Esta semana en Informe Semanal de Política Exterior: recortes

 |  5 de septiembre de 2011

Estados Unidos: una superpotencia frugal.

El acuerdo entre demócratas y republicanos para reducir el déficit fiscal tendrá importantes consecuencias en el presupuesto de dos organismos clave de la política exterior de EE UU: el Pentágono y el departamento de Estado. Del billón de dólares que se recortarán en los próximos 10 años, casi la tercera parte afectará a la partida de defensa.

Si el comité del Congreso encargado de identificar las áreas afectadas no se pone de acuerdo, el Congreso reducirá el gasto militar en 600.000 millones de dólares en ese lapso. Ese proceso se acelerará si disminuyen paralelamente las amenazas exteriores sobre la seguridad nacional.

Ahora, por primera vez desde 1945, los sectores más conservadores del Partido Republicano, se muestran dispuestos a sacrificar la defensa en aras de menos impuestos. Por su parte, los sectores más a la izquierda del Partido Demócrata coinciden con ellos en la necesidad de reducir el presupuesto del Pentágono, afectado en los últimos años por numerosos escándalos de desperdicio, corrupción e ineficiencia.

Entre 2001 y 2010 el presupuesto de defensa aumentó en términos reales un 6% anual, hasta duplicar en 2010 el volumen que tenía en 2001: unos 500.000 millones de dólares, cifra equivalente al PIB de Indonesia. El sistema de pensiones militar provee a los miembros de las fuerzas armadas la mitad de su paga de por vida a cambio de apenas 20 años de servicio.

En abril de 2008, la Government Accountability Office del Congreso encontró que 95 de los principales proyectos del Pentágono superaban sus presupuestos originales en casi 300.000 millones de dólares. Un año después, las cosas no habían cambiado nada. Sin embargo, los legisladores aprobaron programas de armas por valor de 5.000 millones de dólares más y que el Pentágono ni siquiera había solicitado.

La industria de defensa tiene repartidas sus plantas a lo largo de todo el territorio de EE UU, lo que hace del Pentágono uno de los principales empleadores del país, con un presupuesto de adquisiciones de 107.000 millones de dólares en 2010, que asegura el apoyo de los congresistas y senadores a sus solicitudes de gasto. Pero esos tiempos han acabado.

En un informe de octubre de 2009, la oficina del inspector general del Pentágono descubrió más de un billón de dólares en gastos de difícil justificación o maquillajes contables en sus cuentas. Un mes antes, el comité de Finanzas del Senado criticó la “falta absoluta de control” del Pentágono ante “el fraude y el robo”. Mientras que el departamento de Estado solo tiene un 10% más de diplomáticos y personal de apoyo que hace 25 años, el Pentágono tiene 1,5 millones de personal militar activo, un número similar de reservistas de la Guardia Nacional y 790.000 empleados civiles.

Una de las regiones mundiales más afectadas por el cambio de las prioridades estratégicas de Washington será Europa. Según Globalsecurity.org, a partir de 2015 las principales bases militares de EE UU estarán en las islas de Guam y Diego García en el Pacífico y su misión fundamental consistirá en vigilar y contener la creciente potencia naval de China y fortalecer los vínculos de defensa con los países del sureste asiático.

Otro campo afectado será el tipo de misiones emprendidas tras la guerra fría en Somalia, Haití, Bosnia, Kosovo, Afganistán e Irak, que requieren enormes gastos en nation-building, es decir, la reconstrucción de instituciones de gobierno donde han colapsado o su construcción donde nunca existieron. Cuando la causa sea justa y los medios estén disponibles, como en Libia, habrá una probabilidad mayor de intervención, pero lo más seguro es que en adelante esos casos sean la excepción y no la regla.

Para más información:

William Pfaff, «Los peligros del nuevo militarismo de Estados Unidos». Política Exterior núm. 139, enero-febrero 2011.

 

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