Turquía cabalga la ola democrática.
Turquía es la potencia regional en mejores condiciones de rentabilizar el reguero de pólvora democrático que recorre Oriente Próximo. Además de ser el único país musulmán de Oriente Próximo que tiene un régimen democrático capaz de servir de modelo para sus vecinos –su nivel de corrupción en las listas de Transparencia Internacional es del 4,4, frente al 3,1 de Egipto y el 2,2 de Irán–, su economía tiene la dimensión suficiente para desempeñar un papel determinante en el desarrollo de una región cuya renta per cápita es apenas del 28% de la media de la UE.
El valor en bolsa de las compañías turcas se duplicó entre 2003 y 2008. En 2010 la economía turca creció un 8%, con lo que ya es la número 17 del mundo. Ahmet Davutoglu, el hiperactivo ministro de Asuntos Exteriores turco, está seguro que los vientos de la historia impulsan las velas de Turquía.
Después de la dura denuncia del primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, del régimen de Hosni Mubarak, el líder opositor Mohamed el Baradei, elogió abiertamente el modelo turco: “La foto de Erdogan puede verse en todos los sitios en nuestros países”, dijo a la prensa.
A diferencia del chií Irán, Turquía pertenece al mundo suní. En ningún otro país árabe se percibe la atracción turca como en Irak. Las compañías turcas se han extendido desde el Kurdistán hasta los campos petrolíferos de Basora, sobre las aguas del golfo Pérsico. Estas compañías están construyendo carreteras, vías férreas, puentes, hospitales, aeropuertos, oleoductos y gasoductos. En el Kurdistán iraquí, unas 700 empresas turcas representan casi las dos terceras partes de las compañías extranjeras.
Turquía planea firmar un acuerdo de exención de visados con Irak y de libre circulación de bienes a través de su frontera, que atraviesan cada día 1.500 camiones, similar al que ya tiene con Siria, Jordania y Líbano, reconstruyendo así el antiguo espacio otomano. El comercio bilateral entre Irak y Turquía alcanzó los 6.000 millones de dólares en 2010, el doble que en 2008, lo que significa que en dos o tres años Irak será el principal mercado para las exportaciones turcas.
Turquía es la puerta de salida natural del gas y el petróleo iraquíes a los mercados europeos. El oleoducto entre la ciudad iraquí de Kirkuk y el puerto turco de Ceyhan ya lleva el 25% de las exportaciones de crudo iraquí. Petroleras turcas han firmado dos contratos petroleros y otros dos gasísticos con Irak que podrían mover varios miles de millones de dólares en unos años.
En 2010, Irak firmó 12 contratos petroleros para proyectos que podrían aumentar la producción de los actuales dos millones de barriles diarios –menos que Argelia– a 12 millones en 2016, similar a la de Arabia Saudí. Si esas previsiones se cumplen, el PIB iraquí se multiplicará por seis –hasta 350.000 millones de dólares– en los próximos 10 años. Solo el programa de electrificación iraquí tiene un presupuesto de 50.000 millones de dólares. Seis compañías turcas se han hecho con los contratos de reconstrucción de barrios de Bagdad, con una inversión de 11.000 millones de dólares.
Para más información:
Ignacio Álvarez-Ossorio, «Siria-Turquía: una alianza en construcción». Política Exterior núm. 139, enero-febrero 2011.
Editorial, «La UE espera a Turquía». Política Exterior núm. 138, noviembre-diciembre 2010.
Hugh Pope, «Equilibrios turcos: entre la UE y Oriente Próximo». Política Exterior núm. 138, noviembre-diciembre 2010.
Ahmet Davutoglu, «Turquía en la UE: juntos hacia un futuro mejor». Política Exterior núm. 138, noviembre-diciembre 2010.
Eduard Soler i Lecha, «Turquía y la UE tras el referéndum constitucional». Política Exterior núm. 138, noviembre-diciembre 2010.