¿Un error sin consecuencias?
Si Israel ha podido gestionar sin violencia el intento del buque irlandés Rachel Corrie de llevar ayuda humanitaria a la asediada franja de Gaza, es muy difícil creer que lo ocurrido días antes con el barco turco Mavi Marmara, donde murieron 10 de sus pasajeros por los disparos de las tropas especiales israelíes, se debiera a un simple error de cálculo.
Los comandos israelíes están entrenados para hacer frente a situaciones mucho más complicadas que las que puede presentar un grupo de activistas desarmados. Si a pesar de ello el ataque israelí se tradujo en una respuesta a todas luces desproporcionada, que le ha valido un notable deterioro de su imagen internacional, es probable que los planificadores de la operación buscaran lograr con ello varios objetivos simultáneos.
El primer elemento a considerar es la voluntad israelí de seguir estrechando el cerco sobre la población de la franja de Gaza, a la espera de que el bloqueo debilite políticamente a Hamás para que después la Autoridad Nacional Palestina termine aceptando los términos de una eventual oferta de paz.
Paralelamente, Israel podría haber querido enviar un mensaje a actores como Irán y Hezbolá, dándoles a entender que cualquier intento por introducir armas en Gaza está condenado al fracaso. Con ese mismo objetivo, Egipto está construyendo un muro en su frontera con Gaza, para impedir el tráfico de armamento que se realiza a través de múltiples túneles.
Pero los daños colaterales de esa estrategia eran inevitables, y previsiblemente descompensarán cualquier ventaja temporal que haya podido obtener el gobierno del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, que ha deteriorado aún más sus relaciones con Barack Obama, ya marcadas por la desconfianza mutua. La Casa Blanca no oculta sus sospechas de que Netanyahu sabotea intencionalmente sus iniciativas diplomáticas, como ya lo hizo con las de la administración de Bill Clinton.
El embajador israelí en Washington, Michael Oren, ha declarado que las relaciones de su país con ee uu están es su peor momento en 30 años. Paralelamente, Netanyahu ha atraído la crítica casi unánime de la comunidad internacional y puesto en peligro las relaciones con Turquía, hasta ahora su único aliado regional. Si el “ataque preventivo” a la flotilla turca fue deliberado, se podría pensar que la experiencia acumulada tras más de 60 años de conflictos con sus vecinos árabes ha convencido a los partidarios de un “gran Israel” que las soluciones militares son infalibles o, en todo caso, ineludibles.
Ninguno de sus actos les ha conllevado consecuencias reales. Ahora cabe esperar incluso que Israel alivie puntualmente el cerco sobre los 1,5 millones de habitantes de Gaza como una medida de conveniencia coyuntural.