La Comisión vigila a Google.
Uno de los primeros asuntos que llegó a manos de Joaquín Almunia tras su toma de posesión como nuevo comisario europeo de Competencia, fueron las demandas de tres empresas europeas contra Google por prácticas monopolísticas. Las tres compiten directamente con el gigante informático en segmentos de mercado específicos.
Una de ellas es la web francesa e-Justice, especializada en búsquedas legales; la otra es la británica Foundem, que compara precios de aparatos eléctricos y otros bienes de consumo; y la tercera es una filial alemana de Microsoft. Todas se quejan de que el sistema de búsquedas de Google no es imparcial porque los resultados que ofrece suelen situar a sus compañías en los últimos lugares, lo que las sitúa en una obvia situación de desventaja.
La Comisión hizo público el 24 de febrero un breve comunicado en el que se limitaba a confirmar que había recibido las denuncias contra Google y que le había trasladado las quejas, añadiendo sus propias preguntas. Tras evaluar las respuestas que reciba, el ejecutivo comunitario decidirá si abre o no un caso contra Google por violación de las leyes de competencia de la UE.
Los abogados de la compañía han restado importancia a las demandas afirmando que esperan convencer a la Comisión de que no tienen fundamento. Google es seguida con creciente atención por los reguladores: el 65% de las búsquedas en Internet en EE UU se hace a través de Google, y en el resto del mundo esa cifra llega al 90%. Google se defiende alegando que el ranking de los links de los productos y servicios que aparecen en su buscador lo establece automáticamente un complicado algoritmo que tiene en cuenta 200 factores y que es actualizado 400 veces al año.
El algoritmo de Google es uno de los secretos industriales mejor guardados del mundo. No es para menos: el manejo de la información se ha convertido en la clave de la era digital. La población mundial generó 150 exabytes (1.000 millones de gigabytes) en 2005 y este año esa cifra llegará a los 1.200 exabytes. Todo el contenido de la Biblioteca del Congreso de EE UU ocupa 15 terabytes (1 terabyte equivale a 1.000 gigabytes).
Según Google, las compañías pueden mejorar su posición en las búsquedas construyendo mejores páginas web y vinculándolas a otras de mayor calidad. Sin embargo, esos argumentos no convencen a las compañías afectadas, que afirman haber realizado cambios en varias ocasiones sin éxito. Foundem, por ejemplo, admite que Google mejoró su posición, pero no porque hiciera cambios en su página sino por tres años de continuas quejas.
El departamento de Justicia de EE UU lleva tiempo tras los pasos de Google. Su división antimonopolios está hoy en manos de Christine Varney, que ha declarado que Google ha creado un “monopolio virtual” en el mercado de los anuncios por Internet.