Sistema financiero: la ‘tasa Tobin’ se aleja del horizonte.
Las posibilidades de que la UE logre apoyos para aplicar globalmente la llamada “tasa Tobin” a las transacciones financieras en la próxima reunión del G-20 (Cannes, 3 y 4 de noviembre) son escasas. A la oposición abierta de EE UU se suma la hostilidad de Reino Unido y la reticencia de Suecia, la República Checa y Canadá.
La propuesta de esa tasa impositiva (de un 0,1% para acciones y bonos y un 0,01% para derivados), auspiciada por Francia y Alemania, fue presentada a finales de septiembre por el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso. “Es tiempo de que el sector financiero haga una contribución a la sociedad”, dijo. La idea era presentar la tasa al G-20 como una decisión ya tomada por la UE. Sin embargo, el hecho de que el gobierno británico haya anunciado que “vetará” la propuesta, hará inviable su aplicación a escala comunitaria, disminuyendo la posibilidad de que pueda concretarse globalmente, el único modo en que sería realmente efectiva.
El ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, ha acusado a Londres de impedir que los bancos ayuden a solucionar la crisis financiera. Ante esas posiciones encontradas, lo que se debate ahora es si haría falta una aprobación unánime de los Veintisiete o bastaría con que un mínimo de nueve países implantara un “espacio de cooperación” en el que entrara en vigor la tasa. Pero dado que una medida de ese tipo tendría efectos muy limitados y disminuiría la competitividad de sus mercados financieros, es probable que Francia y Alemania abandonen la idea. La oposición británica a la tasa, que sería aplicable a transacciones de cualquier entidad con sede en la UE, es explicable. La City concentra el 70% de todas las operaciones financieras que se realizan en la Unión. El sector representa además el 10% del PIB británico.
Londres teme que si la tasa entra en vigor, muchas de sus entidades se mudarían a EE UU o paraísos fiscales como Islas Caimán. De hecho, ICAP, una de las mayores casas de bolsa del mundo, ha amenazado con irse de la UE si se aprueba la medida. George Osborne, el ministro de Finanzas británico, ha dicho que Reino Unido solo la consentiría si se aplica globalmente.
Según Peter Cussons, responsable de impuestos de PWC, EE UU cometió un error similar en los años setenta, cuando introdujo una tasa sobre los intereses de los bonos. “Muchos operadores se fueron del país y no volvieron”, advierte. También Suecia, que en los años ochenta intentó introducir la tasa Tobin unilateralmente, tuvo que desistir.
Parte del rechazo de los bancos se explica por los 55.000 millones de euros anuales que la tasa les costaría. Pero tan o más importante es que en un mercado en el que las compraventas se deciden por diferencias del 0,5% en el valor de los títulos y en el que las comisiones pagadas por los grandes clientes no pasan del 0,1% o 0,2%, cargar un 0,1% adicional puede desincentivar ese tipo de operaciones. Sobre todo si son apalancadas, en cuyo caso hay que pagar, además de la comisión, un interés por el préstamo.