Neocaledonios (canacos) de Toulouse en la protesta contra la revisión constitucional de la Constitución francesa lanzada por el presidente Macron para ampliar el electorado que puede votar en las elecciones municipales. 18 de mayo de 2024. GETTY.

El pasado dividido y el futuro fracturado de Nueva Caledonia

Las tensiones étnicas entre los canacos, generalmente independentistas y los neocaledonios de ascendencia europea, estuvieron a punto de llevar al territorio a una guerra civil. A pesar del fin del último episodio de violencia, no se han abordado sus causas subyacentes y aún pueden estallar nuevas disputas.
John Connell
 |  10 de octubre de 2024

El Pacífico está inmerso en una “policrisis”. Los Estados insulares aún se están recuperando de las exigencias económicas y sociales de la COVID-19. La implicación china en la región, descrita como el nuevo “Gran Juego está calentando la geopolítica regional. La independencia de Bougainville de Papúa Nueva Guinea es una posibilidad. Además, recientemente, la violencia envolvió y dividió a Nueva Caledonia.

Nueva Caledonia es formalmente una “colectividad de ultramar”. Pero para los partidarios canacos de la independencia, es una colonia francesa sedienta de la independencia que han conseguido otros estados melanesios.

Sin embargo, la demografía de Nueva Caledonia, la única colonia de colonos del Pacífico Sur, ha producido una mayoría opuesta a la independencia. Aproximadamente el 41% de la población son indígenas canacos, el 24% son europeos y otro 18% se consideran caledonios, lo que indica una presencia familiar en Nueva Caledonia durante varias generaciones. El 8% son valacos y futunos de dos pequeñas islas polinesias francesas, que han tendido a oponerse a la independencia por temor a un retorno forzoso. Durante la última década, los europeos han ido abandonando Nueva Caledonia y la población total está disminuyendo, pero es poco probable que los canacos se conviertan en mayoría en un futuro próximo.

No todos los canacos apoyan la independencia. Pero en los referendos de 2018 y 2020, la proporción que apoyaba la independencia creció, atrayendo al 46% de los votantes neocaledonios en 2020. Las disputas siguieron a un tercer referéndum –celebrado en 2021 durante la pandemia de COVID-19– que el movimiento independentista canaco boicoteó, al estar inmerso en las exigencias culturales del luto y por temor a un mayor contagio vírico. Los “leales” se impusieron de forma convincente con el 96% de los votos.

Francia aceptó estos resultados. Pero los canacos independentistas se opusieron y solicitaron una repetición de los comicios, lo que contribuyó a la ruptura de la confianza entre el prominente FLNKS (Frente Canaco de Liberación Nacional y Socialista) y el Estado francés. Esto llegó a un punto crítico cuando Francia intentó cambiar el censo electoral de Nueva Caledonia para incluir a más recién llegados al territorio, lo que habría impulsado la oposición a la independencia.

Cuando la propuesta se presentó ante la Asamblea Nacional francesa, fue recibida con protestas pacíficas en Nueva Caledonia. Pero una vez que este proyecto de ley pareció bloquear cualquier vía hacia la independencia, con el ministro del Interior francés Gerald Darmanin sugiriendo un referéndum en 50 años, la violencia volvió a estallar.

Las barricadas aislaron los suburbios. Se incendiaron y destruyeron supermercados, escuelas y fábricas. Se cerraron los enlaces aéreos con Nueva Caledonia, se hundió la valiosa economía turística y murieron 11 personas. Más de 5.000 soldados, gendarmes y policías antidisturbios llegaron desde la Francia metropolitana, imponiendo una paz parcial mientras continuaba la violencia.

Los asuntos electorales se desarrollaron en un contexto fragmentado. Numea es vista por muchos como un coto mayoritariamente blanco, una ciudad de “okupas y yates”, con un desarrollo desigual para los que viven a la sombra de la refinería local de níquel, donde el desempleo y la desigualdad –en el acceso a la educación y la sanidad– pueden ser duros.

Existe una profunda frustración entre los jóvenes canacos incapaces de encontrar un empleo decente, junto a la constatación de que tras más de 30 años de lento movimiento para “reequilibrar” la sociedad y la economía hacia un estado más igualitario, todo ha cambiado demasiado poco. La economía del níquel de la isla principal ya estaba experimentando un declive –el disputado referéndum de 2021 y la propuesta de una nueva franquicia fueron las gotas que colmaron el vaso.

Ocho destacados líderes del Comité de Acción de Campo del partido independentista de línea dura, Union Caledonienne, fueron arrestados por promover la violencia y deportados a la Francia metropolitana a 17.000 kilómetros de parientes y abogados. Una notable repetición de la Historia, aunque al revés: Nueva Caledonia fue una colonia penal durante el siglo XIX. Uno de los deportados fue Joel Tjibaou, hijo del líder independentista más destacado, Jean-Marie Tjibaou, asesinado en 1989.

El presidente francés Emmanuel Macron regresó para mantener conversaciones durante 24 horas y se produjo una paz problemática mientras Francia celebraba sus elecciones nacionales. Nueva Caledonia, por segunda vez, eligió a un independentista, Emmanuel Tjibaou, para la Asamblea Nacional. El resultado general francés fue incierto, ya que una coalición de izquierdas díscola y los centristas de Macron se confabularon para mantener a la ultraderechista Rassemblement Nationale fuera del poder. Nada de eso es un buen augurio para mantener la atención en Nueva Caledonia.

Algunos actores externos se involucraron. El Foro de las Islas del Pacífico (FIP) abogó por la independencia, cuestionó la validez del tercer referéndum y trató de emprender una misión a Nueva Caledonia. Nueva Caledonia se sumó a la preocupación del FIP por Papúa Occidental. Pero el FIP es sólo una de las muchas partes interesadas.

Azerbaiyán apoyó firmemente la independencia porque Francia apoyaba al acérrimo enemigo de Azerbaiyán: Armenia. La Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos publicó un comunicado crítico con Francia. En una ráfaga de comunicados de prensa, reinó la confusión. Con Francia y su presencia militar regional bien recibida por Australia y otros Estados metropolitanos como baluarte para contener a una China en expansión, Nueva Caledonia se vio envuelta en la geopolítica mundial.

Incluso más que sus vecinos cercanos de Bougainville, los canacos tienen pocas esperanzas actuales de una transición justa y sin sobresaltos hacia la independencia. Demasiados intereses creados se interponen en el camino. A raíz de la violencia y la incertidumbre, los partidos independentistas se dividieron sobre las orientaciones y estrategias futuras, mientras que Macron nombró a un primer ministro pro lealista para el territorio.

Pocos países han conseguido la independencia en este siglo. Timor Oriental lo consiguió en 2002 tras una prolongada violencia. Sudán del Sur surgió en 2011. Pero el no reconocimiento generalizado de Kosovo y la violencia actual en Palestina son precedentes incómodos.

Dependiendo de la postura que adopte el entrante gobierno francés de centro-derecha y de los veredictos sobre los activistas en las cárceles francesas, el futuro parece sombrío para la independencia de Nueva Caledonia. Es probable que esa desolación pase factura en una ciudad y un territorio aún más divididos y con reanudaciones intermitentes de la violencia, sobre todo si la economía urbana se estanca.

Como dijo una vez Jean-Marie Tjibaou, “mientras un canaco siga vivo, seguirá existiendo un problema para Francia”. La inestabilidad y la incertidumbre, un gobierno francés inseguro y unas posiciones cada vez más atrincheradas sugieren una largo camino por delante.

Artículo traducido del inglés de la web de East Asia Forum.

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