Esta semana en Informe Semanal de Política Exterior: paz entre palestinos

Hamás-Al Fatah, un frente palestino.

La firma en El Cairo de un acuerdo entre Hamás y Al Fatah, al que se han sumado otras 11 fuerzas políticas palestinas (Yihad Islámica incluida) pone fin a casi cuatro años de fragmentación interna y lanza un proceso que deberá conducir a la formación de un gobierno de coalición integrado por tecnócratas que preparará las próximas elecciones, presidenciales y legislativas, que deberían celebrarse antes de un año.

La reconciliación palestina se ha producido por la convergencia de diversos factores. Entre ellos destaca el influjo de la “primavera árabe”, que ha propiciado una movilización cívica en demanda del fin de los enfrentamientos facciosos. La existencia de dos primeros ministros –Ismail Haniya en Gaza y Salam Fayad en Cisjordania, sin refrendo electoral a día de hoy– y la permanencia al frente de la Autoridad Nacional Palestina de un presidente, Mahmud Abbas, cuyo mandato finalizó en enero de 2009, mina la legitimidad de los representantes políticos palestinos.

Hamás sufre desde hace tiempo el creciente distanciamiento de la población de Gaza. Para Al Fatah, por su parte, la aproximación a la organización islamista era imprescindible para cumplir su objetivo de declarar un Estado palestino en septiembre en la Asamblea General de la ONU.

Para ello necesitaba, entre otras cosas, alinear a todos los actores palestinos en la misma dirección. Entre los factores externos, el más relevante ha sido el giro de las nuevas autoridades egipcias hacia una mayor aceptación de Hamás como actor político y su decisión de levantar el bloqueo de Gaza; de ahí su mediación para lograr el acuerdo. La ceremonia en El Cairo se desarrolló en presencia del secretario general de la Liga Árabe, Amr Musa, y de los dos principales mediadores egipcios, el ministro de Relaciones Exteriores, Nabil Al Arabi, y el jefe de los servicios secretos, Murad Muafi.
Paralelamente, el debilitamiento del gobierno sirio, su tradicional protector, ha obligado a los dirigentes de Hamás a mostrarse más abiertos a la negociación. Si el pacto se concreta en resultados tangibles, se cumplirá una condición necesaria pero no suficiente para la paz entre Israel y Palestina.

Un primer obstáculo que se deberá superar es la elección del primer ministro del gobierno de coalición. No será sencillo para Hamás renunciar a ese puesto y aceptar a Fayad como un simple tecnócrata. Tampoco puede esperarse que Israel facilite la labor de ese futuro ejecutivo, cuando ya ha declarado su rechazo a cualquier contacto con un gobierno palestino del que forme parte Hamás. Dado que en esa misma línea parece situarse también ee uu, sobre todo después de que Haniya condenara “el asesinato” de Osama bin Laden, la actitud de la Unión Europea será crucial para la aceptación de Hamás como interlocutor por parte de la comunidad internacional.

La experiencia de los últimos años no permite expectativas muy optimistas. El gobierno de Benjamin Netanyahu, que ha declarado que el acuerdo es un “duro golpe para la paz y una gran victoria para el terrorismo”, hará todo lo que esté en sus manos para impedir su concreción o hacerlo irrelevante, intentando que las desavenencias entre ambos grupos palestinos arruinen la ocasión de poder presentar un frente común en un futuro proceso de negociación. Netanyahu ofrecerá su propio plan de paz el 24 de mayo en una sesión plenaria del Congreso de EE UU para neutralizar la posibilidad de que la onu termine por apoyar la creación de un Estado palestino.

Para más información:

Daoud Kuttab, «Hamás y Al Fatah, ¿una batalla interna o una guerra por delegación?». Afkar/Ideas núm. 26, verano 2010.

Mouin Rabbani, «Mahmud Abbas y el futuro de la ANP». Política Exterior núm. 128, marzo-abril 2009.

Gaspar Atienza, «Hamás, ¿partido político?». Política Exterior núm. 126, noviembre-diciembre 2008.

Enrique Vázquez, «Palestinos buenos y malos» . Afkar/Ideas núm. 15, otoño 2007.