Elecciones en Marruecos: primera prueba a la nueva Constitución

Marruecos celebra el viernes 25 de noviembre elecciones legislativas con dudas sobre el grado de libertad y transparencia del proceso. El islamista Partido Justicia y Desarrollo (PJD) se perfila como el vencedor, sin embargo, tal como sucedió en las elecciones de 2007, el nacionalista partido Istiqlal podría obtener el mayor número de diputados –en un Parlamento de 395 escaños– debido a un diseño de circunscripciones que le beneficia.

Desde hace semanas, miles de marroquíes se han manifestado en varias ciudades pidiendo el boicoteo de las elecciones que, aseguran, están amañadas. El partido islamista, Justicia y Espiritualidad, ilegal pero tolerado, ha sido el que más claramente ha apostado por el boicoteo de las elecciones. En el mismo sentido se ha pronunciado el heterogéneo Movimiento 20 de Febrero, convertido en el principal protagonista de la «primavera árabe» marroquí, que está siguiendo el camino de la reforma y no el de la revolución o ruptura con el sistema. Eso es al menos, lo que parece buscar el rey Mohamed VI, que el pasado julio impulsó la aprobación de una reforma constitucional que establece el traspaso de parte del poder del monarca a la figura de un primer ministro reforzado.

La continua movilización de la calle marroquí, alrededor del Movimiento 20-F, pone no obstante en entredicho una reforma que, como sostiene el analista marroquí Fouad Abdelmoumni, en «Marruecos y su lenta primavera de la democracia» (Política Exterior, noviembre-diciembre), sigue dejando un poder supremo en manos de la monarquía, en un nuevo texto constitucional que «hace concesiones a casi todo el mundo de una forma a menudo contradictoria». Para Abdelmoumni, el Movimiento 20-F «ha trascendido las instituciones, especialmente partidistas (…) Pero los partidos, sindicatos y asociaciones solidarios con el movimiento y revitalizados por él resultan imprescindibles para construir la democracia y garantizar su continuidad». Las elecciones del 25 de noviembre son, por tanto, una prueba de fuego en el camino democratizador de Marruecos.

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