Espada de Damocles sobre Alemania.
La economía alemana es la envidia del mundo desarrollado. Sus exportaciones aumentaron un 18,5% en 2010, con lo que hoy representan el 41% del PIB, frente al 33% en 2000. La tasa de desempleo ha caído del 8,6% en 2007 al actual 6,9%. En 2010, Alemania representó el 60% del crecimiento del PIB de la zona euro, en comparación al 10% entre 2000-03. Sin embargo, hay un lado oscuro en el nuevo milagro alemán: el grave deterioro de su banca.
Moody’s acaba de rebajar la deuda subordinada de 23 bancos alemanes. Según Niall Ferguson, economista de la Universidad de Harvard, el verdadero problema de la zona euro “son los bancos alemanes, no las cajas españolas”. Tanto el Commerzbank como el Deutsche Bank redujeron sus beneficios a la mitad en el cuarto trimestre de 2010.
La difícil situación de los bancos alemanes les está impidiendo beneficiarse del fuerte crecimiento de la economía. Mientras que el índice DAX de la bolsa de Francfort se ha duplicado en los dos últimos años, el valor del Commerzbank y el Deutsche Bank está bajo mínimos. El primero vale ahora cinco veces menos que en 2007 y el segundo menos de la mitad. Ambas entidades no han logrado aún recuperarse de los efectos de las hipotecas subprime y otros productos tóxicos made in USA. En el apogeo de la burbuja crediticia en EE UU, en Wall Street se comentaba con sarcasmo que los bancos alemanes eran el “vertedero financiero” más grande del mundo.
En la década pasada, esos bancos redujeron su negocio comercial para convertirse en bancos de inversión, una tentación a la que no sucumbieron los bancos españoles. Para volver a sus raíces, Deutsche Bank ha decidido ampliar su negocio comercial con la compra de activos de ABN Amro y la consolidación de su paquete en el Deutsche Postbank.
Los ländesbanken, los bancos regionales dependientes de los länder, mantienen más activos tóxicos que los propios bancos de EE UU. El WestLB, nacionalizado durante la crisis, con activos de 290.000 millones de euros, ha tenido pérdidas en cinco de los ocho últimos ejercicios, lo que ha obligado al gobierno alemán a inyectarle 11.000 millones de euros. Sin resultados.
Para evitar más ayudas a fondo perdido, la Comisión Europea obligó a Berlín a presentar un plan de salvación del WestLB que pasa por reducir sus activos para 2015 a la tercera parte y dividirlo en cuatro áreas de negocio para facilitar su venta o inclusión en posibles fusiones. El problema es que no hay nadie interesado en comprarlo. Según el Banco Internacional de Pagos de Basilea, la banca alemana está en posesión de más de 500.000 millones de euros en deuda griega, irlandesa, portuguesa y española. Una quita del 20% de esa cantidad podría crear problemas insolubles a algunos de esos bancos, lo que explica la subida de los CDS (credit default swaps), los instrumentos que tasan el coste de aseguramiento de la deuda de esas entidades.
Para más información:
Charles Wyplosz, «La zona euro y España durante 2011». Política Exterior núm. 140, marzo-abril 2011.
José Enrique de Ayala, “Carta de Europa: La recurrente crisis del euro y las reticencias de Alemania”. Política Exterior núm. 139, enero-febrero 2011.
Ulrike Guérot, “‘El rapto de Europa’: la crisis desde Alemania”. Política Exterior núm. 136, julio-agosto 2010.
José Enrique de Ayala, “Carta de Europa: El rescate de Grecia”. Política Exterior núm. 134, marzo-abril 2010.