Si algo le quedaba a Europa para su consuelo en este mundo tempestuoso, eso era la autoridad moral. En los últimos tiempos, sin embargo, la consolidación de potencias autoritarias en la escena internacional ha minado la capacidad de la Europa de los 27 para promover los derechos humanos, la democracia y el imperio de la ley más allá de sus fronteras – por no hablar de los brotes de populismo y la xenofobia en el propio continente. ¿Ha perdido atractivo el modelo democrático liberal, cuya promoción Europa puso en el centro de su política exterior tras el final de la guerra fría?
La respuesta, según el European Council on Foreign Relations, es afirmativa. Occidente pierde peso político y económico en el sistema internacional, y ha de competir con poderes que han conseguido quebrar el nexo entre democracia liberal y desarrollo económico y social, con China a la cabeza de un nuevo grupo de potencias capitalistas y autoritarias. Estas potencias están poco preocupadas en promover la democracia y los derechos humanos fuera de sus fronteras, algunas tampoco dentro. Según el estudio Towards an EU human rights strategy for a post-Western world, la democracia está en retroceso, como ilustran los casos de Kenia, Rusia, Tailandia o Venezuela.
El compromiso de la Unión Europea con la promoción de los derechos humanos y la democracia es fuerte, al menos en lo que toca a retórica. El problema es que este compromiso en abstracto no suele bajar al terreno, donde la competencia es feroz. Así, la Unión Europea y sus Estados miembros han tendido a dar una mayor importancia a otros intereses estratégicos por encima de los derechos humanos y la democracia, excepto en los casos menos comprometidos, cuando se relacionan con terceros países.
En la ONU, sólo la mitad de las democracias (fuera de la UE) suelen votar a favor de las mismas resoluciones de derechos humanos apoyadas por los 27. De los 197 Estados miembros de la ONU, 127 suelen votar contra las posiciones adoptadas por la UE, frente a los 117 del año pasado. Los datos se encuentran en otro estudio de ECFR, The EU and human rights at the UN: 2010 review, donde se puntualiza que esta pérdida de influencia aumenta a pesar de la colaboración estrecha con la administración Obama. La brecha en torno a los derechos humanos en la ONU, concluye el estudio, no puede achacarse en exclusiva a la anterior administración estadounidense. Las causas son más profundas y están relacionadas con la emergencia de un mundo posoccidental. Europa deberá revisar sus políticas, también en la cuestión de los derechos humanos y la democracia, para recuperar autoridad en un asunto tan crucial para sus intereses.
Para más información:
Richard Gowan y Franziska Brantner, «UE, derechos humanos y Naciones Unidas». Política Exterior núm. 126, noviembre-diciembre de 2008.
Kenneth Roth, «Déspotas disfrazados de demócratas». Política Exterior núm. 122, marzo-abril de 2008.
Xulio Ríos, «¿Es China responsable?». Política Exterior núm. 124, julio-agosto de 2008.