La prórroga del clásico acaba de comenzar: aprobada la Ley de Consultas y el decreto de convocatoria para el referéndum sobre la independencia, los catalanes votarán sobre si quieren que Cataluña sea un Estado independiente el 9 de noviembre. O no. El gobierno de España, presidido por Mariano Rajoy, tiene previsto presentar un recurso contra la Ley de Consultas y la celebración de referéndum ante el Tribunal Constitucional. Y este, según el artículo 161.2 de la Constitución Española, que regula los conflictos entre las Comunidades Autónomas y el Estado, suspenderá previsiblemente la convocatoria. Los penaltis, por el momento, no aparecen en el horizonte de este agónico Barcelona-Madrid.
Este partido lleva años, si no siglos, jugándose. Y como cualquier clásico, atrae la atención de espectadores de todo el planeta. Cada club intenta granjearse las simpatías de la comunidad internacional, apelando al juego, la púrpura o los valores. El Consejo Asesor para la Transición Nacional (CATN) ha analizado las perspectivas de internacionalización del proceso de autodeterminación. Según su informe, entre los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas –Estados Unidos, China, Rusia, Reino Unido y Francia–, el más madridista de todos sería Francia, mientras cabría esperar oposición o al menos un reconocimiento lento por parte de Rusia y China. Las simpatías culés corresponderían a las dos potencias anglosajonas, dada su larga tradición liberal en política internacional, aunque en este partido irían con Madrid, preocupados por las repercusiones sobre la estabilidad política que la independencia llevaría aparejadas.
En el resto de Europa, según el informe del CATN, se declaran madridistas tanto Alemania como Italia, en el primer caso porque predomina una voluntad de unificación (o reunificación) y no de escisión; en el segundo, porque ven en el espejo español un reflejo que no les gusta. Estarían mejor dispuestos a gritar força Barça los países del corredor báltico y la parte central de Europa del Este, siempre y cuando el proceso no crease inestabilidad en la Unión Europea y evitase incitar a determinadas minorías nacionales. En cuanto al espacio escandinavo, estarían pocos impresionados ante el juego blaugrana, en especial suecos y daneses, que lo considerarían “aburguesado”.
¿Y América Latina? Pese a su estrecha relación con España, la región no tendría ninguna razón para bloquear el reconocimiento de Cataluña como Estado soberano, según el CATN. “Sin embrago –apunta–, parece aconsejable trabajar a fondo las relaciones con los países hispanoamericanos, sobre todo de la mano del reconocimiento cultural (incluido el deportivo, o centrándonos principalmente en este) de Catalunya en aquel subcontinente”.
Ignacio Molina, investigador del Real Instituto Elcano, tras analizar el informe del CATN explica que este apenas consigue identificar a Israel, Eslovaquia o las repúblicas bálticas como potenciales aliados, según una discutible afinidad, ya que estos casos —con importantes minorías nacionales y vecinos irredentistas— destacarían por su beligerancia contra la ruptura unilateral de cualquier democracia. “Tampoco se afina mucho al hablar de los países africanos, de quienes se dice que se moverán ‘al compás de Estados Unidos’, lo que resulta irrespetuoso con su soberanía pero también con la realidad empírica: 25 de ellos siguen hoy ignorando a Washington al no reconocer a Kosovo”, añade Molina.