Esta semana en Informe Semanal de Política Exterior: industrias

 |  18 de julio de 2011

Si en algo están de acuerdo los analistas en torno a la crisis de la deuda soberana de la zona euro es en que las soluciones financieras servirán de poco si sus economías no vuelven a crecer y a generar empleo. Sin crecimiento, la ratio entre la deuda y el PIB seguiría aumentando aunque decayera la cifra global de la deuda.

Como ha recordado el expremier británico Gordon Brown, Europa representaba en un momento de la historia el 50% del PIB mundial; en 1980 había caído al 25% y hoy es el 19%. En 2030 podría ser el 11% y en 2050 el 7%. A pesar del éxito exportador de Alemania en países como China, Rusia o Brasil, solo el 8% de las exportaciones de la Unión Europea –frente al 15% de las de Estados Unidos– se dirigen a las ocho economías emergentes de mayor crecimiento.

Hoy el sector manufacturero británico representa el 12% del PIB, la mitad que en 1991. Y dado que el crecimiento europeo no puede depender de una industria de tecnología media/baja o de mano de obra barata, dada la imposibilidad de competir en ese terreno con China, la solución debe provenir de bienes y servicios de alto valor añadido: energías renovables, biotecnología, materiales avanzados y tecnologías verdes, entre otros.

EE UU, por su parte, ha perdido ocho millones de puesto de trabajo en el sector manufacturero por su “externalización” (outsourcing) a China. Andy Grove, expresidente de Intel, sostiene que es “absolutamente prioritario” que EE UU siga siendo una gran potencia industrial en siderurgia, química, electrónica, biotecnología y aeronáutica. Según Grove, la formación de una fuerza laboral capacitada tarda décadas en desarrollarse, pero se puede perder en poco tiempo. En los últimos 10 años, se han cerrado 57.000 plantas industriales en EE UU, mientras que sus multinacionales crearon 2,2 millones de empleos fuera del país, recortando 2,9 millones de empleos en el interior. Con menos ingresos tributarios, los Estados reducen sus inversiones en las universidades públicas.

En 2010, la inversión extranjera directa en EE UU fue a 236.000 millones de dólares, frente a los 310.000 de 2008, mientras que la originada en el país alcanzó los 351.000 millones. Entre 1982 y 2007 los extranjeros invirtieron en ee uu seis billones de dólares más de lo que el país invirtió fuera.

En un artículo en Los Angeles Times, Vikram Dalal, profesor de ingeniería de la Universidad Estatal de Iowa, cuenta cómo una compañía de energía solar de Massachusetts para la que trabajaba cerró una de sus plantas en ese Estado, incluida la división de I+D, para trasladarla a China porque las autoridades de este país le ofrecieron terrenos gratuitos, energía subvencionada, mínimas exigencias medioambientales y 30 millones de dólares de capital riesgo.

Un reciente informe de Bruegel, un think tank con sede en Bruselas, defiende algo que hasta hace poco era una herejía: el relanzamiento de políticas industriales adecuadas a los tiempos que corren. Las políticas de competencia de la UE prohiben prácticas que distorsionen el libre funcionamiento del mercado, como subsidios, acceso privilegiado a licitaciones públicas o proteccionismo de determinadas compañías e industrias. Si los países miembros compiten en ese terreno, los beneficiarios son los accionistas, no los contribuyentes, por lo que la UE impone límites estrictos a las ayudas estatales. Pero según Bruegel existen buenas razones para reconsiderar las cosas: sin intervención de los gobiernos para estimular la inversión privada en sectores tecnológicos clave, la tendencia natural de la industria es a mantener el statu quo. Pero lo más importante es que potencias emergentes como China, India o Brasil tienen políticas industriales muy activas.

Para más información:

«I+D+i». Economía Exterior núm. 44, primavera 2008. Para acceder al índice, haga clic aquí.

 

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *