América Latina y el Caribe se enfrentan hoy a una desaceleración del crecimiento económico que podría echar por tierra todos los avances logrados en la última década, como la reducción del índice de pobreza, los progresos en materia de igualdad o, asunto clave, la implantación de un sistema educativo de calidad. En los últimos años, la región ha crecido al 4%, pero desde 2014 lo hace al 1%. Es la primera vez en diez años que crece por debajo de la media de la OCDE, pero la tendencia se va a mantener en 2015. Tras esta etapa de crecimiento, posible gracias al ya obsoleto boom de las materias primas, Latinoamérica ha entrado en una desaceleración económica que necesita nuevas medidas a corto y largo plazo.
Durante la década de 2000, los progresos en el crecimiento económico y el desarrollo global dieron lugar a la creación de un contexto favorable para el avance en educación, señala la UNESCO en su informe Situación Educativa de América Latina y el Caribe: Hacia la educación de calidad para todos al 2015. Sin embargo, persisten los altos niveles de inequidad, pobreza y población rural que dificultan la expansión de una educación de calidad en la mayor parte de la región.
Los expertos aseguran que una de las claves para el desarrollo de América Latina está en la educación. Una educación de calidad que pueda romper definitivamente la brecha de las desigualdades sociales. Porque no se trata solo de educar más, sino mejor grecias a la innovación, la especialización y la calidad del profesorado. También es esta la región con un mayor desajuste entre la oferta y la demanda de competencias. Así lo advierte el informe Perspectivas económicas de América Latina 2015, una publicación conjunta del Centro de Desarrollo de la OCDE, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe de las Naciones Unidas (CEPAL) y el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF).
“Educación, competencias e innovación” es lo que necesitan los países de América Latina para fortalecer la emergente clase media, satisfacer la demanda productiva y reducir las desigualdades sociales. En definitiva, para el crecimiento sostenido en el tiempo.
La desconexión entre la oferta y la demanda productiva
El desplazamiento de la riqueza mundial hacia el mundo emergente ha aumentado la demanda de competencias más altas. La región tiene una demanda profesional cada vez más exigente, pero un 35,9% de las empresas de América Latina tiene dificultades para encontrar trabajadores con las competencias profesionalesque necesitan, cuando la media mundial es del 20,9% y la de la OCDE, de 14,8%.
Fuentes: Perspectivas económicas de América Latina 2015.
Estamos ante la región con un mayor desajuste entre la oferta y la demanda de competencias. El sector automotriz y el de la maquinaria son los que más dificultades tienen para encontrar trabajadores con competencias específicas en América Latina, por su sofisticación y complejidad. Pero en general, son muchas las empresas que, debido a estas dificultades, tienen un gasto muy elevado en mano de obra, advierte Cesar Borrás, director de Recursos Humanos Latinoamérica de Gas Natural Fenosa. Ante la falta de oferta de profesionales de varios sectores, las empresas tienen que invertir en programas de formación especializada para sus empleados, o recurrir a la movilidad de profesionales de otros países. Se necesita un mayor equilibrio entre la oferta y la demanda.
Para lograr una mayor conexión, es imprescindible fortalecer los sistemas de educación y la formación técnica y profesional, invertir en I+D, e involucrar al sector privado en el diseño de las políticas de educación. Se trata de mejorar las capacidades de los trabajadores, vinculando la formación con el mercado laboral.
Educación y crecimiento inclusivo
La educación es un mecanismo de integración social y una fuente de equidad. Mario Pezzini, director del Centro de Desarrollo de la OCDE, asegura que hay que aumentar la cobertura en la educación pre-primaria para facilitar el éxito académico en los niveles superiores, y mantener la calidad en todo el ciclo educativo.
En cuestiones de productividad, América Latina es la excepción de las economías emergentes. Una mayor productividad podría hacer avanzar en el crecimiento inclusivo, e incidir en la reducción de la pobreza y desigualdad. Hay que garantizar la igualdad de oportunidades de acceso a la educación de calidad mediante reformas en los ámbitos de la educación y la innovación.
La inversión en capital humano es una estrategia de crecimiento inclusivo. La región debe trabajar en la igualdad de oportunidades y la movilidad social, pues se percibe que en el caso de América Latina, el origen socio-económico de los ciudadanos está relacionado con el acceso a una educación de calidad y con la informalidad laboral.
Paulo Speller, secretario general de la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI) insiste en que ha habido avances cuantitativos, pero no cualitativos. Según Speller, las cosas no se estaban haciendo correctamente y habría que buscar nuevos mecanismos que abarquen inversión y nuevas políticas educativas.
Por ejemplo, respecto a la educación infantil, inicio del camino formativo. Debe facilitarse el acceso a todos los grupos sociales, aumentar la calidad y la innovación en las técnicas de los primeros aprendizajes, y garantizar la correcta formación especializada de los profesores. En la siguiente fase de la educación de los jóvenes se deben buscar mecanismos para animar a los estudiantes a que prosigan sus estudios, invirtiendo en educación básica y superior de cara a reducir las tasas de abandono escolar a través de programas de acceso.
Para combatir la falta de especialización en la oferta productiva, las universidades y las empresas deben estar en un contacto constante. El sector privado debe participar en el diseño de los programas formativos que ofertan los centros de educación y colaborar con los estudiantes en la formación práctica. Así, la educación superior quedaría integrada en la dinámica del mercado laboral.