La Habana dinamita los puentes.
En mayo de 2008, en una conferencia en Miami durante su campaña electoral, Barack Obama dijo que estaría dispuesto a reunirse con Raúl Castro para normalizar las relaciones con La Habana. Una vez en la Casa Blanca, redujo las restricciones a las visitas a la isla de los cubanos del exilio y a las remesas que envían a sus familiares.
Hoy unos 1.000 cubanos residentes en EE UU llegan a Cuba cada día. Las tímidas reformas del régimen para dar más espacio a la iniciativa privada y la liberación de un centenar de presos de conciencia alentaron las esperanzas de un mayor deshielo entre ambas orillas del estrecho de Florida. Durante el primer año de mandato de Obama, hubo incluso una visita oficial a La Habana de altos funcionarios del departamento de Estado.
Sin embargo, todos esos gestos de acercamiento duraron poco. Hoy EE UU y Cuba han vuelto al mismo clima de enfrentamiento y desconfianza que ha predominado entre ambos desde hace 50 años. Las razones son diversas. Una de ellas es el fortalecimiento en el Capitolio del ala dura del exilio cubano. Con el ascenso del Tea Party, congresistas republicanos cubano-americanos como Ileana Ros-Lehtinen, Lincoln Díaz-Balart y Marco Rubio han fortalecido su influencia en Washington, minando algunas de las iniciativas aperturistas de la administración demócrata.
Pero el detonante de la explosión que derrumbó los puentes fue la detención en Cuba, en diciembre de 2009, de Alan Gross, acusado de “crímenes contra la seguridad del Estado” por distribuir teléfonos por satélite a grupos judíos en La Habana. Gross trabajaba para una compañía contratista de la United States Agency for Internacional Development (Usaid). Ante el tribunal que le condenó a 15 años de cárcel, Gross dijo que había entregado esos equipos a miembros de la pequeña comunidad judía cubana para ayudarles a conectarse a Internet, algo que solo el 2% de los cubanos puede hacer de una manera regular.
El fracaso de la visita a la isla del exgobernador de Nuevo México Bill Richardson para conseguir la liberación de Gross ha empeorado las cosas. Richardson dijo a la CNN que el canciller cubano, Bruno Rodríguez, le advirtió que no se le permitiría visitar a Gross en prisión. El político demócrata tenía la autorización del departamento de Estado para ofrecer, a cambio de su libertad, sacar a Cuba de la lista de países patrocinadores del terrorismo, y la posibilidad de permitir el regreso de uno de los cinco cubanos presos por espionaje en Florida una vez que salga de prisión, en octubre. Sin duda, el régimen esperaba mucho más, probablemente el canje de Gross por los “cinco héroes”.
Rodríguez acusó a Richardson de querer “chantajear” a Cuba al calificar a Gross de “rehén”. El régimen quiere mantener la represión en el más bajo perfil posible para no atraer la atención internacional y, al mismo tiempo, impedir organizarse a los grupos opositores. Pero la proliferación de herramientas informáticas ha ayudado a los disidentes a mejorar sus redes. Como en Siria, son los propios ciudadanos los que graban las agresiones de la policía y los “actos de repudio” y los cuelgan en Internet. No es extraño que el regimen considerara a Gross un “peligro para el Estado”.
Para más información:
Luis Esteban G. Manrique, «Libros: El enigma cubano». Política Exterior núm. 132, noviembre-diciembre 2009.
Yoani Sánchez, «Cuba: de utopías y empecinadas realidades. Emigrar o delinquir». Política Exterior núm. 130, julio-agosto 2009.
Susanne Gratius, «Cuba, EE UU y Europa». Política Exterior núm. 130, julio-agosto 2009.
Domingo del Pino, «EE UU y Cuba. Obama da el primer paso». Política Exterior núm. 129, mayo-junio 2009.
Luis Esteban G. Manrique, «Cuba, segunda parte». Política Exterior núm. 123, mayo-junio 2008.
Acotaciones:
Una.Estudios de Política Exterior S.A. dudo que sea una institución independiente. Seguí la intervención de José Ignacio Torreblanca en rne el 6 de julio de 2010. De independiente,perdón, nada y en las referencias de más información, no veo ninguna aportación desde una lado. Todas son del lado contrario a Cuba.
Dos. El artículo es bastante correcto excepto el párrafo final. En absoluto es asi. No es el pueblo cubano es que va a mostrar «agresiones», y malos modos en general. Son cuatro gatos que cobrar de Martí noticias, Radio Martí, básicamente y su papel es tratar de llegar a la fotos del año: ¡la agresión¡
Enfrente está las personas que van a captar ¡la provocación¡ Periodismo ciudadano no es «periodismo independiente» (no lo es) ni personas que cobran por encender «la llamita» (Laura Pollán)