Por Pablo Colomer.
Seis guerras y dos Intifadas después, el conflicto continúa entre Israel y Palestina. El 10 de noviembre, Hamás atacó una patrulla israelí en el interior de Israel. Los israelíes respondieron con el asesinato de Ahmed Yabari, jefe del brazo militar de Hamás. Acababa de comenzar la operación Pilar Defensivo, a la que Hamás respondió lanzando más cohetes sobre Israel. Las fuerzas israelíes llevaron a cabo simultáneamente ataques aéreos, navales y de artillería contra centenares de objetivos en la franja de Gaza. Tras 10 días de violencia, el 21 de noviembre se firmó un alto el fuego, auspiciado por Estados Unidos y Egipto. Más de 150 palestinos han muerto en este último estallido de violencia. Seis israelíes han perdido la vida.
El desarrollo de este enfrentamiento, aunque mucho menor en intensidad, recuerda al de diciembre de 2008. Además de las similitudes operativas, destacan las temporales. Israel lanzó la operación Plomo Fundido en el lapso que iba entre las elecciones estadounidenses y las israelíes, en esta ocasión a celebrar el 22 de enero de 2013. A diferencia de en aquella ocasión, la invasión terrestre de la franja de Gaza no se ha producido. Por el momento, el alto el fuego se mantiene.
Quién ha salido ganando en esta enésima batalla, se preguntan los analistas. En Israel, la sociedad ha quedado dividida sobre el éxito de la operación. Sus ataques han conseguido destruir gran parte del arsenal de cohetes de Hamás, en especial los cohetes iraníes Fajr-5, que habían conseguido aumentar el alcance hasta los 80 kilómetros. También han asesinado a varios de sus lideres, incluido su jefe militar. Pero Hamás sigue operativa y contando con apoyo internacional. Muchos en Israel esperaban una nueva invasión terrestre y no un alto el fuego con quienes consideran una “organización terrorista”. Desde enero de 2012, 800 proyectiles han caído en territorio israelí. Como explica José Ignacio Torreblaca, “Israel ha ganado la guerra, pero perdido la paz”.
En la franja de Gaza, se han sucedido las muestras de unidad y orgullo por lo que la mayoría de la población considera una victoria. Sin embargo, las posición de Hamás está lejos de ser airosa. En estos momentos, compite por el liderazgo en la franja de Gaza con los grupos salafistas, a los que por el momento no ha podido controlar. “El grupo aún se enfrenta a la vieja tensión entre su ideología de resistencia y las responsabilidades de gobierno”, explica Barak Mendelson en Foreign Affairs. Si Hamás decide imponerse por la fuerza sobre estos grupos –añade Mendelson–, el coste será alto en términos de popularidad y legitimidad. Por lo que parece, el nuevo contexto propiciado por la “primavera árabe” no es del todo favorable a Hamás.
Más allá de quién ha conseguido alzarse con la victoria, la pregunta final es si la paz queda más lejos o más cerca tras la batalla. De nuevo, Benjamin Netanyahu lanza un mensaje contundente a su principal valedor, Estados Unidos, y su recién reelegido presidente, Barack Obama. Netanyahu parece haber querido frenar las tentaciones que pueda tener Obama en su segundo mandato de forzarle a cruzar las líneas rojas que ha trazado en sus negociaciones con los palestinos. Los israelíes, por el momento, no desean iniciar un verdadero proceso de paz con un interlocutor como Hamás.
Y Hamás, ¿estaría abierto a un verdadero proceso de paz? No está claro, afirma Richard Haas en Financial Times. Por ello –explica Haas–, el siguiente paso debería darlo Israel. ¿Cómo? Poniendo encima de la mesa las líneas maestras de un acuerdo justo e integral y una ruta razonable para llegar a tal acuerdo. Es decir, poner a prueba, de manera definitiva, a un Hamás que se siente fuerte y débil al mismo tiempo, forzándolo en el camino de la moderación. Papel que, como añade Mendelson, también debe desempeñar Egipto y los Hermanos musulmanes, desde el otro lado de la frontera.
Mientras tanto, la siguiente parada en este camino incierto hacia la guerra o la paz llega el 29 de noviembre, cuando la Autoridad Nacional Palestina presente su candidatura al estatuto de estado observador en Naciones Unidas. Y en el horizonte, la cuestión iraní.
Para más información:
Julio de la Guardia, «Israel y las discrepancias sobre la amenaza iraní». Política Exterior 148, julio-agosto 2012.
Trita Parsi, «Obama, Israel y el conflicto sobre Irán». Política Exterior 146, marzo-abril 2012.
Amos Harel, «Netanyahu, frente al cambio árabe y la amenaza iraní». Política Exterior 145, enero-febrero 2012.
Hiba I. Husseini, «Palestina y la ONU: el camino legítimo para un Estado». Política Exterior 143, septiembre-octubre 2011.
The Economist, «Israel and the Palestinians: Old battles, new Middle East». Artículo, noviembre 2012.