El jefe de Estado en Portugal no es un cargo meramente simbólico. El presidente fiscaliza las leyes aprobadas por el Parlamento y los decretos-ley del Gobierno, y es el comandante supremo de las Fuerzas Armadas. Así, Aníbal Cavaco Silva ha vetado un buen número de proyectos de ley promovidos por el gobierno socialista de José Sócrates, relativos entre otros al divorcio, la paridad entre hombre y mujer o las parejas de hecho.
La cohabitación, propia de los sistemas semipresidencialistas, como el francés, produce situaciones difíciles, como sucedió en dicho país durante los mandatos de Jaques Chirac y Lionel Jospin en el cambio de centuria. Así ha venido sucediendo durante el último lustro en Portugal. Y así ha de seguir siendo, según las encuestas. Se prevé que, tras las elecciones presidenciales del 23 de enero de 2011, Cavaco sea reelegido con más del 50% de los votos, por lo que no habría una segunda vuelta.
La cohabitación, no obstante, no es el mayor problema al que se enfrenta Portugal. La crisis económica que señala al país como el siguiente en la lista de rescatables, tras la caída de Grecia e Irlanda, es sin duda el mayor reto al que habrán de seguir enfrentándose el presidente y, ante todo, el primer ministro.
En las últimas semanas las tensiones en torno a la deuda soberana de Portugal se han suavizado, a lo que ha ayudado la decisión de intensificar el plan de ajuste público, en lo que supone el mayor aumento de impuestos en los últimos 27 años. El IVA pasa del 21% al 23%, se planean reducciones salariales en el sector público de hasta el 10% y se congelan las pensiones. El objetivo: reducir el déficit al 4,6% en 2011.
La situación, no obstante, como indica el semanario The Economist sigue “dando miedo”. La amenaza del rescate no ha desaparecido del horizonte portugués tras la última emisión de bonos, pues a largo plazo el interés pagado resulta insostenible para un país que sufre una pérdida de competitividad acuciante y cuyas cuentas públicas han tenido de media un déficit del 4,6% en la última década.
Cavaco ha prometido una presidencia activa en el caso de que Portugal no marche por el buen camino, aunque no ha desvelado detalles de esa presidencia activa. Entre sus competencias se encuentra la disolución del Parlamento, que podría tomar en consideración si la crisis económica se agravase y contaminase seriamente el ambiente político.
Para más información:
The Economist, «Still scary». Artículo, enero 2011.
Francesc Relea, «Portugal tema una cohabitación». El País, enero 2011.
José Enrique de Ayala, «Carta de Europa: La recurrente crisis del euro y las reticencias de Alemania». Política Exterior núm. 139, enero-febrero 2011.