En la última noche de su visita a Washington en junio, tras ser interrumpido 15 veces por los aplausos en una sesión plenaria del Congreso y asistir a una cena de gala en la Casa Blanca, Narendra Modi, se reunió en el Kennedy Center con 1.200 selectos miembros selectos de la diáspora india en Estados Unidos.
Entre ellos estuvieron celebridades de los medios como Fareed Zakaria, de la elite corporativa –Sundar Pichai, Ajay Banga, Vinod Khosla…– y de la política: Nikki Haley, Shri Thanedar, Vivek Ramaswamy… La mayoría eran jóvenes, educados en India y enriquecidos en EEUU, entre ellos, Umesh Sachdev, el fundador de 37 años de Uniphore, una compañía especializada en inteligencia artificial con oficinas en India y California y que hoy vale en bolsa 2.500 millones de dólares.
Desde que llegó al poder en 2014, Modi y su partido, el BJP, han tenido un especial cuidado en cultivar a las prósperas comunidades de origen indio en Estados Unidos, Reino Unido y Australia, entre cuyos descendientes están Rishi Sunak, y Kamala Harris. Su madre, Shyamala Gopalan, nació en Tamil Nadu y recibió su doctorado en Berkeley el mismo año en que nació la vicepresidenta.
En París, donde asistió el 14 de julio al Día de la Bastilla como invitado especial de Emmanuel Macron, y Sidney, donde congregó en mayo a 20.000 fans en el Qudos Arena, el premier ministro indio tuvo bienvenidas igualmente calurosas, un fenómeno con pocos precedentes entre los líderes mundiales.
Brahmanes caribeños
Una de las razones es demográfica. Desde 2010 la diáspora india es la más numerosa del mundo. De los 281 millones de migrantes actualmente dispersos por el mundo, 18 millones son indios, seguidos de lejos por mexicanos (11,2) y chinos (10,5). Desde los tiempos del Raj, muchas familias indias se establecieron en otros dominios británicos en África –Kenia, Suráfrica– y el Caribe, como Trinidad y Tobago, donde nació el premio Nobel de Literatura de 2001 V. S. Naipaul en el seno de una familia de brahmanes, la casta más alta de la jerarquía hindú, originaria del norte de la India.
En países anglosajones son hoy unos 2,7 millones en EEUU, 835.000 en Reino Unido, 720.000 en Canadá y 579.000 en Australia. En Oriente Próximo, son aun más: 3,5 millones en Emiratos Árabes Unidos y 2,5 millones en Arabia Saudí. En 2022 enviaron a sus familias en India 108.000 millones de dólares en remesas (3% del PIB).
Anglofilia y nativismo
Hasta 2005, EEUU negó el visado a Modi por su presunto papel de instigador en los disturbios interétnicos que se cobraron un millar de vidas de musulmanes en 2002 en Gujarat, cuando era su gobernador (chief minister).
Su rehabilitación no tardó en llegar en cuanto fue elegido. Solo unos meses después, habló en olor de multitudes en el Madison Square Garden de Nueva York. En 2106 se dirigió por primera vez al Congreso y en 2019 tuvo a Trump como anfitrión en el Astrodome de Houston.
Fuera de India, Modi prefiere hablar en hindi para subrayar su apego a sus raíces. Antecesores suyos como Nehru, que estudió en Cambridge, y Manmohan Singh, graduado en Oxford, casi siempre lo hacían en inglés. El formidable ‘softpower’ indio contribuyó a que en 2006 George W. Bush reconociera a India como una potencia nuclear pese a su rechazo a firmar el TNP. El lobby de la comunidad india- americana fue determinante para que el Congreso lo aprobara.
Cifras superlativas
Al prestigio de su diáspora, India suma el hecho de ser ya la quinta economía mundial y la tercera en términos de poder adquisitivo (ppp). Su renta per cápita es equivalente al 40% de la de China. En 1990 era casi la misma: 4,6% y 4,1%, respectivamente, en relación a la de EEUU.
En 2022, China alcanzó el 28% de la de EEUU e India el 11% aplicando las más exitosas estrategias de desarrollo de la era moderna. La ONU estima que entre 2005 y 2021, 415 millones de indios dejaron atrás la pobreza, cuya tasa cayó en ese lapso del 55% al 16%.
Este año la economía india, que representará el 15% del crecimiento mundial, crecerá un 6,1%, frente al 1,2% de media de los países desarrollados, un ritmo que el FMI prevé se mantendrá hasta 2028. A ese ritmo, hacia 2050 el PIB per cápita indio (en ppp) alcanzará el 30% del de EEUU, más o menos el actual de China. Pero con una población que cuadruplicará la de EUUU, su economía será un 30% mayor.
Lecciones globales
Todo el Sur Global está prestando atención a las lecciones indias, entre ellas la de su programa de identidades digitales (Aadhaar) que diseñó Nandan Nilekani, cofundador de Infosys, y que el premio Nobel de Economía Paul Romer considera el más sofisticado del mundo.
Aadhaar ha integrado al 99,9% de los adultos indios en un sistema que les permite verificar su identidad en minutos, con lo que pueden, entre otras cosas, abrir una cuenta bancaria, dándoles acceso a servicios financieros y permitiendo al Estado aumentar la recaudación tributaria y dirigir mejor el gasto público.
En 2022 su consumo de datos móviles fue el mayor del mundo. En 2015 era el 122. Apple, Microsoft, Foxconn y muchas otras firmas del Big Tech tienen oficinas en Bangalore, donde hace 40 años se fundó Infosys con una inversión de 250 dólares de sus fundadores, entre ellos el suegro de Rishi Sunak. Infosys tiene hoy 340.000 empleados y genera ingresos anuales de 18.000 millones de dólares.
El dragón y el tigre
El ascenso del dragón y del tigre es inseparable del de sus diásporas. En abril de 2000, Kanwal Rekhi, el primer indio-americano que puso una compañía en el Nasdaq, presidió la delegación de IndUS Entrepreneurs a Nueva Delhi para reunirse con el primer ministro Atal Bihari Vajpayee.
“A ustedes les corresponde mostrarnos el camino al futuro”, le dijo el primer jefe de gobierno del BJP, revirtiendo una vieja tendencia de las autoridades indias a tratar casi como traidores a emigrados con títulos del elitista Indian Institutes of Technology (IIT).
Vajpayee, siguiendo las recomendaciones del IndUS, autorizó la participación del sector privado en las emergentes infraestructuras de internet. El propio Bakshi compró una casa en su natal Rajastán, donde desde entonces vive al menos cuatro meses al año, poniendo sus contactos y redes al servicio de sus socios y clientes indios. El círculo virtuoso que ha generado esa relación se ha convertido en un instrumento clave para la política y el comercio exteriores indios.
Los ingresos medios de una familia de origen indio en EEUU superan los 150.000 dólares anuales, el doble de la media nacional.
En 2018, según un estudio del Journal of Development Economics, el 36% y el 62%, de los 1.000 y 100 egresados con mejores notas, respectivamente, del IIT emigraron al exterior, la mayor parte a EEUU.
Los ingresos medios de una familia de origen indio en EEUU superan los 150.000 dólares anuales, el doble de la media nacional. Entre las compañías del S&P 500, 25 tienen altos ejecutivos indios, entre ellas IBM, Microsoft y Alphabet. Hace una década era solo 11. En 2022, el 73% de los visados H-1B, que EEUU concede a trabajadores calificados en ocupaciones especializadas, fueron a solicitantes indios.
Impacto global
En la Cámara de los Comunes, 19 parlamentarios son de origen indio, incluido Sunak, en el australiano son seis y cinco en el Congreso de EEUU. Su papel va a ser especialmente importante en la transición energética. India se ha comprometido a alcanzar la neutralidad carbónica en 2070.
El acero, el cemento, los fertilizantes y la petroquímica representan el 20% de las emisiones de gases de carbono indias y el 75% de las industriales. India genera el 57% de su consumo primario de energía del carbón, el 27% del petróleo, el 6% del gas y el 10% restante de renovables (solar, eólica, hidroeléctrica) y de plantas nucleares. El impacto de los proyectos indios va a ser global. Solo en el último lustro, India ha firmado acuerdo comerciales con 13 países.
Historia de dos diásporas
La diáspora china –que en un 80% se concentra en Singapur, Filipinas, Indonesia, Tailandia y otros países del Sureste asiático– en cambio, está bajo sospecha en varios de sus países de acogida. El 75% de los dueños de fortunas que suman 369.000 millones de dólares en la región, son huaqiao, es decir chinos de etnia han nacidos en otros países.
Según Albert Zhang, analista del Australian Strategic Policy Institute, los overseas chinese son uno de los principales “vectores de influencia” de Pekín, que cree que el Estado, la cultura y la etnicidad chinas son inseparables. En Singapur, donde los han son el 75%, el 5l% ve a China favorablemente, más que a EEUU (49%).
Aliados de conveniencia
Nadie espera, sin embargo, que India se vaya a convertir en un aliado incondicional de Occidente. India está anclada en el Sur Global. El 1% más rico absorbe el 40,5% de la renta nacional. Un 10% vive con menos de 2,25 dólares diarios. En el índice World Press Freedom, India figura en el puesto 161 entre 180 países. El líder de la oposición, Rahul Ghandi, ha sido expulsado del Sansad (Parlamento) y condenado a dos años de cárcel por “difamar” a Modi.
Según un sondeo de Pew de 2021, el 85% de los hindúes (80% del total) cree que respetar todas las religiones es importante para ser realmente indio, pero dos tercios creen que es igualmente importante ser hindú para ser realmente indio.
Desde la invasión rusa de Ucrania, India y China vienen comprando el 80% del crudo que Rusia exporta por vía marítima. Según algunos cálculos, los importadores indios de crudo pueden haberse ahorrado así entre 5.800 y 14.700 millones de dólares. La refinería de Vadinar, la segunda más grande de India, es en un 50% propiedad de Rosneft. El 85% de su arsenal–cazas, submarinos, misiles, tanques…– es de fabricación rusa, entre ellos el misil crucero indo-ruso BrahMos.
En la Asamblea General de la ONU, entre 2014 y 2019 solo en el 20% de las veces el voto de India coincidió con el de EEUU, frente al 57% de Francia. India es miembro tanto del Quad, con EEUU, Japón y Australia pero también de la Organización de Cooperación de Shanghái y de los BRICS. Es decir, lo que en círculos diplomáticos se llama un aliado de conveniencia.