La primera gran prueba de fuego para el nuevo enfoque de la política exterior europea, que aspira a una defensa más enérgica de sus intereses y valores, ha llegado. La cumbre anual con China reúne hoy miércoles 6 de octubre a dos pesos pesados mundiales con asuntos a tratar en los terrenos económico, financiero y comercial, principalmente.
En algunas áreas primará la cooperación; en otras, el conflicto.
Una de las cuestiones que separa a europeos y chinos es la política de tipos de cambio. El primer ministro luxemburgués y presidente del Eurogrupo, Jean-Claude Juncker, el comisario de Asuntos Económicos, Olli Rehn, y el presidente del Banco Central Europeo, Jean-Claude Trichet, se reunieron ayer martes con el primer ministro chino, Wen Jiabao, para indicarle que una apreciación gradual de la moneda china frente al euro “sería bienvenida”.
Las autoridades monetarias europeas consideran que el tipo de cambio del yuan sigue estando infravalorado, posición que comparten las autoridades estadounidenses. La semana pasada el Congreso de EE UU aprobó una legislación que permite a las autoridades del país imponer tarifas contra las exportaciones chinas subvencionadas por el nivel artificialmente bajo del yuan. La UE no prevé ningún tipo de represalia por la infravaloración de la divisa china.
China ha aumentado su poder económico en el último año: gracias a sus bajos costes de mano de obra y a su devaluado tipo de cambio, las exportaciones chinas han caído menos que las de sus competidores. Ante este poder creciente, China ha mostrado una postura más enérgica en diversos asuntos (militares, diplomáticos, económicos) y aunque reafirma de manera habitual la importancia que concede a Europa, los avances hacia un acuerdo de asociación y cooperación entre la UE y China se han estancado.
Sin embargo, el mercado europeo es tan importante para china como el estadounidense, a pesar de que la necesidad europea de capital extranjero no es tan grande como la de EE UU y, por tanto, los europeos no dependen tanto de China como los estadounidenses. Es aquí donde estos socios estratégicos convergen: a ambos les interesa la promoción del comercio bilateral y mayores accesos a los mercados de bienes y servicios. En este sentido, la UE podría utilizar las condiciones de acceso a su mercado para obtener concesiones de China, pues le interesa que Pekín abra su economía y diversifique su inversión en Europa.
La UE se ha propuesto que las cumbres con terceros países dejen de ser meros ejercicios de diplomacia inane y estén dotados de sustancia y consecuencias. Ante la eventual resistencia de sus iguales, afirma François Godement en el último número de Política Exterior, la UE debería estar preparada para emprender acciones si, por ejemplo, China se negase a responder.
Para más información:
François Godement, “Por una política global de la UE hacia China”. Política Exterior núm. 137, septiembre-octubre 2010.
The European Council on Foreign Relations, «China analysis: Geopolitics in Chinese Terms». Informe, octubre de 2010.
Félix Arteaga y Gustavo Palomares, «La UE y su acción exterior: agenda 2020-30». Política Exterior núm. 136, julio-agosto 2010.
Mark Leonard, «¿Qué piensa China? El debate interno sobre su futuro». Libro, 2008.