¿Sigue siendo Bosnia el más extraño de los países, como afirmaba en 2007 Tim Judah, corresponsal en los Balcanes para The Economist? Judah lo decía en el sentido de que Bosnia es un país sin pueblo: no existen bosnios, sólo bosniacos (bosnios musulmanes), serbios y croatas. Las elecciones locales de 2008 reforzaron las divisiones étnicas del territorio y los partidos nacionalistas obtuvieron buenos resultados entre los tres grupos. Ahora, este país sin pueblo vuelve a las urnas para celebrar el próximo 3 de octubre unas elecciones generales. Los sondeos auguran una nueva victoria de los nacionalistas.
Bosnia es un país peculiar, sin duda. El acuerdo de Dayton dividió la república de Bosnia-Herzegovina en dos entidades: la Federación Bosnio-Croata (FBC) y la República Serbo-Bosnia Srpska (RS), cada una de ellas con dominio sobre la mitad del territorio y de la población, y con sus respectivos gobiernos. Por encima de ellas se encuentra la federación propiamente dicha, que The World Factbook de la CIA define como una “república federal democrática emergente”. La presidencia del país tiene tres miembros que representan a las tres minorías étnicas. Son elegidos por un periodo de cuatro años y rotan cada ocho meses al frente del país.
Un informe del International Crisis Group alerta sobre los problemas que asolan a la Federación Bosnio-Croata, cuyos problemas internos han sido eclipsados por las tensiones entre la República Serbo-Bosnia Srpska y el Estado. Sin embargo, dichos problemas internos pueden contribuir con igual fuerza a la descomposición de este país multiétnico.
La FBC disfruta de pocas áreas de jurisdicción exclusiva, al compartir la mayoría de las competencias con los niveles inferiores de la administración. Esto desemboca, de acuerdo con el International Crisis Group, en una “burocracia espesa”, cuyas diferentes áreas compiten entre sí, cuando no guerrean abiertamente, lo que produce una legislación confusa y en ocasiones contradictoria, con las consecuencias imaginables para el desarrollo económico y la convivencia social.
Este Estado disfuncional corre, en efecto, el riesgo de descomponerse. Los nacionalistas, en el poder desde el final de la guerra, han dificultado las reformas necesarias a nivel estatal para una futura integración europea y atlántica. En 2009, los esfuerzos por parte de EEUU y la Unión Europea para romper el punto muerto donde se haya el proceso de reforma constitucional y así preparar al país para una eventual integración en la UE y en la OTAN, fracasaron cuando los líderes de los tres grupos étnicos rechazaron las propuestas.
La recomendación del International Crisis Group es clara: una reforma a nivel federal puede revitalizar las opciones para una reforma a nivel estatal. Las próximas elecciones permitirán saber si los nuevos líderes están dispuestos a dar los pasos necesarios para asegurar la viabilidad de Bosnia y Herzegovina, o si, por el contrario, asistiremos a un nuevo episodio de frustración y enfrentamientos.
Para más información:
Jorge Fuentes, «Los Balcanes, 10 años después de Dayton». Política Exterior núm. 111, mayo-junio de 2007.
Financial Times, «A state in search of team spirit». Report, noviembre de 2009.
Richard Holbrooke, «Para acabar una guerra». Libro, junio de 1999.