Esta semana en Informe Semanal de Política Exterior: Ajuste

 |  4 de julio de 2011

Grecia y la UE ganan tiempo.

Pese a las protestas callejeras y a la negativa a colaborar de Antonis Samaras, el líder del partido conservador Nueva Democracia, el primer ministro griego, Yorgos Papandreu, sacó adelante un nuevo paquete de ajuste fiscal para evitar el default con el apoyo de 155 de los 300 votos del Parlamento, lo que permitirá a Grecia –y a la ue– ganar algo más de tiempo mientras acuerdan un nuevo rescate para el país heleno.

A menos que los negociadores internacionales acuerden un nuevo plan a largo plazo, Grecia estará de nuevo al borde del abismo el próximo otoño. La aprobación del nuevo plan de austeridad –Atenas había adoptado el primero tras el plan de rescate de 110.000 millones de euros de mayo de 2010– era condición indispensable para que Grecia pudiera recibir los 12.000 millones de euros del quinto tramo del plan de ayuda original, que necesitaba para cubrir sus necesidades de liquidez en julio y poder acceder posteriormente a un segundo plan de rescate, por un valor similar al primero.

El objetivo del gobierno es conseguir ahorros por valor de 78.400 millones de euros, de los que 50.000 millones provendrán de privatizaciones y el resto de medidas como el recorte de los gastos del Estado en 14.300 millones, un impuesto solidario entre el 1% y el 4% a las rentas más altas, la subida del IVA a bares y restaurantes del 13% al 23%, nuevos impuestos a la vivienda o sobre bienes suntuarios o la supresión de 150.000 puestos de funcionarios, el 25% del total, entre muchas otras medidas.

Pese a su dureza y al rechazo de la oposición, las dudas de los mercados venían más por las vacilaciones del núcleo duro de la ue que a un rechazo del Parlamento griego. De hecho, dos días antes de la votación, las bolsas empezaron a subir, prueba de que esperaban la aprobación el plan. Las presiones internacionales fueron abrumadoras. La Comisión Europea subrayó que no había un ‘plan B: o el ajuste o el default. Por su parte, Wolfgang Schauble, ministro alemán de Finanzas, advirtió a los diputados griegos que la ue estaba preparada para superar las consecuencias de una quiebra de Grecia.

Pero lo que ha calmado más a los mercados, al menos de momento, es el hecho de que los bancos franceses y alemanes hayan mostrado su disposición a colaborar en una “reestructuración suave” de la deuda griega. La propuesta francesa contempla dos opciones para los acreedores: canjear un mínimo del 70% de los títulos a vencimiento por nuevos bonos a 30 años, o cambiar al menos el 90% de los mismos por nuevas obligaciones del gobierno griego a cinco años con un interés fijo del 5,5%.

Aún cuando esa flexibilización no implica una quita y no reducirá el descomunal endeudamiento del país, al menos dilatará los pagos. Al final, se ha impuesto la idea de que empeñarse únicamente en el ajuste hará inevitable la catástrofe. Hasta ahora, esas medidas han agravado la recesión y reducido los ingresos fiscales: el PIB cayó un 4,5% en 2010 y caerá el 4% este año mientras que la deuda pública, ya en 150% del PIB, podría llegar al 200% en 2015. La sociedad griega ha llegado al límite de su capacidad de sacrificio. Cada vez más griegos apoyan el abandono el euro y el regreso de la dracma.

 

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