Rerum Novarum, la encíclica de 1891 de León XIII, y la primera de contenido social del Vaticano, fue un primer intento para evitar la que llamó “descristianización” del movimiento obrero, es decir, del proletariado, como los marxistas comenzaron a llamar a las clases sociales surgidas de la revolución industrial. En 1981, Juan Pablo II publicó Laborem exercens, sobre el mundo del trabajo, que se sumó al compendio de la doctrina social católica. Francisco ha continuado la tradición con Laudato si’ (2015), que vincula de manera explícita la justicia social con las cuestiones medioambientales, usando su poder e influencia para reabrir debates que sus antecesores parecían haber cerrado. El primer Papa nacido en el Sur Global es consciente de que para poder ejercer su autoridad moral, la Iglesia tiene primero que restaurarla, una de las enseñanzas que aprendió de la asamblea del Consejo Episcopal Latinoaméricano que consagró la llamada “opción por los pobres” en Medellín, Colombia, en 1968.
El mensaje del antiguo arzobispo de Buenos Aires ha sido bien acogido por las iglesias de países en los que el valor de la vida humana depende muchas veces de brutales relaciones de poder. El Vaticano apoyó, por ejemplo, la mediación política de los obispos congoleños que propició en 2018 la primera transferencia democrática del poder en la historia del país africano.
En sociedades cada vez más secularizadas, sin embargo, ese tipo de mensaje apenas tiene eco; incluso en círculos católicos, en los que predominan los debates sobre cuestiones bioéticas y de género. En 1996, el 77% de las bodas que se celebraban en España eran por la iglesia. Hoy apenas llega al 10%. Hasta los años sesenta, el 96% de los franceses estaban bautizados. En 2018, según el European Values Study, solo el 32% decía ser católico y el 10% practicante. Los bautismos han caído a la mitad y las bodas un 40% en relación a dos décadas atrás. Los fieles que quedan son cada vez más conservadores. En 2017, el 38% de los católicos practicantes votó por Marine Le Pen.
En 2019, 272.771 católicos alemanes apostataron formalmente, el 1% de los 27 millones de católicos del país y un 26% más que en 2018. El ayuntamiento de Colonia tuvo que aumentar de 1.000 a 1.500 las citas mensuales que ofrece para el trámite después de que su sistema informático se cayese por exceso de demanda cada vez que se liberaban nuevas fechas.
«Los escándalos de abusos sexuales del clero y las opacas operaciones financieras explican muchas deserciones de la Iglesia católica»
Los escándalos de abusos sexuales del clero y las opacas operaciones financieras de la Curia explican muchas deserciones. El juicio por el Tribunal Vaticano a monseñor Giovanni Angelo Becciu y otras cinco personas acusadas de malversación y fraude está bloqueado por cuestiones procesales. Becciu, al que se le han retirado los derechos cardenalicios, fue prefecto de una congregación de la Curia hasta que el año pasado el Papa le obligó a dimitir por su papel en la compraventa de un edificio en Londres por 345 millones de euros. La operación hizo perder a la secretaría de Estado 175 millones de euros.
Fabio Viglione, el abogado de Becciu, alega que El Vaticano nunca ha firmado ningún convenio internacional que garantice juicios justos y que tampoco admite el recurso al Tribunal Europeo de Estrasburgo. Al ser el Papa soberano de un Estado sin separación de poderes, su cliente está indefenso, dice. Irónicamente, cuando era número dos de la secretaría de Estado (2011-18), Becciu descalificó a los que criticaban el carácter “absolutista y monárquico” del gobierno de la Iglesia.
‘Blues’ católicos
En Estados Unidos, la otra parte rica del mundo católico, la Iglesia está tan polarizada como el resto de la sociedad. El arzobispo de Los Ángeles y presidente de la Conferencia Episcopal, José Gómez, al que el Papa no ha nombrado cardenal para que no participe en el próximo cónclave, quiere que los obispos suscriban un documento doctrinario que niegue la comunión a políticos católicos que apoyen el aborto o el matrimonio homosexual.
Sin embargo, el gobernador de Texas, George Abbott, un prominente católico republicano, se ha negado a conmutar 13 ejecuciones de la pena capital sin que ningún obispo haya pedido que se le niegue ningún sacramento. Tampoco ninguno de los seis jueces católicos del Tribunal Supremo objetó la reanudación de las ejecuciones federales tras un hiato de 17 años, que aprobó el exfiscal general William Barr. Entre la sexta y séptima de las 13 penas de muerte que se sucedieron, la National Catholic Prayer Breakfast concedió a Barr el premio Christifideles Laici.
Rebeldes alemanes
En Alemania, decenas de sacerdotes, en abierta rebeldía con Roma, han empezado a bendecir a parejas homosexuales en sus iglesias. Uno de ellos, Bernd Mönkebüscher, que se confiesa homosexual, dice que el objetivo es enviar una “señal clara” al Vaticano sobre el carácter insostenible de las actuales prohibiciones y condenas a las opciones sexuales privadas.
El arzobispo de Múnich y expresidente de la Conferencia Episcopal, cardenal Reinhard Marx, se ha visto cogido en medio de la tormenta por no haber investigado abusos cuando fue obispo de Tréveris (2002-07). Un informe independiente de 2018 encargado por la iglesia alemana documentó 3.677 casos de abusos sexuales a manos de 1.670 religiosos entre 1946 y 2014. La mayoría de las víctimas tenía menos de 13 años.
El cardenal Marx reconoció que esas cifras eran solo “la punta del iceberg”. En la carta que Francisco le envió, le decía que “los silencios, las omisiones, solo conducen al fracaso y nos llevan a vivir con el peso de la culpa”. En marzo, la Conferencia publicó un segundo informe que admitió que entre 1975 y 2018 había reinado “el silencio, el secreto y descontrol” en la archidiócesis de Colonia.
Tribulaciones polacas
En Polonia, una encuesta de marzo reveló que un 50% de los menores de 25 años no reconoce autoridad alguna a la Iglesia. Según un sondeo de octubre de TVN y TVN24, el 79% cree que la Iglesia no ha aclarado su papel en los casos de abusos sexuales a menores. Este año los seminarios han recibido a 356 aspirantes, un 15% menos que en 2020 y un 60% menos que en 2011.
Una decena de obispos polacos, la mayoría ya jubilados, han sido sancionados de diversos modos por El Vaticano por haber ocultado las denuncias a sus sacerdotes, la mayor parte de las veces conminándoles a llevar una vida de “oración y penitencia”. Uno de ellos es monseñor Stanislaw Dziwisz, el exsecretario de Karol Wojtyla en Cracovia y Roma. El 13 de mayo de 1981 le cogió en sus brazos cuando se desplomó por los disparos de Alí Agca en la plaza de San Pedro.
Omisiones ibéricas
El 12 de noviembre, la Conferencia Episcopal portuguesa anunció que crearía una comisión que investigará los abusos sexuales a menores cometidos en parroquias y entidades educativas católicas. Según su presidente y obispo de Setúbal, José Ornelas, los expertos laicos en derecho, psiquiatría y psicología que la integrarán tendrán total independencia para esclarecer lo sucedido.
En España, la Conferencia Episcopal no se ha planteado crear una comisión similar o poner a su disposición los datos de sus archivos, una de las razones que parecen explicar porqué Francisco no ha viajado hasta ahora a España, un país que Juan Pablo II, devoto lector de San Juan de la Cruz, visitó cinco veces.
Medios políticos conservadores tildan abiertamente al Papa argentino de “antiespañol”, sobre todo después de que pidiera perdón por los abusos cometidos por el clero católico durante la conquista de México. En La Vanguardia, Enric Juliana recuerda que la España franquista tuvo particular inquina a Paulo VI (1963-1978) por su notorio antifascismo. En 1962, Giovanni Montini –entonces arzobispo de Milán– pidió clemencia para Jordi Conill, que iba a ser condenado a muerte, y Julián Grimau, el dirigente comunista fusilado en abril de 1963.
Pacto de silencio en Francia
En Francia, el informe de la comisión independiente sobre los abusos sexuales del clero que se publicó en octubre estimó que a lo largo de 70 años se acumularon unas 330.000 víctimas, la mitad de ellas entre 1940 y 1969, cuando muchos adolescentes acudían asiduamente a clases de catequesis y reuniones parroquiales.
La comisión calculó esa cifra basándose en encuestas, testimonios personales, análisis de archivos y otras fuentes. En sus conclusiones, recomienda reformar la ética sexual católica, relajar el celibato y permitir a los curas informar a la policía sobre los delitos sexuales de los que enteran en los confesionarios.
La Iglesia –que no recibe fondos públicos fuera de la financiación del mantenimiento de templos y lugares de culto– se va a ver obligada a vender propiedades inmobiliarias y pedir préstamos para compensar a las víctimas. El arzobispo de Reims y presidente de la Conferencia Episcopal, Éric de Moulins-Beaufort, ha reconocido la responsabilidad institucional de la Iglesia y prometido que cada víctima será compensada individualmente.
Según Bruno Py, profesor de Derecho de la Universidad de Lorraine, el secreto de confesión protege la confidencialidad de la relación entre sacerdotes y sus fieles, que compara con la que tienen los abogados con sus clientes y los médicos con sus pacientes. Aunque tienen vacíos y ambigüedades, las leyes civiles obligan a informar a las autoridades sobre casos de abusos de menores, con penas de hasta tres años de prisión a los infractores.
Laetitia Atlani-Duault, miembro de la comisión que redactó el informe y antropóloga de la Universidad de París-IRD, ha dicho a la prensa que a algunas de las víctimas se les pidió que hablaran de los abusos solo a sus confesores, lo que convirtió al sacramento en una “pacto de silencio” para evadir a la justicia.