicados en su mayor parte al desarrollo de medicamentos y vacunas, se acercó más a la meta planteada por la Estrategia para 2020, ya que supuso el 90% del objetivo total en este campo.
Ante un Estados Unidos hoy imprevisible, Europa a debe asumir el liderazgo
Estados Unidos es, de lejos, el donante internacional más importante para el control y la eliminación de la malaria. En 2015, por ejemplo, contribuyó con el 35% del presupuesto total de la lucha contra esta enfermedad. Sin embargo, con la nueva administración, la perspectiva de futuro es incierta y existe el riesgo de que la financiación no solo se estanque sino que disminuya. Según el presupuesto preliminar anunciado para 2018, Donald Trump planea renovar el compromiso con el Fondo Mundial contra el VIH, la tuberculosis y la malaria. Sin embargo, el presidente ha pedido una reducción del 37% en el presupuesto del Departamento de Estado y de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID, por sus siglas en inglés). Aún no se sabe qué pasará con la Iniciativa del Presidente contra la Malaria (PMI, en inglés), dirigida por USAID, que por sí sola destinó 621 millones de dólares a 19 países en África y la región del Mekong en 2015. En este contexto, y visto el recorte anunciado del 27% al presupuesto del Instituto Nacional de la Salud (NIH, en inglés), la financiación para la investigación en malaria se verá probablemente afectada.
Esta situación es especialmente preocupante, ya que ocurre en un momento en que un número creciente de países reduce casos y avanza hacia la eliminación. Contrario a lo que se podría pensar, los países que se acercan a la eliminación (menos de 10.000 casos al año) requieren un mayor gasto per cápita debido al coste de vigilar cada caso: 3,79 dólares, comparado con 2,5 dólares para países que tienen entre 10.000 y un millón de casos. Por ello, es el momento en que los esfuerzos y los fondos deben no solo mantenerse sino aumentar.
Ahora es cuando Europa debe intervenir. Aunque su contribución a la investigación en malaria no es despreciable (en 2014-15 financió 18 proyectos de investigación básica y formación en malaria con un presupuesto total de 13,6 millones de dólares), su contribución a los programas de control y eliminación debe aumentar de forma considerable, ya que las instituciones europeas contribuyeron con solo el 1,1% del presupuesto total en 2015. Así, aunque el aumento anunciado del 27% de contribución europea al Fondo Mundial para el periodo 2017-19 es alentador, sigue representando apenas el 6% de la meta deseada de 6.900 millones de dólares.
El sector privado debe involucrarse, en su propio interés
En vista de la situación actual y de las necesidades crecientes impuestas por las metas de eliminación en los próximos años, los filántropos Bill Gates y Ray Chambers reunieron un nuevo grupo global, el End Malaria Council, que incluye a donantes influyentes, hombres de negocios, banqueros y líderes políticos, con el objetivo de aumentar los compromisos de financiación. El grupo buscará nuevas maneras creativas de ayudar a los países endémicos a luchar contra la enfermedad y mantener el apoyo de los principales donantes.
Un ejemplo de colaboración entre el sector privado e instituciones de países endémicos es la Alianza Mozambiqueña para la Eliminación de la Malaria (MALTEM), coordinada por el Instituto de Salud Global (ISGlobal) en alianza con el Centro de Investigación en Salud de Manhiça (CISM) y el ministerio de Salud de Mozambique, apoyado por la Obra Social ”la Caixa” y la Fundación Bill y Melinda Gates. El objetivo del proyecto es demostrar que la eliminación es posible. Con un primer estudio piloto en el distrito de Magude, dará apoyo a los esfuerzos del Programa Nacional de Control de Malaria para eliminar la enfermedad en el sur de Mozambique en 2020, y extender posteriormente dichos esfuerzos al resto del país por medio del establecimiento de una estrategia nacional basada en la evidencia científica.
Sobra decir que el sector privado se beneficiaría directamente de una reducción en el número de casos de malaria, ya que las personas enfermas no pueden ir al trabajo. Por ejemplo, solo la eliminación de la malaria en el sur de Mozambique en 2020 podría evitar a las empresas pérdidas de productividad de hasta 30.000 millones de dólares, según investigadores de MALTEM.
Ciertamente, la inversión necesaria para progresar del control a la eliminación de la malaria es elevada: idealmente se requerirán 6.400 millones de dólares por año. Sin embargo, esta cifra es poca cosa cuando se compara a las ganancias estimadas como resultado del aumento logrado en esperanza de vida: 1.800 millones de dólares para la región africana para el periodo entre 2010 y 2015.