No es fácil ser un diplomático occidental en Pekín en estas fechas. Y no solo debido a las restricciones impuestas por las autoridades del Partido Comunista de China (PCCh) para contener la pandemia del coronavirus. Desde que el virus surgió en Wuhan en diciembre de 2019 –un evento que las autoridades encubrieron durante semanas–, Pekín se ha embarcado en una campaña masiva de desinformación e intimidación.
Pekín está apuntando a las embajadas occidentales en China. Está señalando a cualquier gobierno democrático que se atreva a pedir una investigación independiente sobre el origen de este nuevo coronavirus. Está apuntando a cualquier organización que se atreva a cuestionar la narrativa china sobre una pandemia que ya ha matado a más de 320.000 personas en todo el mundo.
Cuando la ministra de Exteriores de Australia, Marise Payne, pidió que se realizase una investigación sobre el virus, China amenazó con prohibir las importaciones de vino y otros productos australianos como represalia. Cuando el Servicio Europeo de Acción Exterior (SEAE) estaba terminando de editar un informe sobre cómo Rusia y China están aumentando sus campañas de desinformación en la Unión Europea, Pekín incrementó la presión sobre sus diplomáticos. El informe se publicó pero con varias partes suavizadas, según informó Politico Europe.
El informe –sobre “narrativas y desinformación” en torno a la pandemia del coronavirus– vio la luz finalmente el 24 de abril. El lenguaje sobre China quedó profundamente atenuado. Según Politico Europe, las menciones a la campaña de “desinformación global” empleada por China y sus críticas a la forma en que Francia gestionó la pandemia desaparecieron. La versión final declaraba que “fuentes oficiales y con respaldo estatal de varios gobiernos, incluido el ruso y –en menor medida– el chino, han continuado apuntando a las narrativas conspirativas y la desinformación”.
Según The New York Times, un analista del SEAE que no estaba de acuerdo con los cambios acusó al servicio de llevar a cabo una “auto-censura para aplacar al PCCh”. ¿Por qué esa auto-censura? ¿Por qué esa timidez de la Unión para no hablar abiertamente de cómo China se está volcando en diseminar su narrativa nacionalista sobre los orígenes del nuevo coronavirus?
En cuanto a Rusia, su campaña insidiosa de información falsa respecto al virus y lo mal preparados que están los gobiernos europeos para lidiar con él buscan generar pánico y desconfianza. Todo esto sucede mientras las personas mueren debido al Covid-19 –la enfermedad causada por el virus– o se ven sometidas a restricciones severas para contener su avance.
Los intentos agresivos de China por establecer su narrativa han recibido respuestas en varios países europeos. Suecia, sin ir más lejos, se ha visto sometida a un bombardeo de intimidación por el embajador chino en Estocolmo tras criticar la gestión china de la pandemia y su silenciamiento de críticos y activistas de derechos humanos. Pero otros, particularmente Hungría, nunca critican a Pekín debido a sus estrechos vínculos económicos.
En cuanto a las tímidas críticas del SEAE, si existe ese elemento de auto-censura, la UE está entrando en el juego de China. Al hacerlo, socava su propio compromiso con la veracidad y la transparencia, en un momento en que la importancia de entender cómo apareció el nuevo virus crece con cada día que pasa. El encubrimiento y la auto-censura no son ninguna panacea.
No hay duda de que algunos países europeos temen que China amenace con prohibir determinadas importaciones como represalia. La UE y China ya son dos de las mayores potencias comerciales del mundo. China es el segundo socio comercial de la UE, y la UE el primero para China. Pero dado el estado de la economía china –y la europea–, Pekín va a necesitar todo el apoyo económico que pueda recabar para recuperar los altos niveles de crecimiento que necesita para mantener su estabilidad e influencia global.
Por encima de todo, sus tácticas de intimidación e intentos de silenciar a críticos pueden resultar contraproducentes en la Unión Europea y otros países democráticos. “China se está disparando en el pie”, señaló Reinhard Bütikofer, un dirigente de Los Verdes alemanes en el Parlamento Europeo. “Toda la buena voluntad que ha intentado cultivar durante los 30 años transcurridos tras la masacre de Tiananmen se han ido por el desagüe en los últimos tres meses”, explica el europarlamentario a Carnegie Europe.
Huawei podría ser la primera víctima. Antes de que irrumpiese la pandemia, los gobiernos europeos estaban divididos respecto a la idea de integrar a el gigante electrónico chino en sus redes de 5G. Eso puede estar cambiando. Norbert Röttgen, que preside la comisión de asuntos exteriores en el parlamento alemán, ha advertido del riesgo que acarrea la iniciativa. “El coronavirus debería enseñarnos que no debemos depender de China para la infraestructura crítica –no para las máscaras sanitarias y desde luego tampoco para el 5G”, tuiteó recientemente. Varios cargamentos de mascarillas y equipos de test enviados desde China a varios países europeos han resultado ser defectuosos. Si Alemania optase por una red europea, se trataría de un inmenso revés para Huawei y una señal para que otros países europeos sigan la línea de Berlín.
La Comisión Europea también se ha vuelto más consciente de los intentos chinos de establecer una presencia fuerte e influyente en la infraestructura de la Unión. Margrethe Vestager, la comisaria europea de Competencia, ha propuesto que los Estados miembros compren acciones en determinadas compañías nacionales antes que permitir que sucumban a OPAs hostiles de China. “Está claro lo que Europa debe hacer respecto a China”, explicó Bütikofer. “Debería haber resistencia. Tenemos los instrumentos para llevarla a cabo, sobre todo con el documento estratégico de la Comisión sobre China”.
Si tan solo los Estados miembros estuviesen unidos, incluso por encima de sus principios. Está por ver que la crisis del coronavirus sea capaz de hacer que eso suceda.
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La pregunta que quedara flotando sera: ¿nadie se va a hacer cargo del virus y sus consecuencias?. Las condiciones de salubridad en China, mas la combinación de una globlalizacion sin limites fueron el detonante principal; ¿no hay nada por hacer o cambiar al respecto?
El detalle del artículo es que sus fuentes son cuestionables frente a los datos que hasta ahora nos muestra la ciencia; más de ser acusaciones estas no tiene soporte de peso suficiente para demostrar las afirmaciones del artículista.
Creo que China es un peligro como lo fue la Alemania nazi de Hitler y que con tanta visión de estadista advirtió de su peligrosidad W. Churchill desde 1933, el desatender a sus continuas advertencias llevo al mundo a la Segunda Guerra Mundial.
Hoy con China se esta llevando la misma política de apaciguamiento, cuidado que no se este cometiendo el mismo error y bien valdría en estas circunstancias recordar el conocido y profético dicho de Napoleón Bonaparte “El días que China despierte el mundo temblará.”
Diego Lo Tártaro
Buenos Aires Argentina
P/d. Los felicito por la publicación es excelente.