Tres países europeos acaban de celebrar elecciones. Francia, Grecia e Italia. En el caso de los dos primeros, las elecciones eran presidenciales y legislativas, respectivamente. Es decir, de primer orden. En Italia, los comicios han sido locales. En todos se ha podido constatar, sin lugar para las dudas, que el trono, en tiempos de crisis, sigue al rojo vivo.
El dinámico Nicolas Sarkozy va a pasar a la historia, entre otras cosas, por ser el presidente más breve de la V República francesa. Sus cinco años en el poder han coincidido con la peor crisis económica que ha sufrido el mundo desarrollado desde la Gran Depresión. Su legado es ambiguo, como lo es el potencial de su sucesor, François Hollande. Sarkozy deja a Francia en peor situación de la que la encontró. Hollande tiene una tarea formidable por delante de la que no está claro que pueda, o sepa, salir airoso.
Mientras tanto, a río revuelto, ganancia de pescadores. El Frente Nacional de Marine Le Pen ha pescado, en la primera vuelta, los mejores resultados de su historia. Le Pen ya ha puesto los ojos en las legislativas de junio. El último número de Política Exterior está dedicado a las perspectivas que se abren en Francia con el cambio de presidente.
Atomización griega, desconcierto italiano
En los casos de Grecia e Italia, las circunstancias son excepcionales. Ambos países están comandados por gobiernos tecnócratas. En el primero, la austeridad está asfixiando al país. En 2012 se prevé que el PIB caiga más de un 7%. El paro se acerca al 22% y el déficit, al 8%. El interés para los bonos del Tesoro a 10 años supera el 20%. Grecia no acude a los mercados en busca de financiación desde hace dos años. El país depende de las ayudas de la Unión Europea y del Fondo Monetario Internacional para seguir funcionando, formalizadas en dos planes de rescate. El memorándum firmado por el gobierno tecnócrata con la troika –UE, Banco Central Europeo y FMI– exige a cambio de esa financiación ajustes severos.
En las últimas elecciones, los partidos que más apoyo han prestado a las exigencias de Europa han sufrido un descalabro. Hasta 2009, conservadores (Nueva Democracia) y socialistas (el Pasok) se repartían más del 80% del voto; el domingo obtuvieron apenas el 35% entre los dos.
El nuevo Parlamento lo conforman siete partidos, entre ellos uno neonazi, Aurora Dorada. Ninguno ha obtenido más del 20% de los votos. La mayoría del electorado aboga por suavizar el plan de ajuste exigido por la troika. Sin que ello signifique que deseen la salida del euro, por ahora una opción minoritaria, pero creciente. Una encuesta a mediados de abril indicaba que el 70% de los griegos se mostraba partidario de seguir en la zona euro.
En Italia están en juego cerca de 1.000 ayuntamientos, con sistema a doble ronda. Los antiguos socios de gobierno, el Pueblo de la Libertad (PDL) de Silvio Berlusconi y la Liga Norte de Umberto Bossi, envueltos en escándalos de corrupción e ineptitud, han cosechado malos resultados. El PLD ha perdido 15 de las 17 ciudades que gobernaba. La atención la ha acaparado el Movimiento 5 Estrellas de Beppe Grillo, que aboga por la salida del euro, además de por cambiar el modo de hacer política de abajo a arriba. Han conseguido ir a la segunda vuelta en Parma, una de las grandes ciudades industriales del norte de Italia.
Desde hace casi seis meses, los italianos vienen acostumbrándose a una nueva forma de hacer política. Ello se debe al primer ministro Mario Monti más que, por el momento, al cómico Grillo. Las previsiones de crecimiento no son buenas para el país. Se esperan caídas del PIB del 1,8% para 2012 y del 0,3% para 2013. Imperturbable, Monti continúa con las reformas. La próxima, la crítica del mercado laboral.
Para más información:
Darío Valcárcel, «El legado de Sarkozy». Política Exterior 147, mayo-junio 2012.
Hubert Védrine, «¿Puede cambiar Francia el rumbo de la Unión Europea?». Política Exterior 147, mayo-junio 2012.
José Enrique de Ayala, «Carta de Europa: Estrangulamiento económico de los países periféricos». Política Exterior 142, julio-agosto 2011.
Lucio Caracciolo, «Italia, de nuevo, en el centro del mundo». Política Exterior 145, enero-febrero 2012.