La crisis política que ha estallado entre Francia e Italia a raíz de la decisión del gobierno italiano de entregar permisos de estancia temporales a más de 20.000 tunecinos, llegados al país europeo tras la caída de la dictadura de Ben Alí a mediados de enero, ha puesto de relieve los fantasmas que rodean a las cuestiones migratorias, en un momento de crisis económica y convulsiones políticas.
En el último número de Política Exterior, Gonzalo Fanjul, asesor estratégico de Intermón Oxfam, repasa cómo es el sistema migratorio internacional y llega a una serie de conclusiones nada alentadora. “Los sistemas migratorios –explica Fanjul— son concebidos de forma unilateral por lo países de destino y sus normas están basadas en un modelo rígido y cerrado”. Los gobiernos de acogida determinan quién entra y cuánto tiempo se puede quedar, cómo y qué puede hacer. Un sistema así concebido termina por chocar invariablemente, como hemos visto con las revoluciones en el mundo árabe, con la realidad de unos flujos migratorios definidos por variables que escapan al control de los gobiernos, produciendo consecuencias indeseables.
Ineficiencia económica (con mercados laborales marcados por el desequilibrio), vulneración de derechos fundamentales (con restricciones en el uso de servicios públicos) o desgobierno de los asuntos públicos (con bolsas de inmigración irregular que operan al margen del Estado). Todo esto, según Fanjul, refleja el fracaso de la unilateralidad. Por consiguiente, la solución se encuentra en un sistema que no sea completamente multilateral, pero que abandone la lógica unilateral dominante de manera gradual. Es decir, un sistema que se construya sobre la base de acuerdos bilaterales o regionales para luego plantear la creación de una Organización Mundial de las Migraciones.
La idea no es descabellada, pues ya sucede en un ámbito de similar importancia: el comercio, donde opera la Organización Mundial del Comercio, resultado de casi 50 años de negociaciones en el marco del GATT. Sin embargo, el actual entorno de crisis económica en Europa no parece favorecer ideas políticas arriesgadas como la del economista indio Jagdish Bhagwati.
Según el investigador de la Universidad Americana de El Cairo Ibrahim Awad, en un artículo en el número 27 de Afkar/Ideas, la crisis y sus consecuencias no deben distraer a los responsables políticos de la necesidad de garantizar el futuro de la oferta de trabajo en las economías europeas. “Con tasas de fecundidad muy bajas –expone Awad— en todo el continente las poblaciones económicamente activas serán reducidas en decenas de millones en las próximas décadas, se mantengan o no los niveles actuales de migración. Las alternativas deben ser bien definidas, declaradas y aceptadas”. Entre ellas, la participación de los inmigrantes, necesaria para sostener los sistemas de Seguridad Social.
Para más información:
Ibrahim Awad, “Crisis económica y migración en la región euromediterránea”. Afkar/Ideas núm. 27, otoño 2010.
Gonzalo Fanjul, “La reforma del régimen migratorio internacional”. Política Exterior núm. 140, marzo-abril 2011.
Mark Raper SJ, “Desplazamientos de población en Asia-Pacífico”. Política Exterior núm. 137, septiembre-octubre 2010.
Jordi Bertran, “Los inmigrantes ante la crisis en España”. Afkar/Ideas núm. 23, otoño 2009.
Xavier Aragall, “Migraciones y seguridad en el Magreb”. Afkar/Ideas núm. 23, otoño 2009.