Las que hasta ahora habían sido llamadas enfermedades del primer mundo se están extendiendo con asombrosa rapidez por los países en desarrollo. Caracterizadas por ser no infecciosas y no transmisibles, estas enfermedades son la primera causa de muerte a nivel mundial, suponiendo el 60% de las muertes globales. Los cuatro principales tipos de enfermedades no transmisibles (NCD, en sus siglas en inglés) son, por orden de mortalidad, las enfermedades cardiovasculares (como infartos e ictus), cánceres, alteraciones respiratorias crónicas y diabetes. Lo que tienen en común todas ellas es que son en gran medida prevenibles cambiando los hábitos de vida, ya que sus cuatro principales factores de riesgo son una mala alimentación, el tabaco, el abuso del alcohol y la falta de actividad física.
Llama la atención que las NCD no solo se han extendido por el mundo en desarrollo, sino que ya afectan en mayor medida a estos países que a los industrializados. Por ejemplo, en 2008 el 80% de las muertes atribuidas a estas enfermedades se dieron en países en desarrollo y el 90% de las muertes prematuras (antes de los 60 años) por NCD ocurrieron también en países de ingresos medios y bajos. La razón del aumento de la mortalidad de las enfermedades no transmisibles no es solo la disminución de las muertes por enfermedades infecciosas, ya que el aumento de la mortalidad y las discapacidades vinculadas a las NCD aumenta más rápidamente de lo que disminuye la incidencia de enfermedades infecciosas.
Otra de las explicaciones es que los países en desarrollo están acogiendo progresivamente los hábitos de vida poco saludables del primer mundo. Los supermercados ya se han extendido por todos los lugares, incluso en las zonas rurales, el consumo de frutas y verduras ha disminuido en Asia y en África, y el consumo de tabaco se ha triplicado en estos países. El problema es que el crecimiento económico y la urbanización ha ocurrido sin las protecciones legales de los países ricos. En muchos países en desarrollo las compañías tabaqueras anuncian sus productos con métodos prohibidos en los países industrializados, utilizando técnicas como dibujos animados. Por otro lado, se ha permitido la proliferación de suburbios alrededor de las grandes ciudades (el 90% se encuentra en países en desarrollo), sin la infraestructura adecuada y con altos niveles de contaminación. La polución medioambiental es una de las principales causas de cáncer de pulmón y según ISglobal, es peligrosa incluso a niveles por debajo de los permitidos por la Unión Europea.
Aunque todos estos datos aportan una explicación bastante convincente, no podemos olvidar que los malos estilos de vida son aún superiores en el mundo desarrollado que en los de ingresos medios y bajos. No obstante, el dato que marca la diferencia es el relativo a las posibilidades de tratamiento. Mientras que el 90% de las leucemias infantiles en países ricos pueden curarse, el 90% de los niños con esta enfermedad en países en desarrollo no sobrevive. Además, el 90% de las muertes por cáncer cervical se dan en países con ingresos medios y bajos, cuando es una enfermedad que puede prevenirse con una vacuna. La pobreza está estrechamente vinculada con las NCD y muchos de los países en desarrollo no tienen sistemas sanitarios preparados para enfrentar estas enfermedades; en otros, los seguros médicos no cubren las enfermedades no transmisibles y los Estados no proporcional el acceso a tratamientos. Estas enfermedades, por lo general crónicas, requieren gastos elevados para su tratamiento, muy superiores a los necesarios para tratar enfermedades infecciosas. En Sudán, por ejemplo, las familias con un miembro diabético dedican el 65% de sus ingresos al tratamiento, y en India el 44% de los tratamientos de cáncer suponen un “gasto catastrófico” para el paciente y su familia. Pero el dato más alarmante viene de Estados Unidos, donde en 2007 el 62% de las bancarrotas personales estaba relacionada directa o indirectamente con gastos sanitarios.
De acuerdo con Sally Cowal, el caso de las NCD es muy similar al de las enfermedades de transmisión sexual (AID) en el pasado. Hace 20 años, las AID eran completamente ignoradas y no aparecían en la agenda de prioridades de salud, además, también afectaban en mayor proporción a los países en desarrollo. Otra cosa que tienen en común es que son prevenibles en gran medida cambiando los hábitos de vida; con la prevención o el tratamiento temprano, el ahorro sería significativo y la calidad de vida del paciente mejoraría mucho. En cuanto a las NCD, tan solo la OMS les ha prestado atención durante años. Sin embargo, con el vencimiento en 2015 de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, la cuestión se ha puesto sobre la mesa. Según Gonzalo Fanjul (#PolExt163), los nuevos Objetivos de Desarrollo Sostenible tendrán metas más complejas, entre las que se plantea, por primera vez, la cubertura universal de la salud como objetivo central del nuevo marco de desarrollo.