En Haití, las cifras se mezclan como mezcladas están la vida y la muerte, separadas por la línea roja más delgada del mundo. Desde que se desató la epidemia de cólera a mediados de octubre, al menos 1.200 personas han fallecido a causa de esta enfermedad. En claro desafío a los elementos, el 28 de noviembre de 2010 el país celebra elecciones presidenciales y legislativas.
Más de 20.000 personas se han visto afectadas por la epidemia, que sigue su curso ascendente en un país con más de un millón de refugiados, provocados por el terremoto de enero de 2010, que dejó unos 250.000 muertos. Las elecciones, no obstante, se celebran, y alrededor de 4,7 millones de haitianos están llamados a elegir al sucesor de René Préval, presidente del país, y a 11 senadores y 99 diputados.
Más cifras: 19 candidatos se disputan la presidencia del país más pobre del hemisferio, con menos de 500 euros de renta per cápita. En las manos del sucesor quedará la gestión de la ayuda internacional para la reconstrucción del país. En total, se estima que serán necesarios unos 8.000 millones de euros, cubiertos en buena parte por las promesas de la comunidad internacional. Es sin duda una oportunidad histórica para rehacer el país, desde la economía a la justicia, pasando por la sanidad y la educación.
Todos los candidatos han criticado durante la campaña la gestión de Préval de la ayuda internacional, y prometen una gestión cuidadosa y transparente de la misma, aunque sin ofrecer demasiados detalles. No hay un claro favorito. Los sondeos de opinión, dadas las circunstancias, hay que considerarlos poco precisos. Los principales contendientes son Marlinde Manigat, primera dama durante unos meses en 1988, y Jude Celestin, el preferido de Préval. ¿Será el nuevo presidente el giro de la fortuna que necesita el país?
En Haití las promesas tardan en hacerse realidad. La aprobación de la ayuda estadounidense para la reconstrucción estuvo varada en el Congreso hasta que en noviembre se despacharon 120 millones de dólares, una décima parte de lo prometido. Otros gobiernos también se muestran lentos a la hora de efectuar transferencias al fondo de reconstrucción. Lo que nos trae de vuelta al cólera.
Médicos Sin Fronteras (MSF) denuncia que, pese a la elevada presencia de organizaciones internacionales en Haití, la respuesta a la epidemia ha sido hasta el momento inadecuada. “El cólera es una enfermedad que se trata muy fácilmente”, afirma Caroline Seguin, coordinadora de MSF. “Puede ser nuevo para Haití, pero los formas tratar la enfermedad están muy establecidas”. A pesar de ello, la reacción ha sido lenta y, por lo tanto, ineficaz.
Las necesidades de Haití son perentorias: agua clorada, letrinas, votos, entierros seguros, compromiso internacional, transparencia, mantas, jabón y suerte, muchísima más suerte.
Para más información:
Amélie Gauthier, ¿Cómo rescatar Haití?. Política Exterior núm. 134, marzo-abril 2010.
Francisco F. Longoria, «Nueva catástrofe para Haití: que todo siga igual». Política Exterior núm. 134, marzo-abril 2010.