Desde hace años, los movimientos de Turquía se vienen estudiando con sumo interés. El país no deja de ganar peso en la escena internacional, gracias principalmente a su éxito económico, amén de a su posición geoestratégica. Actualmente, la economía turca es la decimosexta más grande del mundo y la sexta en Europa. Su PIB per capita en 2010 fue de 14.243 dólares, comparado a los 6.000 dólares de hace diez años. Se espera que el PIB aumente un 4% por año en la próxima década.
Jim O’Neill, el economista jefe de Goldman Sachs que acuño el término BRIC hace diez años, cree que ha llegado la hora de ampliar el número de socios de club tan exclusivo. Entre los nuevos miembros, O’Neill incluye a Turquía, que pasaría a formar parte del nuevo club de “mercados en expansión”. El ahora presidente de Goldman Sachs Asset Management explica que “cualquier economía que alcanza el 1% del PIB global y tiene potencial para aumentarlo debe ser tomada en serio”. Turquía representa en estos momentos el 1,2%.
El antiguo imperio Otomano se toma a sí mismo muy en serio. En Política Exterior también y por ello hemos dedicado a la república turca numerosos artículos. El último de ellos, en Política Exterior 143 (septiembre-octubre 2011), titulado “Turquía busca el centro de su propio mundo”, está escrito por Dimitar Bechev e Ivan Krastev, y puede leerse en abierto. En él, sus autores bucean en la trastienda de la transformación experimentada por un país que anda en busca de sí mismo.
“Turquía es ahora un actor, un foco económico y quizá un aspirante a ejercer la hegemonía regional –afirman Bechev y Krastev—. La paradoja es que, en ese camino, Turquía se ha vuelto más parecida a Europa: globalizada, económicamente liberal y democrática”. En estos momentos, Turquía no mira no hacia el este ni hacia el oeste; Turquía mira hacia arriba.
La república turca se siente optimista, lo que la hace no occidental en un momento en que Occidente es pesimista. Dicho optimismo se basa tanto en su desempeño económico como demográfico. Los recientes éxitos de la política exterior turca también ayudan. Como consecuencia de ese entusiasmo, no obstante, el país puede perder consciencia de la vulnerabilidad estructural de su situación, advierten Bechev y Krastev. Porque Turquía es vulnerable, y en tres sentidos.
Primero, está atrapada entre las economías de alta tecnología de Europa y las economías de salarios bajos de Asia. Si no prosigue con su celo reformista, una crisis económica no es impensable. En segundo lugar, en un contexto de cambio en Oriente Próximo y el norte de África como el actual, hay mucho más en juego que en ocasiones anteriores, y Turquía corre el riesgo de subestimar a otros y mostrarse hiperactiva. Y tercero, existe una polarización cada vez mayor en la sociedad turca, lo que podría conducir a un punto muerto político o incluso al autoritarismo.
Para más información:
Dimitar Bechev e Ivan Krastev, «Turquía busca el centro de su propio mundo». Política Exterior núm. 143, septiembre-octubre 2011.
Ignacio Álvarez-Ossorio, “Siria-Turquía: una alianza en construcción”. Política Exterior núm. 139, enero-febrero 2011.
Editorial, “La UE espera a Turquía”. Política Exterior núm. 138, noviembre-diciembre 2010.
Hugh Pope, “Equilibrios turcos: entre la UE y Oriente Próximo”. Política Exterior núm. 138, noviembre-diciembre 2010.
Ahmet Davutoglu, “Turquía en la UE: juntos hacia un futuro mejor”. Política Exterior núm. 138, noviembre-diciembre 2010.
Eduard Soler i Lecha, “Turquía y la UE tras el referéndum constitucional”. Política Exterior núm. 138, noviembre-diciembre 2010.
Ömer Taspinar, “Entre neootomanismo y kemalismo”. Afkar/Ideas núm. 22, verano 2009.
Ian O. Lesser, “EE UU-Turquía antes y después de Obama”. Afkar/Ideas núm. 22, verano 2009.