Los drones tensan la cuerda
El creciente número de ataques militares de EE UU en suelo pakistaní, tanto con aviones no tripulados (drones) como con helicópteros, tenía que provocar más pronto que tarde tensiones bilaterales. El detonante ha sido el bombardeo con misiles por parte de un helicóptero norteamericano, el 30 de septiembre, del puesto fronterizo de Mandata Kandaho, en la provincia de Kurran, que causó la muerte de tres soldados pakistaníes cuando los estadounidenses respondían a disparos desde esa zona.
La represalia del gobierno de Islamabad no se hizo esperar y ha golpeado a EE UU donde más daño puede hacerle: el bloqueo de la vía de suministros de la OTAN que atraviesa el paso fronterizo de Torkham, que representa, junto con el de Chaman, la principal vía de abastecimiento (alrededor del 80% de los suministros no militares) de las tropas de la ISAF en el sur de Afganistán, con convoyes que cruzan Pakistán desde el puerto de Karachi.
A lo largo de septiembre se produjeron más de 22 ataques con drones en territorio pakistaní, y un total de 75 en lo que va de año. Según los servicios de inteligencia pakistaníes, el ISI, desde 2004 se han producido 181 ataques con drones, lo que revela la magnitud de la escalada de los últimos meses. Aunque políticamente son difíciles de defender ante la opinión pública pakistaní –de hecho, las autoridades suelen condenarlos como una violación de su territorio–, lo cierto es que hasta ahora ha habido un acuerdo tácito entre las partes para no hacer públicos estos ataques o restarles importancia.
A Pakistán los ataques selectivos de los drones le permite deshacerse de enemigos peligrosos sin necesidad de arriesgar a sus propias tropas. El 29 de septiembre, por ejemplo, se conoció la muerte por el ataque de un drone de Abdallah Umar al Qurayshi, líder de Al Qaeda en la provincia afgana de Kunar. El problema es que esos ataques producen bajas colaterales de civiles y de miembros de las fuerzas armadas pakistaníes. La reacción de las autoridades de Islamabad ante el incidente de Kurran fue especialmente vehemente, hasta el punto de que el ministro del Interior pakistaní, Rehman Malik, declaró: “Tendremos que averiguar si somos aliados o enemigos [de EE UU]”.
El día después del ataque, una columna de 30 vehículos cargados de suministros procedentes de Karachi para la ISAF fue destruida en el paso de Khyber por la violenta reacción de la airada población local. En otros tres ataques, entre el 4 y el 6 de octubre, en Islamabad, Quetta y el suroeste de Pakistán, decenas de camiones cisterna de la ISAF fueron incendiados y tiroteados por turbas incontroladas. Al menos uno de los conductores murió.
Todo ello supone un aldabonazo más a los convoyes aliados y empujará a la otan a utilizar la ruta que atraviesa Kazajstán y Uzbekistán, que actualmente canaliza solo el 30% de los suministros no militares a las fuerzas de la ISAF.
Para más información:
Roland Flamini, «Asia Central y la logística de la guerra afgana». Artículo, Política Exterior núm. 136, julio-agosto de 2010.