Desde el primer brote del ébola en Guinea en diciembre de 2013, el asunto ha ido adquiriendo popularidad en los medios, ocupando cada vez más espacio en periódicos y revistas. El primer caso de contagio fuera de África, en octubre de este año, ha sido el ingrediente definitivo para atraer una atención masiva sobre la epidemia. Muchas de las noticias han sido críticas con la gestión institucional de la enfermedad, tanto a nivel estatal como internacional. Pero la realidad es que no todo se ha hecho mal, y hay motivos para la esperanza, aunque también para la inquietud.
Aunque los actores involucrados son diversos y numerosos, destaca el papel de la Unión Europea. En primer lugar porque, junto a sus Estados miembros, es el donante de más de la mitad de toda la ayuda humanitaria internacional. Pero además, porque el primer caso de contagio de ébola fuera de África ha ocurrido dentro de sus fronteras (España), poniendo en cuestión, una vez más, su capacidad de orientación y coordinación de los Estados miembros.
Como no todo son malas noticias, el biólogo español César Muñoz-Fontela, investigador principal del Laboratorio de Virus Emergentes del Instituto Heinrich Pette de Hamburgo, afirma que Europa está a la cabeza de la investigación del ébola. También comenta que la mayoría de los diagnósticos en África se han realizado a través de un laboratorio móvil europeo y se muestra contario a quienes plantean que la UE no está luchando contra la epidemia. La UE ha sido el mayor contribuyente de financiación y personal en la crisis, aportando hasta a fecha 180 millones de euros. Tras la expansión de la epidemia en marzo, la UE actuó con la contribución de 1,1 millones de euros y el envío de especialistas a la región. En septiembre, la Unión ya había contribuido con 150 millones de euros, destinados a la Unión Africana, la Organización Mundial de la Salud, Cruz Roja y Médicos sin Fronteras, principal organización en la lucha contra esta enfermedad. El día 15 de ese mes, la UE solicitó a sus Estados miembros que intensificaran su ayuda individual.
Sin embargo, tan solo un día más tarde, la ONU anunció la necesidad de 1.000 millones de dólares para combatir el brote, cifra que quedaba lejos de los esfuerzos de la UE. Dos días más tarde, Kristina Georgieva, comisaria Europea de Cooperación Internacional, de acuerdo con las recomendaciones de las ONG, señalaba la importancia de contribuir con personal y transporte, más que con financiación. En respuesta a estas nuevas necesidades, la UE estableció un puente aéreo el 7 de Octubre con tres Boeing 747 para el transporte de material de primera necesidad.
Pero lo cierto es que estos esfuerzos han sido insuficientes para frenar la epidemia, y la UE no ha podido hacer frente a la enfermedad ni ha sido capaz de coordinar una iniciativa global. Estados Unidos ha tomado el liderazgo, poniendo encima de la mesa 800 millones de euros y 3.000 soldados. Cabe preguntarse si esto significa el fracaso del modelo civil de ayuda al desarrollo del que tanto se enorgullece la UE. Desde luego, lo que significa es que la Unión necesita más voluntad y, tal vez, menos voluntarismo.
El ébola en Europa
Uno de los puntos clave de la gestión de la crisis del ébola es el control de los flujos de personas entre Europa y los países africanos afectados, personal sanitario europeo incluido. El 7 de octubre la UE instaló un sistema de evacuación para atender a los trabajadores internacionales en hospitales europeos, al tiempo que señalaba el riesgo de aislamiento que sufren los países afectados debido a que las aerolíneas limitan o incluso cancelan los vuelos a la zona. Esto dificulta el transporte de personal y suministros, por lo que, sumándose a las recomendaciones de la OMS, la Unión insiste en que dichas actividades continúen con normalidad. Para utilidad de los viajeros, ha redactado un documento sobre el ébola con información y consejos.
El Comité de Seguridad Sanitaria, encargado de sincronizar las medidas de los Estados miembros, ha convocado una reunión para tratar el caso de España. En paralelo, el Centro Europeo para el Control y Prevención de Enfermedades (ECDC) enviaba a dos especialistas a Madrid.
La UE aún considera que el riesgo de que el virus se propague por la Unión es bajo. Pero prevé de todos modos un aumento de casos de ébola y ha convocado a los Estados miembros para aplicar protocolos comunes. Una de las propuestas es realizar controles de temperatura a los viajeros, medida que ya se aplica en Reino Unido. La medición de temperatura es controvertida, pues el ECDC la considera intrusiva y poco eficaz. De 36.000 viajeros a los que se le midió la temperatura a la salida de sus países de origen, a 77 se les impidió viajar por tener fiebre, aunque ninguno dio positivo en ébola. El coste de una medida similar implantada durante cuatro meses en los aeropuertos de Canadá fue de siete millones y medio de dólares canadienses.
Mark Spenger, director del ECDC, afirma que no existe el riesgo cero de infección y que es importante entender que el riesgo en Europa solo puede ser eliminado frenando el virus en África. El caso del ébola es el ejemplo perfecto de los nuevos riesgos a los que el mundo se enfrenta. Todos los expertos coinciden: los cambios en la forma en que la humanidad habita el planeta hacen inevitable la aparición de nuevas enfermedades. La mutación y la adaptación constantes son los mecanismos de supervivencia del mundo microbiano. A nivel marco, los Estados preparan sus ejércitos para combatir amenazas biológicas y se convoca por primera vez una reunión de emergencia del Consejo de Seguridad de la ONU para tratar una cuestión de salud pública. La OMS es clara: mientras persista la pobreza; mientras las personas deban cazar para su supervivencia; mientras lo hagan en selvas cada vez más degradadas, existirá el riesgo.
Es obvio, por evidente, que sobran noticias sobre el ébola. El esceso de información (y más si es mala información) genera desinformación y desvirtúa el papel de los medios y periodistas. Rara vez se encuentra información acreditada y clara como en este artículo. Lástima que en él falte la firma de su autor en un escenario y un tema, el ébola, donde sobra sensacionalismo.
Fe de erratas: «exceso de información» por «esceso de información»